Más propaganda y escenificación para destruir otro país de la lista

Comenzaré con tres preguntas: 1ª ¿Es creíble la repentina conversión de los inmisericordes mandatarios de la Unión Europea frente a la foto del cadáver del niño Aylan tirado en una playa que frecuentan las élites turcas? 2ª En caso de no ser creíble tan extraña conversión, ¿para qué habrían escenificado semejante farsa? 3ª ¿Somos conscientes de lo mucho que está en juego en Siria y de lo explosiva que es la situación mundial, así como de lo peligrosos que son los líderes occidentales que nos están acercando cada vez más al desastre?

1.     La “prodigiosa conversión” de la Unión Europea

El pasado día 9 de este mes de septiembre, el sublime discurso del presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker a favor de acoger y auxiliar a las columnas de refugiados que vagan por Europa, me dejó atónito. Es posible que superase en emotividad y grandeza a los sermones del mismísimo Martin Luther King. Según se relata en los Hechos de los apóstoles, la conversión de Saulo de Tarso tuvo lugar camino de Damasco, la actual capital de Siria. Ahora los acontecimientos que tienen su origen allí, y más específicamente el éxodo de refugiados (que algunos se empeñan en hacernos creer que son mayoritariamente sirios), parecen haber obrado una conversión mucho más increíble que aquella que transformó a Saulo en el apóstol Pablo.

Jean-Claude Juncker es, ¡oh maravilla!, la misma persona que afirmó tajantemente «No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos». Es también la misma persona que como primer ministro de Luxemburgo debe ser considerado el responsable último de la enorme estafa fiscal continuada que facilitó la evasión de impuestos a 340 de las más grandes multinacionales (entre las que se encuentran Apple, Amazon, Ikea, Burberry, Procter & Gamble, Heinz, Pepsi, JP Morgan o Deutsche Bank), entre las que hay treinta españolas. Se trata de una enorme estafa diseñada por PricewaterhouseCoopers (PwC), una de las cuatro mayores firmas de auditoría y consultoría del mundo, que a su vez tenía en España a Luis de Guindos como responsable del área financiera. Es decir los supuestos vigilantes son en realidad promotores de estafas.

Jean-Claude Juncker es por tanto el responsable de la estafa que supuso la pérdida de cientos o miles de millones de euros para las arcas de diversos países europeos. Es el responsable de la estafa que empobreció aún más a los ciudadanos europeos con menos posibilidades económicas (millones de los cuales viven ya al límite de sus posibilidades), mientras que ejerciendo a la vez de presidente del Eurogrupo, imponía sin misericordia alguna la austeridad en Grecia, Portugal, o España para intentar reducir sus déficits públicos a toda costa. Es el responsable de una “magistral” estafa tras la que no solo no se le pidieron responsabilidades sino que el mundo del gran capital lo elevó a la presidencia de la Comisión Europea.

Pero además, los emotivos aplausos en el hemiciclo tras tan conmovedor discurso evidenciaron que tan prodigiosa conversión se produjo no solo en la persona del actual presidente de la Comisión Europea sino en toda la Unión Europea. Por lo que solo caben dos alternativas: o se trata de un milagro que supera a los que nos relatan los primeros libros cristianos o tenemos frente a nosotros a unos cínicos sin remedio que, además de ser responsables de un incalculable sufrimiento, nos toman por idiotas. No se trata de buscar conspiraciones sino, simplemente, de no ser los idiotas que ellos consideran que somos. En la frase final del magnífico video La verdad detrás de Siria se les dice a quienes consideran que todos estos análisis son demasiado conspiratorios: “Necesitas madurar”. Se trata, sencillamente, de que unos comportamientos tan repentinos y “sublimes” no creo que tengan la menor credibilidad; de que, precisamente por su artificiosidad, por darse en la cúpula misma de la Unión Europea y por ir acompañados de semejante despliegue mediático, están delatando algo; de que hay que buscar, por tanto, una explicación realista de un cambio tan rápido y radical en niveles políticos tan elevados

Estamos sufriendo una campaña mediática excepcional, a la que no sería extraño que sucedan decisiones o acontecimientos también excepcionales. Quienes mueven desde las sombras a las fuerzas que vemos actuar a plena luz financiera y militarmente siempre operan de la misma manera, siempre movilizan tales campañas de propaganda. Cuando todos los grandes medios presentan al unísono la misma primera página y la misma fotografía, manipulando así las emociones en esta era de la imagen, debemos empezar a preocuparnos. Desde mi punto de vista, esta campaña que expone sin cesar la dolorosa situación de los refugiados, no solo oculta las verdaderas causas de ese éxodo sino que las suplanta por otras falsas. Antes de entrar en el análisis de todas estas realidades, miremos un poco hacia atrás, recordemos un poco la historia más reciente.

2. Un poco de historia reciente

Siria, con todas las deficiencias democráticas que se quieran criticar desde nuestro occidente tan “modélico”, era hasta 2011 uno de los países más estables, cultos y prósperos del Medio Oriente, en el que convivían armónicamente diversas religiones. Pero tiene la desgracia de estar situado en un lugar demasiado estratégico del Oriente Medio, de ser un gran aliado de Irán y del pueblo palestino y de no haberse plegado ni a los imperialistas estadounidense ni a los sionistas extremistas.

