Mi primer artículo en mallorcadiario.com quiso ser una llamada a la responsabilidad personal respecto a nuestra obligación moral de informarnos sobre todo aquello que nuestros gobernantes hacen o dejan de hacer en nuestro nombre y con nuestros impuestos. De informarnos, especialmente, sobre todo lo referente a las últimas guerras de agresión en las que España tiene alguna participación. Son grandes crímenes contra la paz en los que España, miembro de la OTAN, no está exenta de responsabilidades. Había proyectado que este segundo artículo fuese otra llamada semejante, dirigida ahora a unos destinatarios más específicos: a todos aquellos que, aunque muchas veces ni tengan consciencia de ello, son los instrumentos necesarios para que se implante en nuestras sociedades la versión oficial de los acontecimientos que las elites del poder occidental quieren imponer. Me estoy refiriendo, sobre todo, a aquellos profesionales de la información que ejercen su trabajo honestamente. Y, en menor medida, a los docentes, a los activistas por los derechos humanos o la paz y a todos aquellos que por su posición social son auténticos creadores de opinión.

Podría parecer que tal llamamiento está de más o que incluso es bastante impertinente por mi parte, ya que se supone que, en dichos ámbitos, el estar informados es parte esencial de la profesión. Pero, tras décadas de batallar intentado desenmascarar tanta mentira oficial (especialmente en todo lo que se refiere a la enorme carnicería que desde 1990 se ha llevado a cabo en Ruanda y Zaire-Congo), tengo clara conciencia de lo difícil que es ser inmune a tanta propaganda, maquinada desde los llamados organismos de inteligencia pero desvelada por personas como Daniel Ellsberg (que filtró en 1971 los llamados Papeles del Pentágono), Julian Assange o Edward Snowden. Es en esta documentación (que sus autores y destinatarios pensaban que no vería la luz) y en otras informaciones que los “medios corporativos” (como son a veces calificados por los más lúcidos analistas anglosajones, como Noam Chomsky) no parecen querer ofrecernos, en las que se deberían buscar las verdaderas claves de los actuales acontecimientos. Pero es increíble la inercia que sigue llevando a tanta gente a “informarse” en los grandes medios de “comunicación”. Aunque es cierto que yo mismo quizá no habría llegado a descubrir la magnitud de tanto engaño si no hubiese sido atacado personalmente y no hubiesen sido publicados posteriormente los cinco cables de WikiLeaks que desenmascararon la conspiración.

Tras demasiados sinsabores durante un par de décadas, tengo plena conciencia de lo difícil que es para la mayoría de la gente (incluso para los profesionales de la información y otros creadores de opinión) el disponer del tiempo suficiente para informarse personalmente sobre las muchas heridas abiertas que, más allá de lo local, hay actualmente en nuestro mundo, así como sobre la íntima relación entre ellas; tengo clara conciencia de lo difícil que es informarse a fondo sobre los conflictos lejanos hasta llegar a cuestionar la versión de los llamados grandes expertos. Tampoco es una tarea fácil el criticar las versiones oficiales que nos imponen los grandes medios. Especialmente cuando algunos, aquellos que los siguen sin casi cuestionarlos, creen saber más de lo que en realidad saben. “Lo ha publicado El País”, dicen. El ir a contracorriente no es nada placentero.

Pero los atentados en París han cambiado casi todas las agendas y también la mía. Así que hoy tocará tratar sobre Siria y el autodenominado Estado Islámico. Aunque también sobre Ucrania y sobre las grandes estrategias referentes al llamado gran tablero de ajedrez euroasiático, estrategias a las que considero la clave última de cuanto está sucediendo. De todos modos, con todos estos asuntos no nos alejamos de la cuestión del esfuerzo personal en la búsqueda de una información veraz. ¿Qué está pasando en el mundo para que, como hacen notar diversos historiadores y analistas, la situación actual empiece a recordar demasiado a la sucesión de acontecimientos, cada vez más descontrolados, que se dieron en los meses previos a los dos guerras mundiales? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Podemos encontrar un hilo conductor en todo esto?

