«Hemos visto encerrados en la cárcel
hombres llenos de razón»
RAIMON

Con motivo de los atentados de hace un año en Cataluña, se organizaron actos conmemorativos. El más relevante debía ser el convocado en la Plaza de Cataluña con la presencia anunciada del Rey y de las principales autoridades del Estado. De manera insistente, políticos y medios de comunicación de la capital habían instado a los soberanistas a no «politizar» los actos, limitándose a guardar el luto y a acompañar a los familiares de las víctimas en una jornada de reflexión y de recogimiento. Rivera y Casado, además, habían advertido que el soberanismo aprovecharía para atacar la figura del Rey. Sin embargo, la inmensa mayoría de la ciudadanía catalana optó por no asistir al acto oficial, dejando la Plaza de Cataluña casi vacía, sólo con unos cientos de asistentes. Desafortunadamente, algunos de estos dieron la nota. Los que habían exigido respeto por las víctimas y no politizar la jornada, la convirtieron en un acto de apoyo a la monarquía y a la unidad de España. ¡No estás solo!, dirigido al Rey, gritaban exaltados, en vez de expresar su acompañamiento a los familiares de las víctimas.

Mientras la periodista Gemma Nierga iniciaba la presentación en catalán, a pesar de anunciar que durante el acto se hablaría en el idioma de todas las víctimas, también en castellano, estallaron los gritos exigiendo que la intervención fuera en español, con insultos y descalificaciones a la periodista y a los independentistas y a favor de la unidad de España, mientras hacían ondear banderas y símbolos.

Por supuesto, estas imágenes, casi, no han existido para la prensa y la televisión estatales. Como tampoco han mostrado la imagen de la Plaza de Cataluña, prácticamente vacía, con una gran pancarta en inglés que decía al mundo que el Rey no es bienvenido en Cataluña.

¿Por qué se ha llegado a esta situación? Esta es la pregunta que se debería hacer la Casa Real, los dirigentes de los partidos políticos y la prensa estatal. ¿Por qué se ha producido un divorcio tan grande entre la monarquía, las instituciones del Estado y gran parte del Pueblo de Cataluña? Y, también, ¿es esta la imagen que la monarquía española quiere transmitir a sus ciudadanos: la de un Rey arengado por una guardia de hooligans llamativos que no respetan la memoria de las víctimas de un atentado terrorista y que boicotean la intervención en uno de los idiomas oficiales de Cataluña? ¿Y es esta la imagen que España quiere proyectar al mundo, folclórica, fachenda, inculta…? Con una Justicia politizada que está haciendo el ridículo ante Europa.

Es la España de la represión, de la intolerancia, del nepotismo, de la injusticia, de la corrupción… Líderes sociales que ya hace diez meses que están encarcelados sin juicio; la presidenta del Parlamento de Cataluña encarcelada sin juicio por haber permitido un debate en el Parlamento sobre unos temas que el Tribunal Constitucional, meses más tarde, ha considerado ajustados a la Constitución; miembros del Gobierno de Cataluña, encarcelados también sin juicio, acusados ​​de sedición violenta –una violencia que nunca existió–; el presidente de la Generalitat y algunos consejeros exiliados, amparados por la Justicia belga y alemana, las que han negado las euroórdenes de extradición al Tribunal español; artistas condenados a prisión por sus canciones…

Es la España del ¡A por ellos! Es la España que cuando oye hablar catalán brama ¡En español! Es, en definitiva, la España de siempre, la que no quiere cambiar, porque se gusta tal como es. Y, lo peor, es que no tiene quien la quiera cambiar. Los catalanes ya se han cansado de intentarlo.