Frente al sesgado y falsario relato oficial de los acontecimientos sirios que es difundido masivamente en los medios dominantes; frente a la veracidad que se ha concedido durante años, sin cuestionamiento alguno, a las pruebas aportadas por una de las partes del conflicto, como es el Observatorio Sirio de Derechos Humanos; frente a la presentación tendenciosa del éxodo de los refugiados hacia el interior de Europa; frente a las extrañas circunstancias que rodean a ciertas fotos emblemáticas como la de Aylan, difundidas tan al unísono por todos los grandes medios; frente a los análisis de aquellos expertos que se limitan a citar al Observatorio Sirio, Amnistía Internacional o Human Rights Watch como únicas fuentes de información en este conflicto… frente a todo eso, no deberíamos olvidar los precedentes que ya hemos vivido en los casos de Irak, de Ruanda-Congo o de Libia. Porque los pueblos que no estudian u olvidan la historia son fácilmente manipulables.

No deberíamos olvidar tantas poderosas campañas de propaganda anteriores, en las que se difundieron masivamente las doctrinas oficiales que interesaban al Occidente agresor. Campañas masivas en las que el lugar central siempre estaba ocupado por la escenificación de esas doctrinas oficiales mediante ciertas fotos emblemáticas y ciertos falsos testimonios creados para conmover a la opinión internacional. No deberíamos olvidar tampoco el cinismo de aquellos mandatarios internacionales que utilizaron todo esto para iniciar guerras de agresión. No deberíamos olvidar el caso sobre el que se justificó la I Guerra del Golfo: el de la hija del embajador de Kuwait en Washington que, sin haber abandonado Washington, en octubre de 1990 se hizo pasar por una enfermera que trabajaba en Kuwait y relató entre sollozos en el Congreso estadounidense como los invasores iraquíes sacaron a centenares bebes prematuros de sus incubadoras y los dejaron morir en el suelo. O el caso con el que se justificó finalmente la invasión de Irak: el del falso testigo de la existencia de armas de destrucción masiva, el exiliado iraquí Rafeed al-Janabi, con el nombre de código Curveball, utilizado por la CIA para fundamentar la solemne declaración del secretario de Estado, Colin Powell, ante las Naciones Unidas a comienzos de 2003, exhibiendo fotos que eran en realidad un montaje. O a nuestro incalificable José María Aznar afirmando con una impresionante autoafirmación: “El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva. Pueden creerme […] les estoy diciendo la verdad”.

No deberíamos olvidar tampoco como sobre el testimonio de un único y falso testigo, agente secreto de los agresores del Frente Patriótico Ruandés, un tal Jean-Pierre Turatsinze, pudo ser impuesta masivamente la tesis de la planificación del genocidio de la primavera de 1994. O la rápida adjudicación, por parte de todos los medios del mundo, a “los extremistas hutus” tanto del doble magnicidio del 6 de abril como del asesinato de los tres Médicos del Mundo españoles en febrero de 1997. No deberíamos olvidarnos del enorme poder de manipulación y de la increíble impunidad de las que estas gentes gozan año tras año, guerra de agresión tras guerra de agresión; no deberíamos olvidarnos de cómo otras generaciones anteriores a la nuestra fueron manipuladas de modo planificado y sistemático hasta que ya fue demasiado tarde y la hecatombe arrasó todo.

El hecho es que tanto la invasión de Afganistán (que era, según nos decían, la base de los “perversos” talibanes, “perversos” pero creados por Zbigniew Brzezinski, mano derecha del gran financiero David Rockefeller y verdadero hombre fuerte en la sombra tanto del Gobierno de Jimmy Carter como del de Barak Obama) como la invasión de Irak (que era, según nos decían, el verdadero “eje del mal”, poseedor de armas masivas y aliado de Bin Laden), fueron precedidas por unas poderosas campañas mediáticas en las que se adjudicó arbitrariamente la autoría de los atentados del 11S a afganos e iraquís. Igualmente la conquista y posterior expolio del inmenso y riquísimo Congo fue precedido por una potente campaña de demonización del “régimen genocida hutu” de Ruanda (régimen que previamente se había negado a convertir su pequeño país en la base de operaciones para el derrocamiento de Mobutu).

Así mismo, los terribles bombardeos de la OTAN en Libia fueron realizados tras “bombardear” también a la opinión mundial con mentiras como la de que el “tirano” Gadafi estaba bombardeando masivamente la ciudad de Bengasi o la de que sus tropas violaban sistemáticamente a las mujeres de las zonas en las que operaban. Finalmente (por ahora, ya que en el horizonte está siempre pendiente la eliminación del que podríamos llamar el gran obstáculo, Vladimir Putin) se le ha adjudicado al “sátrapa” Bashar al-Assad todo tipo de crímenes, como el de la utilización de armas químicas que provocó un millar de víctimas, trescientas de las cuales eran niños; utilización de armas químicas que debía forzar y justificar la intervención directa de Estados Unidos en el conflicto; utilización de armas químicas sobre la que alguien tan respetable como Carla del Ponte (fiscal general de los tribunales ad hoc de la ONU para Yugoeslavia y Ruanda) declaró que había indicios suficientes como para atribuirla más bien a los llamados “rebeldes”; utilización de armas químicas que el periodista Seymour Hersh, ganador del Premio Pulitzer, adjudico a Turquía y al grupo al-Nusra basándose en un documento altamente clasificado de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos.

