La arrogancia y prepotencia,
el exhibicionismo y violencia
autoritaria del gran mono,
golpeándose siempre con los puños el pecho:
“¡La ley soy yo! ¡La ley soy yo!”.
Energúmenos con toga secuestrando a la democracia.
¡La ley son ellos, la ley son ellos!:
protectores de la extrema derecha,
del nacionalismo agresivo y radical,
enemigos de los parlamentos
pero enamorados de su pequeña España,
encerrada en su puño de hierro:
“¡Es nuestra, no la soltaremos!
Dios y la historia la quieren así:
una, sagrada, indivisible y madrileña.”
Golpeándose siempre con los puños el pecho,
para que sepamos que la ley son ellos,
y que si les conviene saltársela, se la saltan,
y que si les conviene no renovarse, no se renuevan,
y que el derecho y la justicia poco cuentan para ellos.
Grandes monos arrogantes, ebrios de su poder,
enseñando por todas partes sus colmillos de sentencias.