Cuando ya no podemos decir la verdad porque la verdad llevará a toda la corrupción, al frágil statu quo, a derrumbarse en un montón de promesas rotas y mentiras, hemos llegado a la perfección de la disfunción.

Conoces la guía esencial para «liderar» en un sistema disfuncional condenado: cuando es grave, hay que mentir. En otras palabras, la diosa secular del statu quo es que no hay ninguna alternativa a mentir, porque la verdad hará que toda la estructura corrupta caiga.

Esta dinámica básica de disfunción es invariable, es decir, que esconder la verdad es la dinámica básica en las relaciones disfuncionales, hogares, comunidades, empresas, ciudades, corporaciones, estados, alianzas, naciones e imperios: cuando no se puede decir la verdad porque amenaza a la estructura de poder del statu quo, este statu quo está condenado.

Mentiras, medias verdades y encubrimiento son manifestaciones de debilidad grave. Mentiras, medias verdades y encubrimientos se comunican: ya no podemos solucionar nuestros problemas reales, y en lugar de aceptar esta verdad debemos enmascarar-la detrás de las mentiras y las falsas seguridades.

La verdad es poder, las mentiras son debilidad. Todo lo que vemos ahora son mentiras, estadísticas diseñadas para engañar y falsas seguridades de que el statu quo es estable y permanente. La verdad es poderosa porque es la dinámica básica de resolver problemas. Las mentiras, las estadísticas avanzadas y las falsas seguridades son fatales porque no hacen ningún esfuerzo sincero para arreglar lo que está roto antes de que el sistema llegue al punto de no retorno.

Ya hemos pasado el punto de no retorno. El oportunismo de las mentiras ya nos ha condenado.

Las cuentas reales de las grandes corporaciones que se han hundido comparten un rasgo clave: en todos los casos, los directivos fueron presionados para ocultar la verdad de la alta dirección, que luego ocultó la verdad de los inversores y clientes.

Esta es también una dinámica clave en las oligarquías fracasadas: si diciendo la verdad os envían a Siberia (o peor), nadie con instinto para la propia preservación dirá la verdad.

Si escondiendo la verdad se salva el trabajo, entonces eso es lo que hace la gente. Que esto condene a la organización es secundario respecto a la propia preservación inmediata.

Un sentido distorsionado de lealtad a la familia, a la comunidad, a la empresa, a la institución, a la agencia o a la nación sigue siendo la «solución» a los problemas desagradables. ¿El padre es un borracho? Esconde la botella. ¿La iglesia es un vivero de adulterio y robos? Hay que mantener la fachada de santidad a toda costa. ¿Los productos de la empresa están fallando? Pinte los labios del cerdo. ¿La verdad estadística no corrobora la historia feliz del partido? Distorsionad las estadísticas hasta que «digan lo que sea necesario». ¿La agencia no ha cumplido su directriz principal? Carga el fracaso directivo a un chivo expiatorio.

Los mentirosos y traidores patológicos se basan en la autopreservación y la lealtad mal entendida para enmascarar su propio fracaso y su corrupción. Una insinuación aquí, un comentario allí, y he aquí, una cultura de la mentira es creada e incentivada.

Ocultar la verdad es lo más beneficioso a corto plazo. Ahora que es grave, debemos mentir. Empezaremos decir la verdad después, después de que todo se haya estabilizado.

Pero mintiendo se asegura que nada se pueda verificar nunca, por lo que nunca habrá ningún punto en el que el sistema sea lo suficientemente fuerte y estable como para sobrevivir a la verdad.

Ahora somos un imperio de mentiras. El statu quo político, social y económico depende de mentiras, medias verdades, cabezas de turco y encubrimientos para su propia supervivencia. Cualquier verdad que se escape de la prisión de las mentiras pone en peligro a todo el edificio podrido.

En un imperio de mentiras, los «líderes» dicen lo que la gente quiere oír. Esto consigue el apoyo de las masas, que prefieren sentir falsas afirmaciones que no requieren ningún sacrificio, ninguna contrapartida difícil, ninguna decisión difícil, ninguna disciplina.

El imperio de las mentiras está condenado. Las mentiras son debilidad e impiden una solución real. La verdad es poder, pero ya no podemos tolerar la verdad porque nos da miedo. Nuestra debilidad es sistémica y fatal.