3. Falseando los acontecimientos en torno a Siria

Ahora volvemos a ser “bombardeados” con una campaña en la que nunca se hace referencia a las premonitorias denuncias del general estadounidense Wesley Clark alertando, con varios años de anticipación, sobre el plan de sus jefes políticos, según el cual “la guerra contra el terrorismo” no se detendría en Afganistán sino que también serían derribados en unos pocos años los regímenes de Irak, Libia, Siria, Líbano e Irán. Ni se hace nunca referencia a las afirmaciones realizadas por el ex ministro de Asuntos Exteriores francés, Roland Dumas, sobre el hecho de que Gran Bretaña ya estaba entrenando y apoyando a rebeldes sirios al menos dos años antes de la revuelta supuestamente popular, con el objetivo de derrocar a Bashar al-Assad del poder. Y, mucho menos, aún se hace referencia a hechos igualmente reveladores pero más antiguos como el complot que debía responsabilizar al presidente sirio Bashar al-Assad del asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri pero que acabó en el escándalo de los falsos testigos y la renuncia del alemán Detlev Mehlis; complot en el que el actual director de Asuntos Políticos de la ONU, el estadounidense Jeffrey Feltman (de quien depende Staffan de Mistura, representante de Ban Ki-moon para Siria) fue quien, en sus tiempos de embajador de Estados Unidos en Beirut, organizó la viciada comisión investigadora y el Tribunal Especial que debía encargarse de condenar al presidente sirio.

Se trata de una campaña en la que nunca se hace referencia a los miles de cables de Wikileaks que sacan a la luz los millones de dólares con los que Arabia Saudita o Estados Unidos crearon y armaron la llamada rebelión popular siria a la vez que financiaron la propaganda para demonizar al régimen sirio. Ni se hace nunca referencia a como los gobiernos occidentales se apresuraron a reconocer a la Coalición Nacional de Oposición Siria y las Fuerzas Revolucionarias (una coalición de varios grupos rebeldes formada en Doha, capital de Qatar) como el único representante legítimo de las aspiraciones del pueblo sirio. Ni se hace nunca referencia a la investigación de Seymour Hersh, que reveló que el presidente Barack Obama y el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, habían llegado a un acuerdo secreto a principios de 2012 según el cual la CIA y el M16 británico trasladarían las armas pesadas de Muamar el Gaddafi fuera de Libia y las utilizarían para abastecer al Ejército Libre de Siria. Ni se hace nunca referencia a como Turquía, Arabia Saudita y Qatar proporcionarían los fondos para esta operación que estaba bajo los auspicios de una entidad australiana. Ni se hace nunca referencia a los informes del exempleado de la NSA Edward Snowden según las cuales el Estado Islámico es un monstruo creado por la CIA, el Mosad y el MI6, y financiado, según la misma Hillary Clinton, por las monarquías petroleras árabes. Ni se hace nunca referencia a que una de esas familias reales, la de Arabia Saudí, financió los ataques del 11S según reveló Zacarias Moussaoui, uno de los acusados por los atentados; financiación que, según se cree, está documentada en las 28 páginas del Informe del Senado de 2002, páginas que las presiones de diversos senadores no consiguen que se hagan públicas, ya que fueron clasificados por orden de George W. Bush para proteger las relaciones entre Washington y Riad…

Podríamos llenar varias páginas más con informaciones parecidas a estas que evidencia que estamos sufriendo una campaña que oculta las verdaderas causas, origen y responsables del conflicto de los refugiados.  Pero se trata de una campaña que no solo oculta sino que además sustituye esas causas, origen y responsables: es una campaña que lleva a la conclusión de que habría que “hacer algo” en Siria para ayudar a esas gentes que, según nos dicen, “huyen de los terroristas islamistas y del régimen de Bashar al-Asad”. El sábado 19 de este mes de septiembre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, lo formulaba ya claramente: “es urgente […] solucionar el problema desde la raíz, […] Bashar al Assad debe dejar el poder”. Y punto. Ayer mismo fue incluso Barak Obama el que lo dejó claro: “para acabar con el Estado Islámico [que ellos mismos han creado] es necesario un nuevo líder en Siria”. Así, pronto podrán decir: objetivo conseguido, derribado uno más de los regímenes que había que derribar. Y los ridículos monaguillos de esta liturgia belicista occidental repiten al unísono esta misma jaculatoria.

El conservador David Cameron, que se encamina triunfal a la conferencia anual de su partido (la primera a la que acude respaldado por una mayoría absoluta en el Parlamento) pero que está siendo criticado por algunos altos cargos militares por su gestión en los conflictos de Libia y Siria, pretende obtener el respaldo del Parlamento para participar en los bombardeos en suelo sirio. Y el socialista François Hollande, ya está de hecho bombardeando Siria. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso consideró que el ataque aéreo de Francia contra las posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria, hace un par de días, sin la autorización de Damasco ni del Consejo de Seguridad de la ONU, es “el exterminio del derecho internacional”. “¿Con qué derecho actuáis en el territorio soberano de un país sin consultar con su Gobierno legítimo, que lucha valientemente con ese mismo EI?”, interpeló la portavoz oficial de la cancillería rusa, María Zajárova.

