Después de tres meses de enredar la madeja, la CUP aún no ha podido decidir si facilitará la investidura de Mas y el inicio de la legislatura que debe llevar Cataluña a las puertas de la independencia. Por muchos planes de rescate y programas sociales que se han negociado con Junts pel Sí, al final, se ha hecho evidente el único obstáculo, insalvable, para la CUP: Mas es de derechas.

Amigos de la CUP -y digo amigos aunque ya no os veo con tantas simpatías como hace unos meses-, perdonadme que os diga qué son las derechas, porque creo que nunca habéis vivido bajo la bota de un gobierno verdaderamente de derechas, como los que hemos tenido que sufrir en las Islas Baleares. No es que os lo desee, pero una temporada bajo las órdenes de Gabriel Cañellas o de Jaume Matas, y no hablemos de José Ramón Bauzá, os cambiarían la percepción de la realidad. Esto son derechas de verdad y no los sucedáneos que habéis tenido en el Principado.

Para empezar, la derecha, la derecha de verdad, sobre todo, es anticatalanista. Anticatalanista y anticatalana. Este es el gen predominante en el ADN de la derecha española, ya sea castellana, andaluza, mallorquina o, incluso, catalana. Un buen derechista es, por encima de todo, anticatalán. Rechaza la lengua catalana y hace suyos todos los tópicos que circulan sobre los catalanes. Comprenderéis, por tanto, que lo que más odian es a un independentista catalán, no lo soportan. Y la encarnación de esta perversión política, el summum (alguien diría «el colmo») es Artur Mas. Mirad por donde, aquel en quien habéis concentrado todas vuestras fobias es el mismo demonio al que desprecian los derechistas de verdad. Basta escuchar a los tertulianos de la caverna. ¡Pobre Mas!, en quien personifican todos los males que amenazan a la grandeza de España.

Me diréis que Mas es el culpable de los recortes. Ya lo sé, os lo he oído decir mil veces. Perdonadme otra vez, pero me recordáis algunos colectivos que, en nuestro país, en les Illes, como decís, protestan contra el nuevo gobierno reclamando más recursos para la educación, la sanidad, los servicios sociales, la universidad, el medio ambiente.. ¿Y queréis decir que el flamante nuevo gobierno progresista no tiene sensibilidad social o medioambiental? O, acaso, ¿no será que no hay ni un puñetero euro (con perdón) para gastar porque estamos bajo el yugo de un Estado que nos expolia nuestros recursos fiscales? ¿O no os suena algo parecido en casa? Ya está bien que reclamemos a los gobernantes, del signo que sean, más recursos para las necesidades básicas y el mantenimiento de unos buenos servicios públicos; pero, en el caso de los Países Catalanes, no atribuir los recortes a los que nos tratan como una colonia es engañar a la gente y desviar la atención de lo que, para todos nosotros, es lo esencial: conseguir ser los dueños de los recursos económicos que generamos.

Así que, de nuevo, amigos míos, ¿por qué no pensáis en lo fundamental? A muchos de nosotros, desde les Illes o el País Valencià, nos había hecho tanta ilusión vuestro proceso. Pensábamos que de repente nos podríamos añadir, no sé muy bien cómo; pero estábamos seguros de que nuestros conciudadanos, al ver como edificabais un estado moderno, líder en libertades individuales y colectivas, dinámico empresarialmente, culto y respetuoso con el resto de culturas, nos harían más caso a quines predicamos en el desierto desde hace muchos años. Ingenuos, muchos de nosotros creíamos que seríais el espejo de lo que podría ser nuestro Pueblo, a fin de huir de la hegemonía de una derecha torpe e inculta. Pero estáis a punto de romper el espejo. Todo por un nombre, por una persona.

Me diréis que ¿por qué no se retira Mas, por qué sois vosotros quienes debéis ceder? Cuánta inconsciencia. O no veis Mas que representa a los cientos de miles de personas que han abierto los ojos y se han dado cuenta de que España no tiene remedio. ¿O es que, a los gobernantes de nuestra futura nación independiente, les debemos exigir el pedigrí de haber sido independentistas desde la cuna? Nadie como Mas, tras el franquismo, ha arriesgado tanto: se ha jugado el prestigio y, incluso, su seguridad personal, por la independencia de Cataluña. Diréis que para perpetuarse en el poder. ¿Por dieciocho meses? Dieciocho meses es lo que os ha pedido.

¡Qué paradoja! Sois una organización revolucionaria y estáis a punto de hacer abortar el proceso más revolucionario iniciado en Europa desde hace muchas décadas. Cuánto tiempo deberá pasar para que tanta gente recobre la ilusión si se frustran tantas esperanzas. Pensad en ello, y pensad también en los que esperamos ansiosos vuestra decisión más allá del mar. Que tengáis un buen y clarividente inicio de año.