La narración navideña de un bebé nacido en un pesebre es bien conocida.
El Imperio Romano, un Estado policial en sí mismo, había ordenado que se realizara un censo. José y su esposa María, que estaba embarazada, viajaron a la pequeña ciudad de Belén para poder ser contados. Como no había lugar para la pareja en ninguna de las posadas, se quedaron en un establo, donde María dio a luz a un bebé, Jesús.
Desafortunadamente, Jesús nació en un Estado policial no muy diferente a la creciente amenaza del Estado policial estadounidense. Y cuando creció, Jesús no rehuyó decir la verdad al poder. De hecho, sus enseñanzas socavaron el establishment político y religioso de su época. Finalmente fue crucificado como una advertencia a los demás para que no desafiaran a los poderes fácticos.
Sin embargo, ¿qué pasaría si, en lugar de nacer en el Estado policial romano, Jesús hubiera nacido y crecido en el Estado policial estadounidense?
En lugar de viajar a Belén para un censo, a los padres de Jesús se les hubiera enviado por correo una Encuesta de la Comunidad Estadounidense de 28 páginas, un cuestionario gubernamental obligatorio que documenta sus hábitos, habitantes del hogar, horario de trabajo, etc.
En lugar de nacer en un pesebre, Jesús podría haber nacido en casa. Sin embargo, en lugar de hombres sabios y pastores trayendo regalos, los padres del bebé podrían haber sido forzados a rebatir las visitas de los trabajadores sociales del Estado con la intención de enjuiciarlos por el parto en el hogar. A una pareja de Washington se le llevaron a sus tres hijos después de que los servicios sociales se opusieran a que los dos más pequeños nacieran en un parto domiciliario sin ayuda.
Si los padres de Jesús hubieran sido inmigrantes indocumentados, ellos y el bebé recién nacido podrían haber sido trasladados a una prisión privada para ilegales con fines lucrativos donde hubieran sido convertidos en trabajadores forzosos y baratos para corporaciones como Starbucks, Microsoft, Walmart y Victoria’s Secret.
Desde que tuviera la edad suficiente para asistir a la escuela, Jesús habría sido instruido en las lecciones de cumplimiento y obediencia a las autoridades gubernamentales, mientras aprendía poco sobre sus propios derechos. Si se hubiera atrevido a salirse de la línea mientras estaba en la escuela, podría haber sido castigado o golpeado por un oficial de recursos escolares, o al menos suspendido por una política de tolerancia cero de la escuela que castiga infracciones menores tan severamente como ofensas más serias.
Si Jesús hubiera desaparecido por unas horas y no digamos días siendo un niño de 12 años, sus padres hubieran sido esposados, arrestados y encarcelados por negligencia paterna.
Desde el momento en que Jesús se hubiera puesto en contacto con un «extremista» como Juan el Bautista, habría sido marcado para ser vigilado por su asociación con un activista prominente, pacífico o no. Desde el 11 de septiembre, el FBI ha llevado a cabo activamente operaciones de vigilancia e inteligencia en una amplia gama de grupos de activistas.
Las opiniones antigubernamentales de Jesús ciertamente habrían llevado a que fuera etiquetado como un extremista interno. Los organismos encargados de hacer cumplir la ley están siendo entrenados para reconocer los signos del extremismo antigubernamental durante las interacciones con extremistas potenciales que comparten una «creencia en el colapso próximo del gobierno y la economía».
Mientras viajase de comunidad en comunidad, Jesús podría haber sido denunciado a funcionarios del gobierno como «sospechoso» en virtud de los programas «Ver algo, decir algo» del Departamento de Seguridad Nacional.
En lugar de que se le permitiera vivir como un predicador itinerante, Jesús podría haber sido amenazado de arresto por atreverse a vivir fuera de casa o dormir afuera. De hecho, el número de ciudades que han recurrido a la criminalización por la falta de vivienda mediante la prohibición de acampar, dormir en vehículos, merodear y mendigar en público se ha duplicado.
Considerado por el gobierno como una amenaza disidente y potencial para su poder, Jesús podría haber tenido espías del gobierno infiltrados entre sus seguidores para monitorear sus actividades, informar sobre sus movimientos y arrestado por violar la ley. Esos judas hoy llamados informantes a menudo reciben fuertes cheques del gobierno por su traición.
Si Jesús hubiera utilizado internet para difundir su mensaje radical de paz y amor, podría haber encontrado infiltrados en sus publicaciones del blog a espías del gobierno que intentaban minar su integridad, desacreditarlo o colocar información incriminatoria en línea sobre él. Por lo menos, habrían pirateado su sitio web y habrían monitoreado su correo electrónico.
Si Jesús hubiese intentado alimentar a grandes multitudes de personas, habría sido amenazado de arresto por violar varias ordenanzas que prohiben la distribución de alimentos sin un permiso. Funcionarios de Florida arrestaron a un hombre de 90 años por alimentar a personas sin hogar en una playa pública.
Si Jesús hubiera hablado públicamente sobre sus 40 días en el desierto y sus conversaciones con el diablo, podría haber sido etiquetado como enfermo mental y detenido en una sala de psiquiatría sin acceso a familiares o amigos.
Sin duda alguna, si Jesús hubiera intentado volcar las mesas en un templo judío y se hubiera enfurecido contra el materialismo de las instituciones religiosas, habría sido acusado de un crimen de odio. Actualmente, 45 Estados y el gobierno federal tienen leyes de crímenes de odio en los códigos legislativos.
En lugar de enviar guardias armados para capturar a Jesús en un lugar público, los funcionarios del gobierno habrían ordenado que un equipo de SWAT realizase un ataque contra Jesús y sus seguidores, con granadas de humo y equipo militar. Hay más de 80.000 de estas redadas del equipo SWAT que se llevan a cabo todos los años.
Si alguien hubiera llevado a Jesús ante la policía como potencialmente peligroso, podría haber sido confrontado –y asesinado– por agentes de policía, los cuales si perciben un acto de incumplimiento (una contracción, una pregunta, fruncir el ceño) pueden disparar primero y hacer preguntas más tarde.
Arrestado con traición y etiquetado como terrorista doméstico, Jesús podría haber sido sentenciado a cadena perpetua en una prisión privada donde se le habría obligado a proporcionar trabajo esclavo para corporaciones o a pena de muerte a través de la silla eléctrica o una mezcla letal de drogas.
De cualquier manera, como muestro en mi libro Campo de batalla América: la guerra contra el pueblo estadounidense, tanto si Jesús hubiera nacido en nuestra era moderna como en la suya, hubiera muerto a manos de un Estado policial.
Recuerda que lo que sucedió en aquella noche estrellada en Belén es solo una parte de la historia. Ese bebé en el pesebre creció para ser un hombre que no es que se apartara del mal, sino que hablo claramente en contra de él, y nosotros no debemos hacer menos.