Una Unión Europea que no sólo se ha rendido, sino que está utilizando a su propio pueblo. Este es el legado de Ursula von der Leyen y de todos aquellos que la apoyan.
Como era de prever, la clase política dominante de la Unión Europea, y de sus Estados miembros, ha acabado prolongando la agonía, la decadencia y el servilismo de los asuntos europeos a los intereses de Estados Unidos. Y ahora, durante otros cinco años, tendremos que vivir, de nuevo, con Ursula von der Leyen.
Además, en el futuro, todos recordaremos sus discursos sobre la «seguridad de la cadena de valor», en los que el gran mérito de Ursula fue reforzar aún más la dependencia mundial de las cadenas de valor chinas, demostrando que, en contra de lo que anuncia con tanta rabia como odio, sus aranceles, sanciones y condicionamientos nos causan tanto dolor como alivian a los demás. En la UE, en 10 años habremos renunciado a la mayor reserva de minerales, alimentos, energía y materias primas del mundo y, a menos que se produzca un levantamiento, también habremos renunciado al mayor mercado de consumo del planeta y el que más crecerá en los próximos años. Éstos son los grandes méritos de von der Leyen.
A la vista de estos antecedentes, podría pensarse que en los próximos cinco años se producirá un cambio de rumbo. Pero no. Ursula von der Leyen continuará luchando en contra de los propios pueblos de la UE, diciéndoles una cosa y haciendo la contraria, y uno de los ámbitos en los que podemos comprobar, sin ningún tipo de reservas, que la Unión Europea –esta Unión Europea– ha renunciado a sus pueblos autóctonos, es en relación con lo que actualmente es uno de los principales focos de tensión social: la inmigración.
Calificando la situación actual del mercado laboral europeo como afectada por una grave «escasez de mano de obra», el comunicado de la Comisión Europea, titulado «Reforzar el diálogo social en la Unión Europea: aprovechar todo su potencial para gestionar transiciones justas», es claro sobre las intenciones de von der Leyen al respecto.
No se deje engañar por ese discurso aparentemente racional: «reforzar el diálogo social» debe leerse como «garantizar la paz social frente a medidas que recortarán aún más los salarios y las condiciones de vida»; «aprovechar todo su potencial» debe leerse como «aumentar el ejército de reserva de mano de obra para contener el crecimiento salarial»; y «gestionar transiciones justas» debe leerse como «garantizar que todo el mundo se verá obligado a adoptar el modelo económico y social de la UE, sin reservas».
Como siempre, al envolver sus draconianas intenciones en ocasionales florituras discursivas, Ursula von der Leyen está haciendo a Europa más pobre, menos independiente y más peligrosa. Mucho más peligrosa. Cada vez que abre la boca, lo mejor es interpretar que sus palabras tienen un significado oculto, que a menudo es lo contrario de lo que realmente ha dicho.
En el camino hacia el aumento de la explotación de los pueblos de Europa, la Comisión Europea empieza, con razón, por señalar los cambios demográficos que se han producido en las últimas décadas. Sencillamente, los europeos tienen menos hijos. El resultado es que la población activa nativa europea se ha ido reduciendo y la previsión es que, estando hoy en torno a los 265 millones de trabajadores, en 2040 esta cifra rondará los 250 millones y en 2050, los 240 millones. Es decir, una reducción de un millón por año.
Ante un problema de esta magnitud, cuyas consecuencias a largo plazo no sólo serán la reducción de la población autóctona, sino también la aparición de vastas zonas desiertas y sin explotar, la desaparición de ciertas culturas y tradiciones, sería necesario un estudio en profundidad y medidas capaces de invertir la tendencia al descenso de la población y de las tasas de fecundidad y natalidad.
Entonces, ¿qué propone la Comisión Europea para resolver lo que identifica como una grave «escasez de mano de obra»? Las medidas propuestas por la Unión Europea van todas encaminadas a promover un aumento brusco del stock de mano de obra disponible. A través de lo que denomina «políticas de activación», la UE quiere –dice– alcanzar el desempleo «cero», que es la primera contradicción que podemos identificar. Entonces, ¿quieren lograr el «desempleo cero» y, al mismo tiempo, aumentar el stock de mano de obra disponible?
Lo cierto es que las «políticas de activación» prevén emplear a jóvenes NEET (Not in Employment, Education or Training) y evaluar el impacto de «algunas pensiones de jubilación», es decir, evaluar en qué medida estas pensiones no están enviando a la jubilación a personas capaces de trabajar, desactivándolas en lugar de mantenerlas en el mercado laboral. Esto significa centrarse en el llamado mercado del «envejecimiento activo». Otra medida es identificar las «bolsas» de mano de obra disponible que puedan existir entre la población discapacitada, «emancipando» a estas personas, lo cual sería loable, pero no cuando se hace por las razones equivocadas. Como veremos más adelante.
