El 26 de marzo de 2013, me alegré de la llegada a la Corte Penal Internacional del criminal de guerra Bosco Ntaganda. Se «destacó» en atrocidades terribles al frente de grupos armados durante el conflicto de Ituri, a principios del 2000, y después en el del Kivu, los dos en la República Democrática del Congo. No es ningún secreto que el que había sido llamado por sus hombres (y sus niños soldados) como «Terminator», actuaba por cuenta del régimen de Kigali. Además, aún no se sabe con certeza si Ntaganda es un ciudadano congoleño ruandés.

Aún así, Bosco Ntaganda, el juicio del cual está en curso en La Haya, sólo era un títere del hombre que la policía británica acaba de arrestar en Londres mientras estaba a punto de volver a Rwanda. En cuanto a crímenes de guerra, si Terminator puede ser calificado como «pez pequeño», el teniente general Emmanuel Karenzi Karake puede entrar en la categoría de ¡»pez gordo»! Este oficial tutsi (como Bosco Ntaganda) ocupa las funciones de Director de la «NISS», acrónimo en inglés de «Servicios Nacionales de Información y Seguridad», una agencia estatal que reagrupa todos los servicios secretos ruandeses.

Es un magistrado español, el juez Fernando Andreu Merelles, quien está en el origen de esta detención en Londres. En febrero de 2008 acusó al general Karake Karenzi y a 39 oficiales ruandeses más por genocidio y crímenes contra la humanidad. Esta inculpación se hizo como respuesta a las querellas presentadas por las familias de cooperantes i misioneros españoles asesinados en Ruanda: el padre Joaquín Vallmajó y Sala, asesinado en Byumba en abril de 1994, y 3 trabajadores de la ONG Médicos del Mundo, asesinados en enero de 1997 en Ruhengeri. Ha habido que esperar 7 años después de la emisión de una orden internacional de detención por la justicia española, porque el oficial ruandés finalmente haya podido ser detenido. Sin duda, consideró que no corría ningún riesgo viajando al Reino Unido, ya que este país ha sido durante mucho tiempo un aliado incondicional del régimen de Kagame.

Desde que Tony Blair dejó el 10 de Downing Street, cada vez se oyeron más voces en Gran Bretaña poniendo en duda la actuación de Paul Kagame durante y después del genocidio. En octubre de 2014, un documental titulado «La historia no contada de Ruanda» fue transmitido por el canal de televisión BBC2, causando una crisis entre Kigali y Londres. Las autoridades de Rwanda no han soportado que esta película ponga en duda la «verdad oficial» sobre los terribles acontecimientos de 1994, insinuando, en particular, que Kagame bien podría haber dado la orden de abatir el avión del presidente Juvenal Habyarimana. Ahora bien, es este atentado, cometido el 6 de abril de 1994, el que desencadenó las matanzas que han sido calificadas como genocidio. El documental también mostró que la mayoría de las 800.000 víctimas del genocidio eran probablemente hutus y no tutsis, como se afirmó por el régimen de Paul Kagame. Las reacciones del gobierno de Rwanda fueron violentas. Kagame acusó a la BBC de ser «negacionista» y se formó una comisión de investigación en Rwanda para «investigar» el documental y el papel de la BBC. En marzo pasado, la comisión emitió sus conclusiones. Recomendó al Gobierno ruandés que se querellara contra la BBC y rompiera los acuerdos existentes entre Rwanda y esta radiotelevisión británica. En consecuencia, las emisiones en lengua local, muy escuchadas en el país, no se transmiten en la red FM de Rwanda.