Y en cuanto a los llamados expertos, muchos de ellos han jugado el papel de conciencia crítica contra la, según ellos, “apática inacción” de los “moderados” gobiernos occidentales, en especial el de Barak Obama frente al “tirano” Assad. ¡Curioso rol el de estos expertos tan sensibles frente a determinados “tiranos” y tan comprensivos respecto a otros como los de las totalitarias monarquías petroleras de la península arábiga o como Paul Kagame, imputado por la justicia por crímenes masivos aunque formado y sostenido por Estados Unidos! Así podemos observar como Bruce Maddy-Weitzman, investigador principal del Centro de Estudios de Oriente Próximo en la Universidad de Tel Aviv afirmaba hace unos días: “La actual crisis de refugiados está demostrando con crudeza que la inacción de los países occidentales desde 2011 tiene un elevado coste”. O como el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty, que hacía ya en 2011 un llamamiento al Consejo de Seguridad de la ONU para que se actuase en Siria de manera rápida y decisiva, como se actuó contra Libia.

Pero quienes osamos afirmar que los refugiados huyen en realidad de las guerras promovidas por Estados Unidos y sus comparsas, nos convertimos ipso facto en radicales. Quienes nos atrevemos a recordar que, para acabar con el “incómodo” Bashar al Assad, se han servido, en una primera oleada, de los Hermanos Musulmanes, en una segunda de Al Qaeda y en esta tercera del Estado Islámico, el Frente Al Nusra y otras organizaciones similares, ya sabemos lo que nos espera: el vacío en los ámbitos académicos y mediáticos “serios”, o incluso el descrédito. Se nos dice: “Tales cosas no las afirman ni tan siquiera las grandes ONG de derechos humanos”.

Para mí esta ha sido una de las realidades más duras de estos años: que mientras tantos profesionales de los derechos humanos, académicos y supuestos expertos, que tienen tan buenos espacios en todos los medios, siguen hablando de revoluciones internas en estos países, haya tenido que ser un general estadounidense, el comandante de la OTAN durante la guerra de Kosovo, quien haya denunciado la planificación por su propio Gobierno de las intervenciones encubiertas que los desestabilizarían y los arrasarían. Es absoluta mi decepción respecto a estos profesionales que no solo no han hecho sus deberes sino que, una vez desenmascarado este proyecto devastador, parece como si lo desconocieran o como si no quisieran referirse nunca a informaciones como las que proporciona el general Wesley Clark. Lo cual hace pensar incluso en complicidad directa. Resulta sumamente penoso oír en estos días a supuestos expertos decir, en el horario de más audiencia de la cadena SER, que el 90% de las víctimas de este conflicto las ha causado el régimen y que Assad debe desaparecer de la escena. Pero ¿qué podríamos esperar de ONG creadas y/o financiadas por la administración estadounidense o por gentes como George Soros?

Una práctica que me parece especialmente repugnante es la de no referirse nunca a lo que en los Principios de Núremberg se definió como crímenes contra la paz o crímenes de agresión internacional y el denunciar exclusivamente los posteriores crímenes y violaciones de los derechos humanos que se producen en las guerras, metiendo en el mismo saco a agresores y agredidos. ¿Qué se podía esperar que ocurriese en medio del absoluto descontrol que se da en las guerras? Y es que en realidad los principios de Núremberg fueron desactivados por la doctrina del R2P. Ocurrió años antes de que en España fuese desactivado el principio de jurisdicción universal. Sirviéndose de la supuesta pasividad de la llamada comunidad internacional frente al genocidio ruandés de la primavera de 1994, los globalistas y sus think tanks corporativo-financieros llegaron a un consenso general según el cual el Orden Mundial unipolar basado en el “derecho internacional” y en “las instituciones internacionales” tienen primacía sobre la soberanía nacional.

Así los derechos humanos (todos ellos individuales) y la “responsabilidad de proteger (R2P)” se han convertido en el argumento y el impulso para imponer militarmente el “derecho internacional”. El R2P aparece después de que se haya conseguido generar dentro de una nación la sedición y la violencia financiadas desde el extranjero para desmantelar los estados-nación. Curiosamente, de modo simultáneo, las agendas de las grandes ONG anglosajonas se ajustan perfectamente a este consenso de los globalistas y sus think tanks corporativo-financieros. En 1950 los Principios de Núremberg consideraron que el inicio de una guerra de agresión era “algo esencialmente perverso” y que

“[…] iniciar una guerra de agresión […] no es sólo un crimen internacional, es el mayor crimen internacional, diferenciándose de los otros crímenes en que contiene en sí mismo la perversidad acumulada de los otros”.

Por el contrario, Alison Des Forges, la gran experta de Human Rights Watch, por poner un solo ejemplo, que tuvo durante años un importante papel en la imposición al mundo de la doctrina oficial del dossier ruandés, afirmaba:

“Nosotros no investigamos sobre quiénes desatan la guerra. Vemos la guerra como un mal, e intentamos impedir que la guerra sirva de excusa para las violaciones de los derechos humanos.”

Por eso escribí en mi segundo libro:

“Muchos quisieran reducir todo a categorías meramente individuales, quisieran que nos desentendiésemos de cualquier análisis político y también de la soberanía y los derechos de los pueblos, quisieran […] que no se hablase más de los Principios de Núremberg. […]. El problema es que los agresores ya no son los nazis sino Los Aliados.”

Pero ahora, tras los atentados en el corazón mismo de Europa y tras la actual avalancha de refugiados, Francia invoca ya la “defensa propia” para bombardear Siria sin consultar a su gobierno legítimo. Se trata en definitiva de evitar a toda costa que una guerra de agresión internacional sea reconocida como tal. Así, hubo que ignorar mediáticamente la agresión de Uganda a Ruanda, en octubre de 1990, u ocultar las decenas de miles de mercenarios internacionales que han venido actuando en Libia o Siria. Según nos dicen, los agresores de Ruanda, Libia o Siria han sido o siguen siendo rebeldes del propio país. En este sentido, la “defensa propia», que invoca François Hollande, puede ser aún más eficaz que la “responsabilidad de proteger”, puede ser más fácilmente aceptada por nuestras sociedades.

