¿Cuándo van a sentarse las grandes corporaciones globales de Estados Unidos y Wall Street con el presidente Trump y explicarle que su guerra comercial no es con China sino con ellos? La mayor parte del déficit comercial de Estados Unidos con China es debido a la producción deslocalizada de las corporaciones globales de Estados Unidos. Cuando las corporaciones llevan los productos que producen en China al mercado de consumo estadounidense, los productos se clasifican como importaciones de China.

Hace seis años, cuando escribí The Failure of Laissez Faire Capitalism, concluí con la evidencia de que la mitad de las importaciones estadounidenses de China consisten en la producción deslocalizada de corporaciones estadounidenses. La deslocalización es un beneficio sustancial para las corporaciones estadounidenses debido a costos mucho menores de trabajo y cumplimiento regulatorio. Los beneficios, los bonos ejecutivos y las ganancias de capital de los accionistas reciben un gran impulso con la deslocalización. El costo de estos beneficios para unos pocos recae sobre muchos: los antiguos empleados estadounidenses que anteriormente tenían ingresos y expectativas de clase media para sus hijos.

En mi libro, cité la evidencia de que durante la primera década del siglo XXI «Estados Unidos perdió 54.621 fábricas, y el empleo en la industria manufacturera disminuyó en 5 millones de empleados. Durante la década, el número de fábricas más grandes (aquellas que emplean 1.000 o más empleados) disminuyó en un 40 por ciento. Las fábricas de Estados Unidos que emplean entre 500 y 1.000 trabajadores disminuyeron en un 44 por ciento; los que emplean entre 250 y 500 trabajadores disminuyeron en un 37 por ciento, y los que emplean entre 100 y 250 trabajadores se redujeron en un 30 por ciento. Estas son pérdidas netas de empresas de nueva creación. No todas las pérdidas se deben a la deslocalización. Algunas son el resultado de quiebras comerciales» (p.100).

En otras palabras, para decirlo en términos simples y claros, millones de estadounidenses perdieron sus trabajos de clase media no porque China jugase injustamente, sino porque las corporaciones estadounidenses traicionaron al pueblo estadounidense y exportaron sus trabajos. «Hacer que Estados Unidos sea grande de nuevo» significa lidiar con estas corporaciones, no con China. Cuando Trump se dé cuenta de esto, suponiendo que alguien se lo diga, ¿se retirará de China y se enfrentará a las corporaciones globales estadounidenses?

La pérdida de trabajos de la clase media ha tenido un efecto terrible en las esperanzas y expectativas de los estadounidenses, en la economía estadounidense, en las finanzas de ciudades y estados y, por lo tanto, en su capacidad para cumplir obligaciones de pensiones y prestar servicios públicos, y en la base impositiva para la Seguridad Social y Medicare, amenazando así a estos elementos importantes del consenso estadounidense. En resumen, la élite corporativa codiciosa se ha beneficiado a un costo enorme para el pueblo estadounidense y para la estabilidad económica y social de Estados Unidos.

La pérdida de empleos por la deslocalización también ha tenido un impacto enorme y grave en la política de la Reserva Federal. Con la disminución en el crecimiento de los ingresos, la economía de Estados Unidos se estancó. La Reserva Federal bajo Alan Greenspan sustituyó una expansión en el crédito al consumo por el crecimiento perdido en los ingresos del consumidor a fin de mantener la demanda agregada del consumidor. En lugar de aumentos salariales, Greenspan se basó en un aumento de la deuda del consumidor para impulsar la economía.

La expansión del crédito y el consiguiente aumento de los precios inmobiliarios, junto con la desregulación del sistema bancario, especialmente la derogación de la Ley Glass-Steagall, produjeron la burbuja inmobiliaria y el fraude y los derivados hipotecarios que nos llevaron a la crisis financiera de 2007-08.

La Reserva Federal respondió al colapso no rescatando la deuda del consumidor, sino rescatando la deuda de su único distrito electoral: los grandes bancos. La Reserva Federal permite que los bancos pequeños fallen y que los grandes los compren, aumentando así la concentración financiera. El aumento de miles de millones de dólares en el balance general de la Reserva Federal fue totalmente en beneficio de un puñado de grandes bancos. Nunca antes en la historia una agencia del gobierno de Estados Unidos había actuado de manera tan decisiva a favor solo de la clase de los propietarios.

La forma en que la Reserva Federal salvó a los grandes bancos irresponsables, que deberían haber quebrado y desparecido, fue elevar los precios de los activos problemáticos en los libros de los bancos mediante la reducción de los tipos de interés. Para ser claros, los tipos de interés y los precios de los bonos se mueven en direcciones opuestas. Cuando la Reserva Federal baja los tipos de interés, lo que logra mediante la compra de instrumentos de deuda, los precios de los bonos aumentan. A medida que los diversos riesgos de deuda se mueven juntos, los tipos de interés más bajos aumentan los precios de todos los instrumentos de deuda, incluso los problemáticos. El aumento de los precios de los instrumentos de deuda produjo hojas de balance solventes para los grandes bancos.