Creo que, ante todo, es necesario desactivar la burda visión que se está imponiendo masivamente sobre lo más inmediato: la guerra en Siria y el terror del Estado Islámico. Lo intentaré hacer citando algunas de las afirmaciones que realizó alguien fuera de toda sospecha, el coronel Pedro Baños Bajo, jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo del Ejército Europeo y uno de los más importante especialistas españoles en geoestrategia. En una reciente entrevista se refería a la supuesta “espontaneidad” de las llamadas primaveras árabes; a la cuestión sobre quienes están en el origen de Al Qaeda o del Estado Islámico y quienes son los que permiten sus movimientos; a cuál es el objetivo de la masiva difusión de los impactantes videos de los crímenes del Estado Islámico mientras se ocultan los de Arabia Saudita y otros aliados de Occidente; a la amplificación de la amenaza que supone el Estado Islámico para Europa (horas y horas de pantalla para los ataque terroristas en París mientras las masacres en los países agredidos son tan cotidianas que ni casi son noticia) mientras que se silencia el enorme peligro que supone el acoso a Rusia, un acoso que los líderes atlantistas han llevado ya a sus mismas puertas, a Ucrania.

“En mi opinión, lo que ocurrió en Túnez en el año 2011 no tenía detrás motivaciones ideológicas o políticas, sino solamente unas reivindicaciones sociales y económicas. Por el contrario, lo que comenzará a suceder en Siria apenas unos meses después de las primeras revueltas en Túnez, de ninguna manera es algo espontáneo: se trata de un proceso absolutamente dirigido, manipulado e instrumentalizado desde el exterior.

Ciertamente, todos estos lodos vienen, estrictamente, de los polvos iniciales que se expandieron por Afganistán. En los primeros años ochenta del pasado siglo XX, la CIA norteamericana, el MI6 del Reino Unido, el ISI -el más grande de los tres servicios secretos paquistaníes-, y el Mukhabarat saudí crearon, con el objetivo de expulsar a los soviéticos de este país, un grupo de extremistas y de fundamentalistas islámicos que llegó a conseguir  reunir a 50.000 combatientes –muyahidines- de más de medio centenar de países. En este escenario hace su aparición por primera vez Bin Laden, que posteriormente, en 1988, fundaría Al Qaeda.

Los principales analistas independientes no dudan en afirmar que en la aparición en Siria del Estado Islámico tuvieron mucho que ver los servicios de inteligencia turcos y los países del Golfo, encabezados por Arabia Saudí que, por cierto, es un país que, de forma oficial, comete actos tan execrables y horrendos como los que comete el Estado Islámico. En 2014, Arabia Saudí ejecutó, por decapitación, a casi un centenar de personas. En algunos casos por ser “responsables” de “crímenes” tan abominables como ser homosexual o cometer adulterio o brujería. […] ha sido a través de la frontera turca como han llegado la mayoría de los combatientes extranjeros –y muy especialmente los procedentes de la UE- que han ido engrosando las filas del Estado Islámico. Una cosa debemos tener clara: si el EI, incluso con la fuerza que tiene en estos momentos, no tuviera apoyo externo, no existiría. Esta es la auténtica realidad.

¿Por qué Youtube acoge millones de vídeos en los que se recogen todas y cada una de las tropelías y salvajadas del Estado Islámico? ¿Por qué ocurre esto cuando si a alguien se le ocurriera, por ejemplo, colgar un vídeo de violencia machista o de pederastia éste apenas duraría unos minutos en el canal? ¿Por qué se siguen manteniendo los montajes audiovisuales del Estado Islámico? ¿Cómo llegan estos vídeos a todas las televisiones del mundo? ¿Por qué todos ellos son distribuidos a través de Site Intelligence Group, una empresa privada de comunicación, de estudios y de análisis norteamericana?

[…] el objetivo es muy claro: expulsar del poder a Bashar al-Asad. Por cierto, no he leído todavía ningún análisis serio sobre lo que realmente significaría expulsar del poder a Bashar al-Asad y que reflexione sobre qué salvajes y extremistas se quedarían con este país en el caso de que esto ocurriera.

Siria, en manos de Bashar al-Asad, era un país socialista que no gustaba a muchos; además, era un país nacionalista árabe, que tampoco gustaba demasiado; y, por si todo esto fuera poco, estaba enfrentado a las monarquías del Golfo, que tienen subyugados a sus ciudadanos. Además, Siria se había enfrentado a Israel –con quién todavía está oficialmente en guerra, pues tan sólo existe un alto el fuego, sin haberse firmado ningún acuerdo de paz- y había apoyado a Hezbollá en Líbano, país al que considera como parte de su territorio histórico.