Otra medida importante que se presenta es la movilidad intraeuropea, transfiriendo la mano de obra disponible a nivel nacional a los países más ricos, dejando al resto sin la inversión que han realizado en educación y formación, agravando la ya desigual división europea del trabajo, continuando la concentración de las actividades de mayor valor añadido y los salarios más altos en los países del norte y convirtiendo al resto en simples reservas de mano de obra barata, bien para abastecer a los más ricos, bien para instalar actividades de menor valor añadido y salarios más bajos, perpetuando las asimetrías regionales. Y todo esto, lo hace Ursula von der Leyen, mientras declara los objetivos contrarios.
En cuanto a lo que la Comisión Europea denomina «promoción de las condiciones de trabajo», su objetivo es favorecer la inserción precoz en el mercado laboral mediante el fomento de las prácticas, el aprendizaje y la formación profesional, desviando a muchos jóvenes, sobre todo a los más pobres, de la enseñanza superior hacia la formación profesional precoz. Como demuestran las estadísticas, los jóvenes que cursan formación profesional tienden a acceder a la enseñanza superior con mucha menos frecuencia que los que cursan educación general. De este modo, se construye una élite a la que se confía la alta dirección, manteniendo al resto en los rangos medios y a los emigrantes en trabajos poco cualificados.
Pero es en solucionar la «escasez de mano de obra» en las actividades más infravaloradas donde la UE está poniendo toda su inversión. La economía europea sigue necesitando grandes cantidades de mano de obra para las actividades que la utilizan de forma intensiva. En este caso, los planes de la UE pasan por reforzar las políticas migratorias y atraer a los trabajadores necesarios de fuera de la UE. Y así es como tantas personas que dicen estar en contra de lo que denominan «política de reemplazo demográfico» acaban apoyando a una Unión Europea que quiere hacer de las políticas migratorias uno de sus principales objetivos estratégicos para atraer trabajadores. De este modo, la UE pretende establecer lo que denomina una «reserva europea de talentos» y una «Plataforma de Migración Laboral». Ambas medidas se basan en atraer trabajadores de terceros países.
Ahora comparemos estas propuestas con los siguientes datos:
– La tasa media de desempleo en la Unión Europea ronda el 6,5%, por lo que aún quedan unos 17 millones de trabajadores por colocar, una parte importante de ellos jóvenes (el 14,5% está en paro) de entre 18 y 25 años. Aunque la UE dice que es necesario mejorar la cualificación de estas personas y que las lagunas laborales son más agudas en unos sectores que en otros, lo cierto es que aún queda mucho por hacer en casa para alcanzar el «paro cero» antes de buscar mano de obra en terceros países.
– El potencial de robotización, automatización y digitalización de la economía europea sigue siendo muy elevado, especialmente en los países menos avanzados, lo que de por sí liberaría enormes cantidades de mano de obra disponible que podría utilizarse en otros sectores si se aprovechara este potencial.
– En general, la Unión Europea no desarrolla políticas que protejan la natalidad y el derecho a la paternidad, y menos aún que protejan a las mujeres en edad fértil, que tan a menudo tienen que renunciar a la fertilidad en detrimento de una carrera profesional.
Entonces, si estas tareas aún no se han cumplido, ¿por qué quiere la Comisión Europea poner a trabajar a los ancianos, los jóvenes adolescentes, los discapacitados y los inválidos? ¿Por qué quiere atraer del extranjero a trabajadores cualificados y menos cualificados? La razón está clara y tiene que ver con la contención salarial. La intención es hacerlo aumentando el llamado «ejército de reserva de mano de obra». Más mano de obra disponible, más demanda de trabajo, salarios más bajos. Es muy sencillo. Eso no quiere decir que los salarios no vayan a subir, pero lo harán a un ritmo inferior al de la economía, lo que provocará una pérdida de poder adquisitivo y un deterioro relativo de las condiciones de vida.
Y no hay que ir muy lejos para entender por qué la Unión Europea va por este camino. La primera respuesta es tan clara como el agua: cortar las relaciones con la Federación Rusa ha encarecido el valor de las materias primas, y hay que compensarlo reduciendo los salarios, entre otras cosas porque la estrategia es competir con China en los mercados mundiales por el mismo tipo de productos.
Y si necesitamos compensar esta pérdida de energía y materias primas baratas, ¿por qué lo compensamos con salarios más bajos? Por ejemplo, en Portugal, la Confederación de Turismo, que agrupa a los empresarios vinculados al turismo, ha propuesto al gobierno un «Simplex Laboral», para facilitar la contratación de mano de obra inmigrante de terceros países. En otras palabras, los empresarios europeos proponen una política que facilite la inmigración procedente de terceros países. Este tipo de solución también es defendida por Eurobusiness, que agrupa a los empresarios europeos.
