Nos encontramos en una situación de peligro de guerra, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué actualmente no hay marchas por la paz, llamadas a la paz en los medios de comunicación, como en los años cincuenta y sesenta? Las redes que han chantajeado a Trump y que han provocado o explotado un incidente de guerra podrían ser lo suficientemente fuertes para provocar una tercera guerra mundial. 70 años de paz parecen habernos vuelto despreocupados. Pero en estos momentos, estoy más preocupado por la amenaza de guerra que por un colapso financiero.

La orden dada por el presidente estadounidense Donald Trump a la flota estadounidense del Mediterráneo de atacar un aeropuerto sirio ha sorprendido al mundo. Hasta ahora, Trump era –a diferencia de Hillary Clinton, que anunció durante su campaña electoral querer entrar abiertamente en guerra en Siria y Ucrania– un garante de la paz. El hecho de que tan repentinamente haya cambiado de posición radica en razones de política interna:

  • Las altas finanzas estadounidenses y su industria petrolera quieren –junto con Qatar– excluir a Rusia (Gazprom) del paso de petróleo a través de Siria hacia el Mediterráneo y explotar ellos mismos un oleoducto que iría de Qatar al Mediterráneo. Esto sólo es posible sin Bashar al-Ásad. Pero este ha acordado con los rusos mantener la prioridad de Gazprom, y también les ofrece la posibilidad de instalar una base militar en la costa mediterránea. Las poderosas altas finanzas no abandonan sus planes, incluso con Trump, y sólo los pueden imponer eliminando al-Ásad.
  • La industria armamentística de Estados Unidos financió la campaña electoral de Clinton con 7.500 millones de dólares a cambio de un acuerdo para interesarse por ventas de materiales bélicos para una guerra contra Rusia. Ningún presidente puede soportar la presión de la todopoderosa industria de armamento, ya que representa el 70% del stock de capitales de la economía nacional estadounidense. Cualquier persona que quiera crear un boom económico en Estados Unidos debe ocuparse de conseguir pedidos para la industria del armamento, provocando pues la guerra entre quienes utilizan armamento estadounidense.
  • Ciertas partes del Ejército estadounidense creen en la obligación de una confrontación militar con Rusia y China para que los Estados Unidos puedan salvar su imperio del dólar. Después de la elección presidencial, acorralaron a todos los colaboradores de Trump que habían tenido contactos con Rusia para así poder presentar otra vez Rusia como el principal enemigo de Estados Unidos. Con el ataque contra un aliado de Rusia, quieren provocar –mientras los Estados Unidos aún son los más fuertes– una confrontación con Rusia.
  • La guerra también podría representar la última posibilidad de los Estados Unidos para evitar el colapso financiero inminente. Los Estados Unidos están endeudados por una suma de más de 20 billones de dólares, y cada año tienen más de 600 mil millones de gasto militar y déficits permanentes en el comercio exterior. Se encuentran, pues, con su imperio mundial del dólar a punto de colapsar.
  • En dos ocasiones anteriores, los Estados Unidos utilizaron una crisis económica con un boom del armamento en las dos guerras mundiales a fin de alcanzar la hegemonía mundial. Esta vez también el liderazgo de Estados Unidos podría intentar evitar el colapso inminente con una guerra, la guerra como última posibilidad para intentar evitar el colapso asegurado.

Tras la victoria de Trump, creíamos que estábamos protegidos de una aventura militar de Estados Unidos. Pero en las últimas semanas, todo ha cambiado. Las agresiones en política interna parecen tan poderosas que el presidente está obligado a someterse a ello, es decir que los Estados Unidos y su OTAN amenazan al mundo con una guerra inminente.

Hasta el momento no hay pruebas de quien ha perpetrado el ataque con gas venenoso en Siria: al-Ásad –según afirman los estadounidenses– o los rebeldes dirigidos por los Estados Unidos –según afirman los rusos. El hecho de que los dirigentes reales del país hayan forzado inmediatamente al presidente a actuar y que los gobiernos satélites europeos, encabezados por la Sra. Merkel, hayan emitido juramentos de fidelidad y hayan condenado al-Ásad sin que hubiera ninguna prueba, se parece extrañamente al comienzo de la guerra contra Irak (acción de falsa bandera o False Flag Operation).

Estamos en una situación de peligro de guerra, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué actualmente no hay marchas por la paz, llamadas a la paz en los medios de comunicación, como en los años cincuenta y sesenta? Las redes que han chantajeado a Trump y que han provocado o explotado un incidente de guerra podrían ser lo suficientemente fuertes para provocar una tercera guerra mundial.

70 años de paz parecen habernos vuelto despreocupados. Pero en estos momentos, estoy más preocupado por la amenaza de guerra que por un colapso financiero.