Es en este contexto muy tenso que se ha producido la detención del general Karenzi Karake. Para entender la gravedad de los cargos en su contra, primero conviene volver a su carrera y a sus principales «hechos de armas». Aunque oriundo de Ruanda, creció, al igual que Paul Kagame y la mayoría de los actuales dirigentes de Rwanda, en Uganda, donde sus padres habían huido de la «revolución social» que puso fin a la dominación de los tutsis en Rwanda, incluso antes de la independencia de Bélgica en 1962. Contrariamente a quien se convertiría en su jefe, consiguió hacer estudios superiores en la Universidad de Makerere y en la de Nairobi. Otra diferencia con Kagame es que no participó en la guerrilla ugandesa que luchó contra el régimen del presidente Milton Obote en los años 80 y que permitió a su líder, Yoweri Museveni, convertirse en jefe del gobierno de Uganda en enero de 1986. Por el contrario, se unió al Frente Patriótico Ruandés en sus inicios y participó en la guerra lanzada desde Uganda contra el régimen del presidente Juvenal Habyarimana en octubre de 1990. Recordemos que el FPR era originalmente una rama del ejército ugandés formada por oficiales y soldados de origen ruandés tutsi. Durante esta guerra, Karenzi Karake fue el ayuda de campo de Paul Kagame, líder del FPR. Cuando este movimiento político y militar capturó Kigali en julio de 1994, Karenzi Karake fue nombrado jefe de la DMI, los servicios secretos del ejército del FPR. Ya se habían cometido matanzas por parte de este ejército durante los 4 años de guerra, a medida que avanzaba en Rwanda. Estas atrocidades no conmovieron mucho a la opinión pública internacional, porque no había ningún periodista extranjero en territorio controlado por el FPR, cuando abundaban en la zona todavía dominada por los hutus. Esto es lo que explica la conmoción por las matanzas de tutsis, mientras que los homicidios cometidos por los hombres de Kagame fueron ignorados. Uno de los peores crímenes del FPR durante la última parte de la guerra se llevó a cabo el 23 de abril de 1994, cuando la población de Byumba, en el norte del país, fue invitada a reunirse en el estadio de la ciudad que había sido tomada por las tropas del FPR. Durante la noche, estas rodearon el lugar y lanzaron granadas a la multitud antes de ametrallarla con armas automáticas. La matanza duró varias horas y causó miles de víctimas. Karenzi Karake es quien se encargó de la incineración masiva que siguió. Unos días más tarde, los soldados del FPR fueron a la misión católica donde detuvieron a los sacerdotes que había: Joaquim Vallmajó Sala, un misionero español de origen catalán que hacía 26 años que trabajaba en Rwanda, y tres religiosos ruandeses. Un testigo dijo que las cuatro personas fueron asesinadas por los hombres de la DMI y sus cuerpos quemados en las afueras de Byumba. El padre Joaquín era conocido por sus denuncias de violaciones de los derechos humanos, tanto los cometidos por las autoridades de Kigali y las milicias hutus como los cometidos por el FPR. No hay duda de que sabía demasiado sobre la masacre del estadio de Byumba… Las atrocidades cometidas por el FPR continuaron después de su victoria militar de 1994. Sólo en el área de Masaka, entre julio de 1994 y marzo de 1995, 50.000 personas habrían sido masacradas. Los cuerpos fueron quemados. Karenzi Karake y su adjunto Jackson Rwahama Mutabazi organizaron la provisión de gasolina necesaria para este siniestro trabajo. Se cometieron asesinatos masivos contra la población del noroeste de Ruanda, principalmente en las prefecturas de Ruhengeri y Gisenyi a raíz de las operaciones militares que se produjeron entre finales de 1996 y principios de 1997. Miles de civiles fueron masacrados. Los tres voluntarios de Médicos del Mundo fueron asesinados el 18 de enero de 1997 en Ruhengeri. En Kampanga, el 2 de febrero de 1997, un misionero canadiense, el padre Guy Pinard, fue asesinado. Cuatro observadores de la ONU también fueron asesinados el 11 de enero de 1997 en Giciye, así como cinco oficiales de la Misión de Observadores del Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos el 4 de febrero de 1997 en Karengera, prefectura de Cyangugu. Todos los extranjeros asesinados probablemente tuvieron la desgracia de encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado y haber visto cosas que no deberían haber visto. Los misioneros tenían un «defecto» suplementario: hablaban con fluidez el idioma local y sin duda sabían demasiado sobre los crímenes del FPR. La responsabilidad de estas matanzas de civiles y el asesinato de los expatriados se puede atribuir al oficial que dirigía estas operaciones, el general Kayumba Nyamwasa, así como a Karenzi Karake, en su calidad de jefe de la inteligencia militar. Preciso que viví en Ruanda durante este terrible período (1996 y 1998) y que los hechos que menciono en este artículo no eran completamente desconocidos para mí, incluso entonces.

El general Karenzi Karake también participó en la invasión y ocupación de Congo/Zaire, en 1996. Recordemos que durante esta campaña, cientos de miles de refugiados hutus ruandeses fueron implacablemente perseguidos y masacrados en los campos del Kivu, y también durante su fuga desesperada a través de la gran selva congoleña. En 2000, las fuerzas ugandesas y ruandesas, a pesar de ser aliadas lucharon por el control de la gran ciudad diamantífera de Kisangani, durante lo que se llamó la «guerra de los seis días». Según Human Rights Watch, las tropas ruandesas, bajo el mando de Karenzi Karake, mataron a 2.000 civiles congoleños.

Rwanda envió un contingente a Darfur como parte de una misión de mantenimiento de la paz, organizada conjuntamente por la Unión Africana y la ONU. En enero de 2008, el teniente general Karenzi Karake fue nombrado jefe de esta operación denominada UNAMID. Ocupó este cargo hasta abril de 2009. Dada la proliferación de acusaciones relativas a la larga historia del general ruandés y temiendo, sin duda, que fuera revocado o incluso arrestado, Paul Kagame finalmente lo llamó a Rwanda.

Este es el hombre que Scotland Yard ha interpelado, causando una tormenta de protestas en las autoridades de Kigali. España ha solicitado inmediatamente su extradición. La justicia británica decidirá su suerte en días o semanas. Las presiones sobre Londres no faltarán, tanto en un sentido como en el otro. Sin embargo, es deseable que Karenzi Karake sea enviado a España donde podrá responder finalmente de una parte de sus actos. También cabe esperar que esta detención sea sólo el comienzo de un proceso que permita revelar finalmente los numerosos crímenes contra la humanidad cometidos por el FPR durante las guerras de Rwanda y el Congo. Un proceso como este no puede considerarse completo si no permite la detención del mismo Paul Kagame y su traslado a La Haya para ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional. Ya que Bosco Ntaganda, Kayumba Nyamwasa, Karenzi Karake y todos los demás seguían las órdenes e instrucciones de la persona que puede ser legítimamente considerada como el mayor criminal actualmente en el poder.