Las políticas migratorias y la inundación de la Unión Europea con mano de obra inmigrante son políticas demandadas por la patronal europea, auspiciadas por la clase política del centro neoliberal y globalista y desde los intereses afines a la economía transnacional, y pretenden, ante el descenso de las tasas de paro y la necesidad de adoptar una política de gestión laboral más racional, que siga habiendo suficiente mano de obra disponible para que las empresas no se vean obligadas a aumentar los salarios.
Otra de las falacias que podemos identificar en el discurso de Ursula von der Leyen sale a la luz cuando se refiere a la necesidad de «eliminar el riesgo» de China porque sus productos baratos están destruyendo puestos de trabajo en Europa. Estas propuestas de la UE demuestran que no se trata de «proteger el empleo», sino de márgenes de beneficio y niveles de acumulación que ponen más del 20% de la riqueza producida cada año en manos de sólo el 1% de los más ricos. Si se tratara de proteger el «empleo», las políticas serían diferentes. ¿Proteccionistas? Sí, tal vez. Pero estarían esencialmente dirigidas a proteger el empleo y la calidad de vida de los europeos.
Y aquí es donde nos encontramos con otra falacia. En este comunicado, que constata los «cambios geográficos», no hay ni una palabra sobre la mejora de las condiciones de estabilidad en el empleo y en la vida, sobre el acceso a la vivienda en propiedad, que permitiría a los adultos en edad fértil establecerse y fundar una familia; en su lugar, se hace hincapié en la «movilidad», esa movilidad que obliga a los jóvenes a abandonar los países más pobres por otros más ricos en busca de mejores salarios, pero que, en muchas situaciones, se hace a costa de posponer la intención de establecerse y fundar una familia.
Promover un estilo de vida más sostenible y estable para los jóvenes, combatiendo la precariedad laboral, invirtiendo en viviendas más baratas y en ayudas a la natalidad y a la paternidad, pondría en cuestión el modelo económico de división del trabajo en la Unión Europea. Pondría en peligro los intereses de los países más poderosos para atraer a los trabajadores más cualificados. Y eso no es que cambie, es que se mantiene e incluso empeora.
La Unión Europea, esta Unión Europea, renuncia así a renovar sus poblaciones autóctonas, optando por el camino más fácil, el que no cuestiona el proyecto neoliberal, globalista y hegemónico que es. En este sentido, bien podríamos decir que si hay un proyecto contra la familia y los pueblos originarios de los estados miembros, es este mismo proyecto europeo. Pero, sobre todo, está en contra de todas estas cosas, porque es un proyecto en contra de los intereses de los propios pueblos, sean cuales sean.
Cuando todo el mundo esperaba que la introducción de las nuevas tecnologías y el consiguiente aumento de la productividad –la humanidad nunca ha producido tanto y con tanta calidad en tan poco tiempo– llevaría a una reducción de la jornada laboral normal, ya que se necesitan menos recursos para producir lo mismo, la Unión Europea nos está diciendo lo contrario. Nos está diciendo que necesitamos cada vez más mano de obra humana. Aunque haya que conseguir esa mano de obra de terceros países. Y aquí es donde callan todos los que dicen que les están «invadiendo». Y callan porque saben que los trabajadores inmigrantes sólo vienen porque encuentran trabajo, porque los empresarios los atraen de muchas maneras. Esos mismos intereses viven de las terribles condiciones en las que llegan y viven esos trabajadores, porque cuanto mayor sea el esfuerzo que hagan para cruzar el Mediterráneo, o para encontrar una vivienda digna, más bajos serán sus salarios y más degradantes las condiciones de vivienda que acepten.
Quienes critican a los trabajadores inmigrantes por vivir hacinados, por llenar las calles por las que circulamos, acusándoles de quitarnos el trabajo, nunca jamás les he visto acusar a quienes los atraen, a quienes desarrollan las políticas y el modelo económico que legitima todo esto. Nunca les he visto acusar a una Unión Europea que deja atrás al pueblo, a todo el pueblo.
Una Unión Europea que no sólo ha abandonado, ¡sino que está utilizando a su propio pueblo!
¡Este es el legado de Ursula von der Leyen y de todos los que la apoyan!
Hugo Dionísio es abogado, investigador y analista geopolítico. Es propietario del blog Canal-factual.wordpress.com y cofundador de MultipolarTv, un canal de Youtube dedicado al análisis geopolítico. Desarrolla su actividad como activista de los derechos humanos y sociales como miembro de la junta directiva de la Asociación Portuguesa de Abogados Demócratas. También es investigador de la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP-IN).
Fuente: Strategic Culture Foundation
Ursula von der Leyen es reelegida presidenta de la Comisión Europea por amplia mayoría (euronews, 18.07.2024)