Si de verdad se quisiera acabar con ellos [con los mercenarios del Estado Islámico], con 50.000 hombres en un terreno desértico, sin medios aéreos y sin defensas antiaéreas, se tardaría apenas un puñado de horas. Tres divisiones acorazadas, con fuerzas especiales y apoyo aéreo y de artillería a distancia, sería suficiente. Por este motivo, a todas esas voces que dicen que el Estado Islámico es poco menos que el enemigo que va a acabar con el mundo, hay que decirles que no es el caso.

En Europa, en mi opinión, la brecha de seguridad más importante se halla en Ucrania. No somos conscientes de lo que estamos haciendo con Rusia. ¿Hasta dónde pretendemos presionar a Rusia cuando sabemos, además, que Rusia es un país que no se va a dejar presionar?”

En segundo lugar quiero enmarcar los análisis del coronel Pedro Baños en un cuadro más amplio: el que proporcionó el general Wesley Clark, comandante supremo de la OTAN durante la guerra de Kosovo. Sus denuncias hacen imposible pensar que tantas y tan terribles guerras como estamos viviendo en estos últimos años sean unos acontecimientos espontáneos e inconexos, a la vez que ponen de manifiesto la autoría estadounidense, que no aparece tan explícitamente en la entrevista anterior. Como reveló en televisión el 2 de marzo de 2007 (declaraciones que él mismo reiteró después en otras ocasiones), tan solo unos días después del 11S de 2001, ya existía un plan secreto para ir derrocando sucesivamente a los gobiernos “incómodos” de Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia y Sudán y, para terminar, Irán.

“Diez días después del 11 de septiembre aproximadamente, fui al Pentágono. Vi al secretario Rumsfeld y al subsecretario Wolfowitz. Así que bajé las escaleras para ver a un montón de gente que solía trabajar para mí. Y entonces uno de los generales me llamó y me dijo: “Señor, venga aquí, tengo algo que hablar con usted un momento”. Y le dije: “Lo siento, estoy muy ocupado”. Y me dijo: “No, no… Hemos tomado la decisión de entrar en guerra con Irak”. Así que dije: “¿Vamos a entrar en guerra con Irak? ¿Por qué?”. Él dijo: “No lo sé”. Dijo: “Supongo que no tenemos otra cosa que hacer”. Así que le pregunté: “¿Hay alguna información que conecte a Sadam con Al-Qaeda?”. Y me dijo: “No, no… no hay nada nuevo en ese sentido. Ellos simplemente tomaron la decisión de entrar en guerra con Irak”. Él dijo: “Supongo que es como si quisiéramos hacer algo con los terroristas. Pero tenemos un buen ejército y podemos derribar gobiernos”. Y dijo: “Supongo que si todo lo que tenemos es un martillo, todos los problemas tienen la forma de clavo”.

Luego fui a verle unas semanas después. Y por aquel entonces ya estábamos bombardeando Afganistán. Y le pregunté: “Entonces ¿vamos a atacar a Irak?”. Me dijo: “No, es peor que eso”. Fue a su escritorio, cogió un papel y dijo: “Acabo de recibir esto de arriba”, queriendo referirse el despacho del secretario de Defensa (Rumsfeld). “Esto es un memorándum que describe cómo vamos a tomar siete países en cinco años empezando por Irak, después Siria, Líbano, Somalia, Libia, Sudán y para terminar Irán.”

Y en una conferencia que impartió el 3 de octubre de 2007 aportó otros muchos e interesantes matices:

