En el Evangelio podemos leer una afirmación a la que san Francisco de Asís tenía una gran estima: “Dad y recibiréis”. Hoy, entre otros diversos candidatos verdaderamente merecedores del Premio Victoire Ingabire Umuhoza, se lo concedemos a los profesores Christian Davenport y Allan C. Stam, así como al polifacético gestor y escritor Hervé Cheuzeville con décadas de trabajo en África. Pero, a la vez, son ellos quienes nos enriquecen a nosotros.

Es un gran regalo tenerlos hoy con nosotros, incluso aunque no sea de modo presencial. Ellos son para nosotros un descanso y un consuelo en medio de un mundo infectado de supuestos expertos. La inmensa mayoría de ellos no conocedores de la realidad ruandesa o mediocres profesionales. Y algunos pocos, incluso vendidos al gran poder globalista que actúa demasiado criminalmente por todo el mundo y sin descanso.

1. En primer lugar, los profesores Christian Davenport y Allan C. Stam merecen por su gran trabajo Repensando Rwanda, 1994, ser reconocidos como investigadores que han contribuido de manera excepcional a la verdad sobre la tragedia ruandesa. Desde el mismo momento de su publicación esta me pareció tan excepcional por su metodología y sus conclusiones que en mi libro La hora de los grandes “filántropos”, escrito a lo largo de 2010 y 2011, le dediqué todo un apartado. Al igual que antes había hecho nuestro querido y añorado Pierre Péan en uno de los suyos.

Pero no solo me pareció excepcional su informe sino también me lo parecieron otras muchas cosas como son: el proceso personal íntimo de sus autores, su integridad, su coraje frente a tantos ataques recibidos, etc. Otra cosa a destacar es que, como le escribí hace unos días a Lys Rusesabagina, necesitamos aliados estadounidenses, ya que el núcleo del problema reside en el estado profundo de su gran nación. Es también oportuno enviar un gran abrazo a Peter Erlinder, que tanto los ayudó.

2. Y, en segundo lugar, desde el principio consideramos igualmente importante la candidatura de Hervé Cheuzeville. Su obra es tan extensa como la de los dos profesores, aunque, al igual que he hecho en el caso de ellos, solo destacaré ahora uno de sus trabajos: su libro Ruanda, veinticinco años de mentiras. Y también, al igual que he hecho antes, solo me referiré, por la limitación de tiempo, a un par de los motivos por los que, desde mi punto de vista, su persona es muy valiosa para Ruanda.

Ante todo, Hervé es un gran militante en relación a la Shoa. Lo cual será muy importante para neutralizar la gran mentira que consiste en asimilar a ella el “genocidio de los tutsis”. Y, por otra parte, Hervé es también un europeo sin humos de superioridad racional que no solo no desprecia fenómenos religiosos como el de Kibeho, sino que, al igual que yo mismo, sabe cuánto coraje puede nacer de la fe y la esperanza cristianas.

Como también escribí en mi citada carta a Lys Rusesabagina:

“Kagame y quienes lo llevaron al poder y lo sostienen en él son el Mal en estado puro. Aunque pueda sonar a mitología, nos encontramos en el centro de la Gran Guerra, la del Bien contra el Mal. Como la figura de Hitler, Kagame es el Mal personificado. Creo que se equivocan quienes creen que pueden enfrentarse a ese Mal gracias a su valía personal y a su gran capacidad profesional, o a la ayuda de poderes humanos o al apoyo de grandes ONG para los Derechos Humanos, ONG que forman parte del sistema atlantista occidental que ha provocado la gran tragedia que viven Ruanda y Congo. Contra ese Mal solo Dios es capaz de triunfar. Son muchos ya los ruandeses que nos auxilian desde la Presencia de Dios. Presencia en la que Kizito Mihigo sigue elevando sus cantos. Son muchos también los congoleños, con monseñor Christophe Munzihirwa a la cabeza. Con el auxilio de tantos mártires, héroes, profetas y santos, llevaremos sin duda adelante el mandato divino de búsqueda de la verdad, la justicia, la paz y la reconciliación. ¡Ojalá que más pronto que tarde podamos visitar a la madre del Verbo en Kibeho y orar a sus pies dándole infinitas gracias!”

Y para acabar ya, quiero recordar lo que escribió una de estas mujeres excepcionales que componen nuestro jurado: «Es un gran honor reunir a estas grandes personas alrededor de una causa tan noble». La familia de los laureados es cada vez más numerosa y rica. Es un honor el formar parte de esta empresa en torno a Victoire Ingabire Umuhoza.