Me siento hermano de todos y, para ser feliz, tengo necesidad de ver feliz al más pequeño de todos mis semejantes. Mi vida es un trabajo sin descanso, realizado con alegría. Ya que no quiero preocuparme del mañana, me siento libre como el aire.
El mundo no se encuentra fundamentado sobre la fuerza de las armas, sino sobre la fuerza de la verdad y del amor. Así como hay una fuerza de unión en la materia, así también hay una entre los seres vivos, y esta fuerza es el amor. Las armas de la verdad y del amor son invencibles».
Creo en la unidad esencial de la persona humana con todo lo que vive. Por consiguiente, si una sola persona da un paso adelante en la vida, toda la humanidad se beneficia. Hemos de cumplir nuestro deber y dejar en manos de Dios toda otra cosa. La plegaria ha salvado mi vida.