Para lograr su objetivo, la Reserva Federal tuvo que bajar los tipos de interés a cero, lo que incluso con la baja inflación reportada se redujo a tipos de interés negativos. Estos bajos tipos tuvieron consecuencias desastrosas. Por un lado, los bajos tipos de interés causaron todo tipo de especulaciones. Por otro lado, los bajos tipos de interés privaron a los jubilados de los ingresos por intereses de sus ahorros para la jubilación, lo que les obligó a reducir el capital, reduciendo así la riqueza acumulada en un 90 por ciento. La subestimada tasa de inflación también negó a los jubilados los ajustes del coste de la vida de la pensión, lo que les obligó a gastar capital de la jubilación.

Los bajos tipos de interés también alentaron a las juntas directivas corporativas a pedir dinero prestado para recomprar las acciones de la corporación, lo que elevó su precio y, por lo tanto, los bonos y opciones sobre acciones de ejecutivos y miembros del consejo y las ganancias de capital de los accionistas. En otras palabras, las empresas se endeudaron por el beneficio a corto plazo de ejecutivos y propietarios. Las compañías que se negaron a participar en esta estafa fueron amenazadas por Wall Street con absorciones.

En consecuencia, la combinación de deslocalización y la política de la Reserva Federal nos ha dejado una situación en la que todos los aspectos de la economía están en deuda: consumidores, gobierno en todos los niveles y empresas. Un reciente estudio de la Reserva Federal concluyó que los estadounidenses están tan endeudados y son tan pobres que el 41 por ciento de la población estadounidense no puede recaudar 400 dólares sin pedir prestado a familiares y amigos o vender posesiones personales.

Un país cuya población está endeudada no tiene mercado de consumo. Sin un mercado de consumo no hay crecimiento económico, aparte de las falsas cifras orquestadas producidas por el gobierno de Estados Unidos al contar la tasa de inflación.

Sin crecimiento económico, los consumidores, las empresas, los gobiernos estatales, locales y federales no pueden pagar sus deudas y cumplir sus obligaciones.

La Reserva Federal ha aprendido que puede mantener a flote el esquema Ponzi que es la economía de Estados Unidos al imprimir dinero con el que respaldar los precios de los activos financieros. El supuesto aumento de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal no es un aumento real de los tipos de interés. Incluso la tasa de inflación subestimada es más alta que el aumento del tipo de interés, con el resultado de que el tipo de interés real cae. Si el mercado bursátil intenta vender, antes de que se pueda hacer mucho daño la Reserva Federal interviene y compra futuros de S&P, lo que eleva los precios de las acciones.

Normalmente, la Reserva Federal crea mucho dinero, especialmente en conjunción con un nivel de deuda alto del gobierno de Estados Unidos y también de los gobiernos estatales y locales, los consumidores y las empresas, que debería causar una caída del tipo de cambio del dólar estadounidense. ¿Por qué no ha sucedido esto?

Por tres razones. Una es que los bancos centrales de las otras tres monedas de reserva –el Banco Central Japonés, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra– también imprimen dinero. Su flexibilización cuantitativa, que aún continúa, compensa los dólares creados por la Reserva Federal y evita que el dólar estadounidense se deprecie.

Una segunda razón es que cuando se sospecha que la cotización del dólar aumenta el precio del oro, la Reserva Federal o sus bancos de negociación del oro cortocircuitan los futuros del oro con contratos informales. Esto reduce el precio del oro. Hay numerosos artículos en mi sitio web escritos por mí y Dave Kranzler que prueban que este es el caso. No hay dudas al respecto.

La tercera razón es que los administradores de dinero, las personas, los fondos de pensiones y todos los demás prefieren ganar dinero a no hacerlo. Por lo tanto, están de acuerdo con el esquema Ponzi. Las personas que no se beneficiaron del esquema Ponzi en la última década son aquellos que entendieron que era un esquema Ponzi pero no se dieron cuenta de la corrupción que ha envuelto a la Reserva Federal y la capacidad y disposición del banco central para seguir alimentando al esquema Ponzi.

Como ya expliqué anteriormente, el esquema Ponzi se desmorona cuando resulta imposible continuar respaldando al dólar tan sobrecargado como está por los niveles de deuda y la abundancia de dólares que podrían ser rechazados en los mercados cambiarios.

Esta es la razón por la cual Washington está decidido a retener su hegemonía. Es la hegemonía de Washington sobre Japón, Europa y el Reino Unido la que protege el esquema Ponzi estadounidense. En el momento en que uno de estos bancos centrales deje de apoyar al dólar, los otros seguirán, y el esquema Ponzi se deshacerá. Si los precios de la deuda y las acciones estadounidenses se redujeran a sus valores reales, Estados Unidos ya no tendría lugar en la jerarquía de las potencias mundiales.

La consecuencia es que la guerra, y no la reforma económica, es el futuro más probable de Estados Unidos.

En el artículo siguiente espero explicar por qué ninguno de los partidos políticos de Estados Unidos tiene la conciencia ni la capacidad para abordar los problemas reales.