4. Objetivos de tanta propaganda y escenificación

No me cabe duda alguna de que, una vez más, una campaña como la actual delata que traman algo importante e inconfesable. Y no creo que el deseo de aparecer como líderes compasivos y solidarios sea un objetivo suficiente para explicar la farsa vivida en el hemiciclo europeo durante el discurso de Jean-Claude Juncker. Se trataría tan solo de un objetivo intermedio que apuntaría a otro más importante como la legitimación moral de una intervención aún más potente y descarada en Siria para deponer o eliminar a Bashar al-Assad. No creo que sea fácil identificar con seguridad los objetivos precisos que buscan con esta nueva campaña mediática masiva o, en términos de Noam Chomsky, con esta nueva “ilusión necesaria para sostener el sistema”, esta nueva ficción creada por el sistema que domina todo en nuestro Occidente. No es fácil identificar sus objetivos porque, entre otras cosas, el Imperio es tan oportunista como los leones: actúan según conviene en cada momento en función de los acontecimientos, al igual que los felinos dominantes que se apropian de las piezas de otros. No es fácil identificar sus objetivos pero no me cabe duda de que esta nueva campaña apunta hacia algunas metas.

En el caso Ruanda-Congo, se necesitaron un par de años para descubrir que tras tanta agresión militar “liberadora”, tras tantos titulares y fotos en las primeras páginas en torno al genocidio de los tutsis en la primavera de 1994 (mientras reinaba un absoluto silencio sobre las masacres masivas sufridas por la mayoría hutu desde octubre de 1990), tras la gran farsa mediática del retorno “voluntario” de los refugiados hutus a su “querida” Ruanda en 1997 (mientras se masacraba sistemáticamente a cientos de miles de ellos en la selva del Congo)… había objetivos tan inconfesables como el coltan, el oro o el uranio del Congo. Ellos, con su avanzada tecnología y su privilegiada información, siempre van por delante. Por lo que habrá que ver en los próximos meses hacia a donde apunta toda la actual campaña.

Aunque no se los pueda leer en los medios convencionales de comunicación, son bastantes los expertos que desconfían de las razones de una avalancha tan repentina de refugiados, a los que Turquía ha facilitado la salida hacia Europa de la noche a la mañana; que desconfían también del itinerario que siguen precisamente hacia el corazón de Europa (en el que no podemos olvidar que se incuba el grave conflicto de Ucrania); que desconfían también de tan masivo pero sesgado tratamiento mediático así como de la omnipresencia de la terrible foto del pequeño cadáver de Aylan en una preciosa y cercana playa turca; que no entiende como su padre volvió sobre sus pasos hacia el país en guerra del que su familia huía para enterrar allí el cadáver de Aylan…

No se trata ni mucho menos de negar la terrible realidad de las columnas de refugiados ni la del cadáver de Aylan. Pero, al mismo tiempo, es evidente que tales realidades están rodeadas de diversos elementos extraños y que sobre ellas se ha construido una gran operación de propaganda. Al igual que los ataques a Charlie Hebdo estuvieron rodeados de elementos tan extraños como el suicidio dos días después del comisario que los investigaba, Helric Fredou, o como el montaje fotográfico que colocaba a los líderes políticos a la cabeza de la gran manifestación de aquellos días en París.

¿Cuál o cuáles podrían ser los objetivos de una campaña mediática tan intensa, una campaña iniciada tras la repentina y extraña apertura de las fronteras turcas para que estas masas de refugiados iniciasen su marcha? Algunos analistas creen que a Turquía, Israel, Arabia Saudita y Qatar ya les es imposible derrotar militarmente a Siria y que, para chantajear a las potencias occidentales forzando su intervención, se está facilitando la entrada de los refugiados en los territorios europeos. Cuantos más emigrantes lleguen a Europa, mayor será el problema de Europa, mayor la conmoción social e incluso el miedo. Y más fácil será para los gobernantes europeos el argumentar que “hay que hacer algo por Siria”. Es un análisis probable. No tanto porque Estados Unidos esté en posiciones más moderadas que estos otros cuatro jinetes del Apocalipsis sino porque el imperio, siguiendo la doctrina Brzezinski, parece apuntar ya directamente a Rusia y China.

Sin embargo, como afirman algunos otros expertos, el general John Allen, representante de Barak Obama en la Coalición Internacional contra el EI y compañero de conspiraciones con otros personajes como el general David Petraeus o Hillary Clinton, ha estado utilizando a Turquía a todo lo largo de este conflicto. Pero el escándalo provocado por el descubrimiento de la manipulación de la información sobre este conflicto por parte de esta camarilla de intrigantes (al igual que Dick Cheney, en su momento vicepresidente de Estados Unidos, “arregló” los hechos para justificar la invasión de Irak), ha acabado con la dimisión del general.

