En su libro Hegemonía o supervivencia. El dominio mundial de EE.UU., Noam Chomsky argumenta que si el Imperio estadounidense se empeña en seguir adelante con su proyecto hegemónico, nuestra especie seguramente no sobrevivirá. Y su opinión debe ser tenida en consideración. Sobre él podemos leer en Wikipedia: “Cuando el New York Times lo considera ‘el más importante de los pensadores contemporáneos’ está expresando el sentir de mucha otra gente”. En realidad, lo que suele ser considerado como Imperio estadounidense es solo la punta visible del iceberg. Son las grandes “familias”, fundamentalmente anglosajonas, que crearon y controlan la Reserva Federal y toda la red de bancos centrales occidentales, las que constituyen el núcleo duro de ese Imperio. La Administración estadounidense y su poderoso Ejército (con un presupuesto militar que casi iguala al del resto del mundo) son solo los instrumentos provisorios con los que piensan conducir el mundo hacia la próxima etapa: un planeta globalizado en el que ellas controlen (a modo de monopolio “legal”) el dinero y el uso de la fuerza; así como las grandes agencias y todo lo relacionado con la “información”, el control del pensamiento y la creación de “consensos” sociales e imaginarios colectivos.
Para estas grandes familias, el tiempo de los estados-nación, incluido el estadounidense, ya se acaba. Según afirman, ha llegado la hora de “la soberanía supranacional de una élite intelectual y de banqueros mundiales”. En Europa, están poniendo en práctica la doctrina del shock, utilizada durante décadas en otras latitudes: mediante la falta de liquidez programada y unas crueles políticas de austeridad (que saben muy bien que conllevarán recesión, paro, disminución de ingresos fiscales…) están desmantelando el Estado de bienestar e incluso forzando la cesión definitiva de las soberanías nacionales. En esta Hora, que han estado preparando durante mucho tiempo, creen tener ya casi al alcance de la mano su Nuevo Orden Mundial. Y quizá no les falte razón: los Estados Unidos de Europa están ya cerca (con su Banco Central que, al igual que la Reserva Federal, es el verdadero árbitro de cualquier decisión importante), la OTAN es casi omnipotente, la ONU está cada vez más controlada por ellos… Y son capaces de presentar su sistemático saqueo de Europa como una inevitable crisis o sus terribles agresiones internacionales (Costa de Marfil, Libia, Siria…) como heroicas revoluciones liberadoras, sin que las grandes ONG de Derechos Humanos y los grandes medios de comunicación opongan casi resistencia a semejantes farsas criminales. Como denunciaba Julian Asange con toda lucidez: tras leer decenas de miles de documentos secretos mi primera conclusión, afirmaba, es que han conseguido anular a nuestra sociedad occidental.
Nos ha tocado vivir una hora extremadamente crítica, la Hora de los grandes financieros-filántropos. Sin embargo, aún hay esperanza: la empatía, la dignidad y la generosidad son fuerzas aun más poderosas que la adicción enfermiza a la riqueza y al poder. Su Hora puede ser nuestra Hora. Solo en un par de años ha crecido exponencialmente el número de personas que hablan de estafa y no de crisis y que no se creen las patrañas de las rebeliones liberadoras que derrocan sátrapas. Es posible que ya exista una suficiente masa social consciente de tales engaños. Es el despertar político estudiado y temido por personajes como Zbigniew Brzezinski, seguramente el más importante ideólogo de tales financieros. Ahora el reto consiste en abandonar nuestros miedos y nuestra sensación de impotencia frente a estos poderosos (pero a la vez miserables y desgraciados) adictos. Ahora lo verdaderamente necesario y urgente, aunque nada fácil, es un cambio de conciencia. La empatía, la dignidad (que está más allá de la “eficacia” o los “resultados”) y la generosidad son capaces de abrirse camino entre esta maraña, descubrir la verdad (las claves de lo que sufrimos, cuyo conocimiento nos hará lúcidos y resistentes), encontrar alternativas a este Sistema y refundar un verdadero Nuevo Orden Mundial. La historia está llena de revoluciones y de imperios caídos tras ellas. La profundidad de los cambios estará en relación directa a la de nuestra generosidad.
Veremos la Nueva Tierra, veremos prodigios. Pueden estar seguros. Ni la muerte ni el “fracaso” podrán impedirlo. Es el camino de Jesús, Gandhi, Luther King… Quizá alguno de ustedes no sepa de qué les hablo. Pero no importa. Igualmente, antes o después, verán prodigios. Y como mi certeza no viene solo de antiguas tradiciones místicas sino de una experiencia universal que atraviesa todas las culturas y generaciones, y como además no soy antiestadounidense, para argumentar dicha certeza les invito a ver el final de un producto hollywoodiense: la película American Beauty, ganadora de cinco Oscar. Tras ser asesinado por causa de un conjunto de factores, propios de una cultura y un sistema absurdos, y mientras la cámara nos hace visualizar desde arriba la escena del crimen y la pequeña ciudad en el que acaba de suceder, el protagonista recita estas palabras: “Siempre había oído que toda tu vida pasa ante tus ojos el segundo antes de morir. Para empezar, ese segundo no es un segundo en absoluto, se hace algo inmenso, como un océano de tiempo… Supongo que podría estar bastante cabreado por lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo… no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida. No tienen ni idea de lo que les hablo, seguro, pero no se preocupen: algún día la tendrán.”