En el ámbito puro y duro del nacionalismo españolista basta un solo argumento para negar a Catalunya cualquier derecho de autodeterminación: Catalunya es y será siempre España. Argumento del que se sigue una consecuencia incuestionable: según la sacrosanta Constitución, la soberanía y el derecho a decidir sobre una cuestión tan sagrada como esa reside en el conjunto de la sociedad española. En realidad no interesa en absoluto cualquier análisis histórico sobre el encaje de Catalunya en el conjunto de España. Solo interesa el presente. Un presente regido por el sometimiento de las minorías a las mayorías. Sometimiento al que llaman democracia.

Se trata de toda una argumentación tan burda que pierde por ello gran parte de su autoridad. Pero existe otra importante y frecuente argumentación, aparentemente menos poderosa, a favor de dicho sometimiento. Sin embargo, es precisamente su sutileza la que le confiere eficacia. Se trata de esta: aún no se ha conseguido una mayoría independentista y sin ella no se puede dar un paso tan trascendente como el de la “ruptura” de España. Es una tesis argumental tan objetiva y cierta al parecer, que incluso con frecuencia se la oye en boca de personas que se mueven el interior mismo del ámbito independentista. De ahí que sería importante contrastarla mínimamente.

Adelanto ya mi respuesta a la cuestión que da título a este artículo: si nos atenemos a métodos y criterios objetivos y científicos, lo único que pareciera que es posible afirmar es que seguramente no ha existido hasta ahora una mayoría absoluta dispuesta a lograr la independencia por un camino tan conflictivo y traumático como el que está imponiendo el Estado y con los sacrificios personales, familiares y sociales que acompañarán a tanto enfrentamiento. Pero no solo es lícito sino que es necesario preguntarse: sin ese tremendo chantaje por parte del Estado, es decir, si este diese todas las garantías de que tras un referéndum pactado se respetaría la voluntad mayoritaria de la sociedad catalana y se podría acceder a la independencia sin tantos sacrificios y traumas, ¿seguro que no aparecería una mayoría absoluta independentista?

Me parece que es mucho pedir que el 100% de aquellos catalanes que se inclinarían por la independencia, e incluso el 100% de aquellos que el 1-O votaron por la independencia, estén dispuestos a grandes y prolongados sacrificios hasta lograrla. Y eso lo saben muy bien todos aquellos que constituyen el núcleo duro del poder españolista y las cloacas de él, quienes jamás permitirán un referéndum de autodeterminación libre, pactado, vinculante y sin juego sucio. Por tanto nos encontramos frente a un repugnante chantaje y frente a una sibilina farsa travestida de nobles principios e ideales.

Hay, sin embargo, algunos indicios de que en una situación normalizada podría existir una mayoría independentista o de que, de una manera más probable aún, esta se podría ir dando paulatinamente: la tendencia en el voto de la juventud, cada vez más informada y formada; la mayoría aplastante que desea un referéndum; etc. Existen también indicios por vía negativa, como los resultados del último sondeo del CEO. En el caso de que el independentismo hubiese descendido efectivamente 8 puntos hasta quedarse en el 40,8%, tal bajada estaría sobre todo reflejando, en mi opinión, el desfase entre el número de quienes desean la independencia a cualquier precio y el de aquellos independentistas que, por ahora, no están dispuestos a soportar un proceso tan traumático.