A mí no me cabe la menor duda de que decisiones tan importantes como la de abrir a los refugiados las fronteras turcas no pueden ser tomadas sin el asentimiento estadounidense. Creo incluso que, como reveló el general Clark, la iniciativa es estadounidense. La iniciativa de crear el actual caos en el Oriente Medio es imperial (sin analizar ahora el grado de responsabilidad en ella por parte de los poderosos y extremistas lobbies proisraelíes estadounidenses). Es posible que, al igual que hizo en Libia, Estados Unidos deje ahora el trabajo sucio a cargo de David Cameron, François Hollande, etc. Pero el hecho consumado es que, “gracias” al EI, el imperio occidental tiene ya servida en bandeja la excusa, que no llegaba a encontrar, para bombardear masivamente Siria. Hace un año exacto que ya bombardean territorio sirio.[1] Por lo tanto, lo que estarían preparando con una campaña tan potente de propaganda sería algo más definitivo aún que los bombardeos hasta ahora realizados.

Podemos apuntar otras hipótesis sobre los posibles objetivos de esta intensa campaña, hipótesis con suficientes elementos para ser creíbles y que son compatibles entre sí. Pero no me parece que sean los objetivos principales de ella. Serían unos objetivos secundarios y sobrevenidos. Uno de ellos podría ser el de la obtención de mano de obra barata y cualificada. Basta citar al presidente de la patronal alemana, Ulrich Grillo, refiriéndose a los refugiados: “Debido a nuestra evolución demográfica, con la inmigración garantizamos el crecimiento y la prosperidad”.

Otras hipótesis, formuladas por expertos serios pero que me resultan tan graves y desoladoras que no atrevo a tenerlas aún en consideración, son las que relacionan la avalancha de refugiados provenientes de Turquía con el debilitamiento de Europa y hasta la desestabilización de Europa.[2] O incluso con las estrategias que buscan ya directamente el acoso de Rusia mediante la desestabilización de Europa Oriental, y más específicamente la de los países filo rusos de los Balcanes: Macedonia, Serbia y la República de Srpska. Para los EEUU, los Balcanes serían un futuro “patio” islámico terrorista, pensado como una «fuerza de reserva» para presionar a Europa en el momento adecuado.

Personalmente creo que, aunque Siria no llegase a sufrir una mayor agresión occidental directa con bombardeos masivos como los que se realizaron en Libia, la legitimación moral del proyecto criminal de dominación que Estados Unidos reactivó tras el 11S es por sí misma un objetivo más que suficiente para desplegar la agobiante campaña que sufrimos y justificar no solo lo que están haciendo en Oriente Medio sino sobre todo lo que, con toda seguridad, seguirán haciendo allí. Y ahora toca Siria. Lo cual explica el empeño en convertir en sirios incluso a los refugiados que no lo son. Durante estos últimos años he insistido en que el enorme poder financiero y la aplastante fuerza militar occidentales no son suficientes para llevar a cabo un crimen contra la paz sin en el apoyo de esa tercera pata que es la legitimación moral: “estamos viviendo un choque de civilizaciones”, “nosotros somos los buenos”, “el terrorismo islamista es el gran Satán”, etc.

De hecho la madrastra del austericismo ya se está convirtiendo en la Madre Ángela Teresa. Y la Unión Europea, responsable del caos vandálico que arrasa Irak, Libia, Siria se está convirtiendo, por medio de figuras tan emblemáticas y “magnánimas” como la del presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Junckers, en el padre generoso que acoge a cientos de miles de refugiados. Todo esto es ya un objetivo que justifica suficientemente semejante campaña. Sin tal legitimación moral, la sociedad europea, cuya solidaridad, muy superior a la de sus representantes políticos, ha quedado en estas fechas de manifiesto, no soportaría con su trabajo y sus impuestos nuevas campañas militares en Siria.

Por eso es tan importante la foto de Aylan. Gentes demasiado perversas pero muy bien remuneradas trabajan intensamente desde hace tiempo para lograr crear en nuestras mentes asociaciones como la que liga el cadáver de Aylan al presidente sirio Bashar al Assad. Tan solo entraremos en la verdadera vía de solución de esta gran tragedia cuando nuestra sociedad manipulada empiece a hacer la asociación correcta: aquella en la que el pequeño cadáver de Aylan y tantos otros crímenes contra la paz están ligados al proyecto de dominación denunciado por el general Wesley Clark y a la sumisión a él por parte de tantos gobiernos occidentales, incluidos todos los del PP y del PSOE.

5. Conclusiones prácticas para nosotros aquí y ahora

La reacción de nuestra sociedad mallorquina frente a esta crisis me recuerda demasiado a la que se vivió en relación a Ruanda a partir del abril de 1994. Fue una reacción de una ciudadanía conmovida que, como el tiempo nos ha demostrado, careció de rigor suficiente, por causa del falseado análisis de los hechos. Un análisis que, dolosa o inconscientemente, nos presentaron casi unánimemente todos los grandes medios. Actuar de nuevo sin ton ni son, sin un análisis correcto del conflicto, viciará nuestras buenas intenciones y los resultados de nuestra solidaridad. No entiendo a quienes quieren ayudar a los refugiados y al mismo tiempo no dicen ni una palabra sobre una OTAN que arrasó Libia o que no tienen ni idea de cómo Occidente ha desestabilizado Siria. Dicen que no se puede estar en la procesión y repicando. Visto que casi todo el mundo parece estar en la procesión, yo prefiero seguir dedicándome a recordar que el proyecto de dominación atlantista continua avanzando y que mientras España siga formando parte de la OTAN seremos corresponsables de los grandes crímenes contra la paz que, en un número creciente de países, están provocando un sufrimiento tan atroz y una devastación tan increíble en pleno siglo XXI.

