Prólogo de Isidor Marí
Es un acierto la publicación de este libro, que reúne una treintena de artículos de Pere Sampol sobre el proceso soberanista de Cataluña, concretamente del periodo que va desde septiembre de 2013 a enero de 2018.
Pere Sampol reúne las condiciones idóneas para analizar desde una perspectiva isleña, documentada y crítica, esta larga controversia política, que no sólo cuestiona la credibilidad de la democracia española, sino que pone a prueba incluso la fiabilidad de las instituciones europeas y del derecho internacional.
Pere Sampol, en efecto, ha sido protagonista y testigo de los acontecimientos políticos de Baleares y del Estado desde la misma transición. Tuvo un papel destacado en la consolidación del Partido Socialista de Mallorca, en representación del cual fue diputado en el Parlamento de las Islas Baleares, consejero del Consejo Insular de Mallorca (1995-1999) y, sobre todo, vicepresidente y consejero de Economía, Comercio e Industria del Gobierno de las Islas Baleares en el gobierno del Pacto de Progreso (1999-2003). Elegido posteriormente senador en representación del Parlamento de las Islas Baleares (2007-2011), conoce también de primera mano el trasfondo de la política española. Y siempre se ha manifestado como un observador lúcido y de palabra brillante, y como un demócrata insobornable en la defensa de los derechos sociales y nacionales, tanto en sus intervenciones como en los artículos de análisis político que ha publicado –de los cuales esta recopilación es una buena muestra.
El conflicto entre las aspiraciones democráticas de Cataluña y la interpretación restrictiva del marco constitucional español arranca de antes del período en que fueron escritos los artículos de este libro, y tal vez conviene recordarlo brevemente. En 2005, el Parlamento de Cataluña aprobaba, con un apoyo del 89% de los votos, una propuesta de nuevo Estatuto de Autonomía que quería superar las tendencias involutivas del Estado en el reconocimiento de la personalidad lingüística, cultural y nacional de Cataluña, en el respeto de las competencias y en las graves limitaciones de financiación y de inversiones. Las Cortes españolas debatieron y recortaron algunos aspectos importantes de aquella propuesta, que fue aprobada en 2006 y ratificada en referéndum por el pueblo de Cataluña ese mismo año, como expresión del pacto constitucional.
Sin embargo, desde el mismo mes de enero de 2006, el Partido Popular organizó una tremenda campaña contra aquel Estatuto, con una recogida masiva de firmas y una impugnación ante el Tribunal Constitucional, entre otras cosas porque se reconocía la personalidad nacional de Cataluña. Curiosamente, el mismo mes de enero, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa había aprobado la recomendación 1735, sobre el concepto de nación, en la que se dice, literalmente (punto 12) que «la Asamblea cree necesario reforzar el reconocimiento de los vínculos de cada ciudadano europeo con su identidad, cultura, tradiciones e historia, a fin de permitir a cualquier individuo definirse como miembro de una ‘nación’ cultural, con independencia de su país de ciudadanía o de la nación cívica a la que pertenece como ciudadano, y, más específicamente, de satisfacer las aspiraciones crecientes de las minorías que tienen un elevado sentido de pertenencia a una determinada nación cultural. Lo que es importante, al mismo tiempo desde un punto de vista político y legal, es alentar una aproximación más tolerante a la cuestión de las relaciones entre el Estado y las minorías nacionales, culminando en la aceptación genuina del derecho de todos los individuos a pertenecer a la nación a la que sienten que pertenecen, sea en términos de ciudadanía o en términos de lengua, cultura y tradiciones».
Los poderes del Estado han ignorado completamente esta sensata recomendación. En junio de 2010 el Tribunal Constitucional recortaba aún más el Estatuto y rompía así unilateralmente el pacto refrendado en 2006 por los ciudadanos de Cataluña, en una decisión que un constitucionalista como Javier Pérez Royo, catedrático de la Universidad de Sevilla, ha calificado de auténtico golpe de estado.
Las protestas de las instituciones y de la sociedad catalana se han manifestado de manera creciente desde entonces, siempre dentro de una máxima corrección y una voluntad pacífica de resolver el conflicto por medio del diálogo. Los intentos de negociar un pacto fiscal fracasaron el año 2012, y tras una manifestación multitudinaria el Once de Septiembre de ese año, las elecciones de noviembre dieron paso a una legislatura centrada en el derecho de Cataluña a decidir su futuro, con una declaración de soberanía del Parlamento de Cataluña (enero de 2013), que el Tribunal Constitucional suspendió el mes de mayo –por más que el artículo 96.1 de la Constitución asume la vigencia de los tratados internacionales suscritos por España, uno de los cuales, publicado en el BOE en 1977, es el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU, que en el artículo 1 reconoce literalmente el derecho de todos los pueblos a la libre determinación.
Así llegamos al Once de Septiembre de 2013, en que tuvo lugar una de las manifestaciones más espectaculares de la historia contemporánea de Europa, en apoyo de las reivindicaciones de Cataluña: la Vía Catalana, que iba desde la frontera de Cataluña con el Estado francés, hasta los límites administrativos con Valencia. De aquí arranca el primer artículo de Pere Sampol en el libro que tenéis en las manos.
Cuando escribimos este prólogo, han pasado unas semanas desde la fecha del último artículo de este libro, y todo el mundo está pendiente del desenlace de la investidura de un presidente de la Generalitat de Cataluña, después de que los partidos soberanistas hayan renovado la mayoría en las elecciones del 21 de diciembre de 2017, en contra de las previsiones de los poderes estatales, que habían movilizado y movilizan en su contra todas las buenas y malas artes. El proceso, por tanto, no se ha cerrado. Tal vez nuevos artículos de Pere Sampol nos ayudarán a aclarar las etapas que vendrán.
De momento, agradecemos lo que ahora nos ofrece y esperamos que el conflicto se resuelva democráticamente, tanto por el bien de Cataluña como por el de nuestras islas, y por el del marco estatal y europeo en general.
Compra del libro: Lleonard Muntaner, Editor