“En el 11 de septiembre 2001 no teníamos estrategia, ni acuerdo entre los partidos, ni un buen conocimiento de lo que había sucedido y hemos tenido en su lugar un golpe de Estado político. Tipos sin piedad han tomado la dirección de nuestra política extranjera sin apenas informarnos. […] En 2001 [Paul Wolfowitz] era vicesecretario de Defensa, pero en 1991 era subsecretario, es decir el número tres del Pentágono. Me había dicho que en un periodo de entre cinco y diez años había que limpiar todos estos regímenes entregados a la Unión Soviética: Siria, Irán, Irak… antes de que la próxima súper potencia emerja para desafiarnos. […] El ejército serviría para desencadenar guerras y hacer caer a gobiernos en vez de para impedir los conflictos. […]  Un grupo de personas ha tomado el control del país con un golpe de Estado político: Wolfowitz, Cheney y Rumsfeld. Podría nombrar una media docenas de ellos, colaboradores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC). Querían que el Medio Oriente fuese desestabilizado, fuese puesto patas arriba y puesto bajo nuestro control. […] El plan ha sido anunciado públicamente? ¿Los senadores y diputados han denunciado este plan? ¿Hay algún debate público? No hubo absolutamente. Tenían prisa para acabar con Irak para poder ir a Siria.”

Finalmente un tercer marco, mucho más amplio aún, nos viene dado por Zbigniew Brzezinski, el creador de la poderosa Comisión Trilateral por encargo de David Rockefeller; el hombre fuerte de la Administración Carter; el mayor responsable de la implosión de la Unión Soviética, al hacer de los muyahidines afganos una potente milicia capaz de darles a los soviéticos su Vietnam; el autor del libro El gran tablero de ajedrez: la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, con el que se instauró la doctrina de la dominación de Eurasia, frente a Rusia y China, como la más importante garantía para la continuidad de la supremacía mundial estadounidense; el gran estratega del “divide y vencerás”; el más importante valedor y asesor de Barak Obama…

Estamos ya en una fase diferente de aquella a la que se refería el general Wesley Clark, una fase diferente de la liderada por los neocom del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC), a los que denunció el general, por los neocom que “querían que el Medio Oriente fuese desestabilizado, fuese puesto patas arriba y puesto bajo nuestro control”. Con Barak Obama hemos entrado en la hora de los grandes financieros-“filántropos”, que apuntan ya directamente a Rusia y China mediante unas estrategias que se van desplazando desde el Medio Oriente hacia las fronteras con Rusia y hacia el Extremo Oriente, mientras que los aliados-vasallos europeos (británicos, franceses, alemanes…) terminan la tarea más sucia y violenta en el Gran Medio Oriente con la inestimable ayuda de otros países como Turquía, Israel o las monarquías petroleras del Golfo.

Son las grandes estrategias nacidas en las mentes de Zbigniew Brzezinski y otros como él, así como en las de sus poderosos patronos. Acontecimientos como los que están sucediendo en Ucrania eran previsibles. De hecho, así lo avancé hace más de cuatro años en mi segundo libro, La hora de los grandes “filántropos”, basándome en los análisis de auténticos expertos así como en mi propia experiencia en conflictos africanos. Aunque estos procesos avanzan muy lentamente, a veces de modo casi imperceptible, tal cambio de etapa y estrategias ha empezado a ser tan evidente que hice de él el argumento expuesto en su cubierta trasera:

«Con Barack Obama se ha activado el plan Brzezinski, llamado así por su autor: Zbigniew Brzezinski, el geoestratega creador de la Comisión Trilateral. Avanza hacia su desenlace el gran juego: el dominio de todo el continente euroasiático, que conllevará a la vez el del africano, estrechamente ligado al primero. Simultáneamente, progresa también el proyecto de concentración financiera y de control centralizado de la economía global, tras el cual están igualmente los poderosos patronos de Zbigniew Brzezinski y de otros expertos como él. En el “rescate” bancario, la mayor operación de saqueo de la historia, los bancos de los grandes financieros-“filántropos” han recibido más de 16 billones de dólares, contando solo lo aportado por la Reserva Federal estadounidense. Han salido de “la crisis” aún más fuertes y con las manos más libres que nunca para seguir maquinando y ejecutando su proyecto de dominación global. Y todas las causas que provocaron la crisis siguen en pie. En especial las desregulaciones que hicieron posible una especulación sin límites por parte de las más poderosas corporaciones del Wall Street neoyorquino y de la City londinense.

[…] Pero lo peor parece estar aún por llegar. Este proyecto anglosajón de dominación mundial (económica, política, militar) que está llevando a la humanidad hacia el abismo, es lo que en realidad estamos pagando con las cargas de la crisis. Es mucho más ambicioso, astuto y peligroso que el de los neocom y los halcones del complejo militarindustrial estadounidenses que ocuparon Irak.»