Una cosa es cierta: todos tenemos una parte de responsabilidad personal en tanta muerte y desolación. Tenemos tiempo para muchas cosas pero no suficiente interés por entender las causas de tanto sufrimiento y muerte. Jon Sobrino se lamentaba con toda razón de un gran problema: no hay en nuestra sociedad suficiente “voluntad de verdad”. Y si no tenemos voluntad de informarnos, somos fácilmente manipulables. Este caos es obra de un propósito anglosajón de dominación. Se trata de un proyecto al que, como demuestran múltiples cables de Wikileaks y sobre todo los hechos, los dos grandes partidos españoles han ofrecido una absoluta sumisión. Desde que Felipe González nos introdujo en la OTAN, los últimos gobiernos españoles se han sometido sistemáticamente a los dictados de la administración estadounidense. Las bases de Morón y Rota son una realidad indigna y somos miembros de la criminal OTAN.

Es increíble el alto porcentaje de políticos irresponsables, o incluso sonados y/o criminales, que en estas últimas décadas deciden por nosotros sobre la vida y la muerte de naciones enteras. En España no solo hemos tenido al José María Aznar de las Azores sino que estamos oyendo en estos días al “carismático” Felipe González decir cosas como esta: “El estado de sitio del Chile de Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que el paraíso de paz y prosperidad de Maduro”. O como esta en relación a Catalunya: “Stalin autodeterminó a millones de soviéticos a Siberia”.

Quiero acabar mi intervención invitando al grupo Podemos (que la organizó), a Laura Camargo y Alberto Jarabo (que me acompañan en esta mesa), que en estas graves cuestiones internacionales sean también enérgicos. Hay mucho más motivo para no dejar de “tirar de la cuerda” frente a estos grandes crímenes que frente a algunos nombramientos recientes nada ejemplares en nuestra comunidad. Hay que desenmascarar a aquellos políticos y partidos que ante las cámaras juegan a la compasión en esta tragedia de los refugiados, pero que en realidad son colaboradores sumisos del proyecto depredador y de dominación que ha destrozado sus vidas. Es cierto que el PSIB no es exactamente el PSOE y que, frente a los crímenes de agresión internacional, no podemos pedir las mismas responsabilidades a los dirigentes nacionales que a los locales. Pero si no reaccionamos ya con toda energía contra ese criminal proyecto de dominación de una reducida elite occidental, quizá no lleguemos a tiempo y la historia tenga que juzgarnos tan duramente como juzgó a la sociedad alemana que permitió el ascenso, los delirios y los grandes crímenes del nazismo.

Es cierto que estas tragedias de África o del Oriente Medio no nos afectan tan directamente como la gran crisis-estafa o la corrupción contra las que tenemos que luchar aquí. Pero al menos nosotros no podemos desentendernos de estas víctimas más alejadas. Existen unos lazos más estrechos que los familiares y los nacionales. Ernesto Che Guevara, que puso su vida en peligro por el pueblo del Congo, llamaba compañeros a todos aquellos que no nos resignamos ante la injusticia. Y, dos milenios antes, Jesús de Nazaret los llamaba hermanos. El 20 de febrero de 1964 el Che escribía en respuesta a una carta que le envió desde Marruecos María Rosario Guevara, en la cual le preguntaba si podía ser parienta suya:[3] 

“No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si Ud. es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante”. 

Hace ya dos mil años, Jesús de Nazaret respondía algo muy parecido a alguien que le comunicaba que habían llegado su madre y sus hermanos y que no podían llegar hasta él a causa de la mucha gente que le rodeaba y escuchaba. No podemos abandonar a tantas víctimas, pero tampoco podemos limitarnos a asistirlas. Creo que también debemos de hacer lo posible para abrir los ojos a nuestros conciudadanos. Y si alcanzamos cargos de decisión política hemos de intentar salir del falsario y criminal sistema financiero-militar atlantista.

Yo os pediría en especial que hagáis cuanto esté en vuestra mano para reinstaurar la jurisdicción universal en España. Jurisdicción que fue desmantelada últimamente por el PP y el PSOE. El primero de modo público y “legal” y el segundo desde la “diplomacia de la cloacas subterráneas”, como dejaron en evidencia muchos cables sacados a la luz por Julian Assange. La impunidad que sucesivos gobiernos del PP y del PSOE han concedido al ruandés Paul Kagame, un criminal de masas, responsable también del asesinato de nueve españoles, es la que permite actualmente los cientos de miles de violaciones que sufren las mujeres del Congo, el pillaje de sus recursos, la opresión del pueblo de Ruanda, la denigrante privación de libertad que sufren líderes heroicos como Victoire Ingabire Umuhoza o Deogratias Mushayidi… Hay que facilitar el trabajo de algunos jueces españoles que tienen una visión lúcida de lo que está sucediendo en nuestro mundo y que no dependen de mayorías absolutas para hacer su trabajo.

