Estamos en una semana histórica, o al menos eso dicen: por primera vez una mujer está en posición de convertirse en presidenta de Estados Unidos. ¡Qué más da si se trata de la candidata de un establishment que, con ella como marioneta, seguirá avanzando en la concentración del capital y del poder global así como en sus agresiones internacionales causantes de más y más sangre, destrucción y caos! Lo que importa es que la igualdad de género ha dado un paso de gigante, o al menos eso nos siguen diciendo. Habrá que aguantar durante meses las peroratas de cientos de expertos. Y de miles de ciudadanos, manipulados y perdidos pero que tienen que decir la suya en los micrófonos o en sus cartas al director sobre un acontecimiento tan histórico. Como años atrás tuvimos que aguantar monsergas semejantes sobre la llegada de un negro a esa misma presidencia.
Son cosas propias del marketing y de nuestra civilización occidental, incomparablemente superior a las otras. ¡Qué más da que la dictadura ruandesa provoque centenares de miles de violaciones en el vecino Congo… lo importante es que en el parlamento de Ruanda existe una paridad que ni siquiera se alcanza en nuestras “consolidadas” democracias europeas! Las mejores vaselinas para que cuelen los mayores crímenes y las mayores barbaridades –seguro que aconsejan así a Paul Kagame sus muchos y caros asesores, como el mismísimo Tony Blair– son las “progresistas”: la defensa de los derechos humanos, la libertad, la democracia, el feminismo, etc. Y parece que funciona. Al menos hasta el día en que las cosas cambien… o revienten. Funcionan porque los votantes progresistas suelen tolerar a los suyos (o a los que toman como suyos) cosas que sería imposible que llevaran a cabo los gobiernos conservadores.
El hecho es que con los acontecimientos de estos días (acontecimientos como el triunfo de una candidata que ha llegado a serlo gracias a hechos tan inconfesables como las sucias maquinaciones del mismo Comité Nacional Demócrata) se están fraguando ya los acontecimientos que en las próximas décadas traerán vida o muerte, paz o sufrimientos indecibles a naciones enteras. Del mismo modo que en el triunfo electoral de George W. Bush (tan ajustado y sospechoso como el de la candidata Hillary Clinton) ya estaban contenidas las imágenes del trío de las Azores, y los actuales atentados en Francia o Alemania.
A pesar de que hace ya más de un siglo que Albert Einstein formuló su teoría general de la relatividad, a los seres humanos nos cuesta enormemente dejar de pensar en categorías puramente espaciales e incluir de una vez el tiempo. Vemos la continuidad espacial (la de aquella carretera, por ejemplo, que debe llevarnos a nuestro destino), pero somos incapaces de interiorizar que la realidad es un continuum espaciotemporal, una continuidad de acontecimientos entre los que existe un claro nexo causa-efecto. Alguna amiga lectora me ha pedido que escriba sobre las pasadas elecciones en España, sobre los posibles pactos y sobre los intereses que se esconden detrás de todo ello. Pues de todo esto estoy escribiendo: de la realidad que hay, igual que en las matrioskas rusas, tras la realidad vacía de las políticas nacionales. No en vano esta serie de artículos lleva por título “El sometimiento de Europa”.
Una sola llamada de Hillary Clinton a Mariano Rajoy será mucho más decisiva que todo lo que se pacte en las arduas negociaciones de estos días en Madrid. ¿Se acuerdan del rescate de Bankia tras las llamadas telefónicas del secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner (un hombre de los poderosos clubes creados por el banquero David Rockefeller, en este caso, de la Comisión Trilateral), a nuestro ministro de Economía, Luis de Guindos? ¿O de la veloz modificación de la sacrosanta constitución dieciocho días después de que José Luís Rodríguez Zapatero recibiese en agosto de 2011 una carta “estrictamente confidencial” del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet (miembro de otro de estos clubes, el Club Bilderberg, participante en la reunión de 2009 en la que fue elegido Herman Van Rompuy como primer presidente del Consejo Europeo)?
¿Qué podemos esperar en el futuro de esta candidata, miembro al igual que su esposo tanto del Grupo Bilderberg como de la Comisión Trilateral? El ya dilatado currículo político de esta mujer, absolutamente sumisa a los grandes financieros que controlan la Reserva Federal, Wall Street y el Banco Central Europeo (el verdadero gobierno de la Unión Europea) a la vez que sorprendentemente sádica con los “enemigos” (capaz de regodearse con fruición ante las imágenes del linchamiento y sodomización del “perverso” Muamar Gadafi con un cuchillo de grandes dimensiones) no augura nada bueno.
Los principales financiadores de su campaña son las corporaciones financieras de Wall Street (Citigroup, JPMorganChase, Goldman Sachs y Morgan Stanley…), los grandes contratistas militares y Arabia Saudí, que es a la vez la gran financiadora de yihadismo y de las madrazas extremistas en las que este se nutre. Financiación del yihadismo por Arabia Saudí (además de Catar y Kuwait) que ella misma se ha visto obligada a reconocer, por más que haya pretendido exculpar a la monarquía saudí (la financiadora de su propia campaña con casi el 20% del costo de ella), adjudicando tal financiación a “algunos” ciudadanos saudís (¡¿Cuáles sino la misma monarquía?!) y emplazando a esta de manera cínica a tomar las necesarias medidas para evitar que ocurra eso en su país. Como muy bien analiza Adolfo Ferrera Martínez:
“Por supuesto [Hillary Clinton] seguirá apoyando y utilizando a los terroristas yihadistas para derrocar gobiernos y desestabilizar todo Oriente Medio y norte de África, tal y como hizo en Libia en 2011 siendo Secretaria de Estado de EE.UU., donde incluso celebró ante las cámaras de televisión, con una carcajada propia de una sicópata, el asesinato extrajudicial de Gadafi, que fue ejecutado por mercenarios pagados en petrodólares, hoy en día trasformados en el llamado Estado Islámico. No tiene problema en reconocer que ellos financiaron y armaron a los grupos terroristas en Irak y Siria [declaraciones de Clinton en The Atlantic, 10/8/2014], y culpa de la caótica situación actual en la región al presidente Obama por no haber incrementado sus acciones militares y su apoyo a estos terroristas, lo que propició según ella la expansión del Estado Islámico. Su belicismo y falta absoluta de ética son impresionantes.
Defiende también el incremento de la escalada militar de la OTAN en Europa del este contra Rusia, con el consiguiente riesgo que eso supone. Así como la intervención de EE.UU. en contra de los gobiernos de izquierdas en América Latina para reimplantar el Consenso de Washington en toda la región. Y en definitiva representa los intereses de las grandes corporaciones que la patrocinan y que pretenden continuar con su agenda imperialista en busca de su dominio absoluto de la riqueza global.
Por lo tanto, una vez más, Hillary Clinton emerge como la preferida de Wall Street. Tal vez sea por esto que Charles Koch –uno de los tristemente famosos Hermanos Koch, el equipo de multimillonarios de derecha– admitió recientemente que ante la posibilidad de la nominación de Donald Trump, él podría apoyar a Hillary Clinton. Ciertamente, esta es ahora la posición declarada de numerosos y muy influyentes pensadores neocon de derecha.
[…] A pesar de los grandes esfuerzos por parte de estos medios corporativos para presentarnos a la candidata Clinton como una ‘moderada’ política ‘progresista’ que nos va a librar a todos de la tiranía del malvado derechista Donald Trump, su llegada a la presidencia del imperio norteamericano sería una auténtica amenaza para la paz y la justicia mundial”.