«Este país tiene un problema: la derecha gobierna sin vergüenza y la izquierda avergüenza sin gobernar»
BILL MAHER

Esta frase del popular humorista estadounidense es perfectamente aplicable en nuestro país, sobre todo tras el asqueroso espectáculo de la no investidura del envalentonado Sánchez. Es cierto que, desde la perspectiva europea, tratar de izquierda a los demócratas (del Partido Demócrata) estadounidenses resulta un poco chocante; sin embargo, es que comparados con los republicanos de la era Trump… Todo ello sólo demuestra que no somos lo que somos, sino que somos en función de nuestra posición respecto a los demás. Puede resultar enrevesado, pero los estadounidenses piensan que el sistema político imperante en Europa es el socialismo –aunque gran parte de los europeos estén gobernados por partidos conservadores, sea en la Alemania de Merkel, en la Francia de Macron o en el Reino Unido de Boris Johnson (el imitador de Trump)–. Lo que escandaliza a los americanos de los europeos, sean demócratas o republicanos, son la educación pública gratuita, la sanidad pública y todo un sistema de prestaciones sociales, como el paro, que consideran contrarios a las esencias del sistema político norteamericano, que está basado en el afán de superación personal y en la mínima intervención de la administración pública. Con estos criterios, han construido lo que llaman «el sueño americano». Un sueño que, para la gran mayoría de estadounidenses, se ha convertido en una pesadilla, una quimera.

Todo esto ¿qué tiene que ver con la fallada investidura de Sánchez? Pues, puede que esta sea la explicación. Más allá de animadversiones o de luchas por egos personales, puede haber una razón más de fondo que explica la urticaria del PSOE a hacer un pacto con las fuerzas más progresistas y nacionalistas: el modelo de Estado.

Por un lado, es evidente que el PSOE ha tomado la opción por un modelo de España que no permite una solución política o negociada con las fuerzas soberanistas de Cataluña. A las puertas de la sentencia del Tribunal Supremo, las televisadas detenciones de madrugada con patada a la puerta de miembros de los CDR cierran cualquier esperanza de diálogo.

Por otra parte, es evidente que las élites económicas han prohibido un gobierno de perfil claramente izquierdista. A Sánchez le quita el sueño un gobierno de coalición con Podemos; pero dormiría como un tronco compartiendo gobierno con Ciudadanos, a pesar de que estos naden dentro de las mismas aguas de la extrema derecha franquista. Sólo esto explica el «paripé» de falsas negociaciones durante el verano y el no rotundo de Sánchez a un Iglesias que ya no podía hacer más concesiones sin quedar en evidencia.

Todo ello nos hace pensar que evolucionamos hacia un sistema político similar al estadounidense. El bipartidismo, tras el espejismo del 15M se vuelve a rehacer, con una derecha sin vergüenza, «sin complejos» como decía Aznar cuando iba de la mano de Bush, aplicando el «capitalismo de amiguetes». Y una izquierda, por llamarla de alguna manera, que, a fuerza de querer gustar a los que mandan, avergüenza a la ciudadanía progresista. Es lo que hizo perder las elecciones a Hillary Clinton, percibida como el brazo político del Foro de Davos.

Este es el futuro que nos espera, a no ser que… ¿Qué? ¿Qué podría hacer girar al PSOE hacia la izquierda y hacia un modelo territorial similar al de Escocia o al de Canadá? Sólo una cosa: votos. Votos a opciones progresistas y soberanistas. Votos que obligasen al PSOE a tapar ese flanco, a escorar a la izquierda y a dialogar. Por desgracia las encuestas no van por ahí. Tal es el poder de la prensa del Poder.