He comenzado hablando de una conversión al inicio del cristianismo y voy a acabar ya recordando que un cristiano como el papa Francisco, que recibe diariamente un enorme caudal de información, viene repitiendo desde hace meses que nos encontramos ya en un ambiente de Tercera Guerra Mundial, una guerra por etapas. Hace unas semanas la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza militar formada por seis repúblicas de la antigua Unión Soviética (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán), ha decidido luchar contra el terrorismo en Irak y en Siria. Y el objetivo de ese despliegue militar no sería tanto el de defender Irak y la República Árabe Siria como el de defenderse a sí mismos de probables “revoluciones” iniciadas también por yihadistas reclutados por la CIA y la OTAN. Temen que si no actúan ya contra el terrorismo, tengan que enfrentarse más adelante no solo a los yihadistas infiltrados en sus territorios sino también a los misiles de la OTAN. En menos de una semana, han sido trasladados a Siria más de dos mil hombres y gran cantidad de equipamiento. Así mismo, hace tan solo unos días conocimos la nueva alianza militar entre Rusia, Irán, Siria e Irak. El general Leonid Ivashov, antiguo jefe de la Dirección de Cooperación internacional militar del Ministerio de Defensa ruso se refirió a que el derecho a la defensa individual y colectiva está garantizado por el Estatuto de la ONU. Y afirmó que todos entienden que esta historia contra Siria e Irak la han provocado los estadounidenses. Putin ha repetido hasta la saciedad que la política de Washington de armar a los «rebeldes» sirios sería contraproducente y el avance imparable del EI le da la razón.

Según el diario «Kommersant», unos 1.700 militares rusos ya estarían desplegados en Siria, donde estarían habilitando el puerto de Tartus para el atraque de buques de gran calado, mientras las imágenes de satélite hablan de obras en el aeropuerto de Latakia para el aterrizaje de cazas rusos. Uno de los puntos del acuerdo de amistad y cooperación suscrito entre Moscú y Damasco en 1980 señala que, en caso de que «surja una situación que amenace la paz y seguridad», las partes «entablarán de inmediato contactos para coordinar sus posiciones y su cooperación para eliminar las amenazas y restablecer la paz». El documento no contempla la defensa mutua en caso de agresión, pero sirve de marco jurídico para la firma de acuerdos concretos por la vía de urgencia para el despliegue de tropas de asalto. Y, justo antes de entrar en la sala, Laura me acaba de comentar que hace unas horas Rusia ha iniciado sus bombardeos contra los grupos terroristas sobre el territorio sirio.

Si los acontecimientos llegan a descontrolarse, como ocurrió al inicio de las dos guerras mundiales, yo tendré al menos la tranquilidad de haber levantado mi pequeña voz frente a esta gran farsa y locura que estamos sufriendo. Espero que no sea una voz tan aislada como aquellas que se levantaron en los meses previos a las dos grandes guerras. En todo caso habré cumplido con aquello que creo que me correspondía hacer. ¿Cómo puede ser que nos hayamos acostumbrado a que psicópatas que arrasan países enteros, como es el caso del trio de las Azores (por citar solo el caso más evidente y reconocido), se sigan paseando impunes por nuestras calles, dando incluso conferencias y pontificando sobre todo lo divino y lo humano? ¿Será porque Irak, Ruanda, Congo, Libia o Siria nos quedan demasiado lejos?¿Será que estamos perdiendo el sentido de la realidad mucho más de lo que somos conscientes. ¿Será que estamos mucho más influidos de lo creemos por la realidad paralela y distorsionada que nos presentan los grandes medios? ¿Y si fuesen nuestra querida Mallorca la arrasada, nuestros hijos los asesinados y nuestras hijas las violadas? Para salir de esta locura solo nos queda un camino: hacer día a día el esfuerzo de mirar los acontecimientos con los ojos de las víctimas, de todas la víctimas.

Diversos expertos concluyen que las sociedades occidentales deben reconocer y rechazar esta campaña impulsada por seres perversos y megalómanos. Como afirma Tony Cartalucci, tenemos que empezar a generar un nuevo consenso basado en la soberanía individual y nacional. Tenemos que asumir nuestras propias responsabilidades y complicidades con estos intereses megacorporativos financieros por nuestra apatía que nos hace desinformados e ignorantes. El proyecto de estas gentes no se detiene en Siria e Irán, sino que apunta en última instancia a Rusia y China. Los conflictos que vemos en nuestras pantallas de televisión no quedarán por siempre relegados a lejanas regiones de nuestro mundo.


[1] Según informes oficiales del Pentágono, hasta mediados de septiembre la coalición liderada por Estados Unidos realizó 6.863 ataques aéreos, de ellos 4.328 contra Iraq y 2.535 contra Siria.
Más de 5.300 de estos bombardeos fueron ejecutados por la aviación militar estadounidense y el resto por los países que apoyan esta campaña bélica, que en el caso de Iraq son: Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Jordania, Países Bajos y el Reino Unido.

Los ataques contra el EI en Siria son apoyados por Australia, Bahrein, Canadá, Jordania, Arabia Saudita, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos.

El costo total de estas operaciones desde agosto de 2014 asciende a 3.700 millones de dólares, con un desembolso aproximado de poco menos de 10 millones de dólares diarios en aproximadamente 375 días de operaciones.

A pesar de todo este gasto multimillonario, del despliegue de fuerzas y medios y del incremento de la agresividad de Washington y sus aliados contra el Gobierno de Siria con el pretexto de la lucha contra el EI, los resultados de la contienda son limitados, muy por debajo de lo que espera el Departamento de Defensa.

[2] El mes pasado, la publicación Info Direkt señalaba que, según los servicios de inteligencia de Austria, el éxodo de refugiados sirios hacia Europa estaba siendo orquestado por Estados Unidos.

[3] Lo recordaba hace unos días Rodolfo Crespo en Rebelión.