¿Cómo hablar de la independencia de una nación (Congo Belga-Zaire-RD del Congo) en la que ya en 1960, es decir en el inicio mismo de esa tal independencia, fue aupado al poder por Estados Unidos un militar-títere a su servicio, Mobutu Sese Seko, que traicionó al primer ministro, Patrice Lumumba, que lo había colocado en un cargo de máxima confianza (como le sucedió a Salvador Allende con Augusto Pinochet)?
¿Cómo hablar de la independencia de una nación en la que en 1997 (es decir ¡tras treinta y siete años de una dictadura tutelada desde el exterior!) fue eliminado igualmente por Estados Unidos ese mismo militar que ya no seguía dócilmente sus directrices, que se había creído precisamente que era independiente de su antiguo padrino y mantenía relaciones demasiado cercanas con la Francia de François Mitterrand, una Francia que debía ser desalojada del África Central?
¿Cómo hablar de la independencia de una nación en la que el nuevo presidente, Laurent-Désiré Kabila, aupado de nuevo al poder por Estados Unidos en 1997, fue asesinado en 2001 en el momento en que empezó a alejarse de la órbita de su antiguo padrino y a acercarse a la de China y otros países que le ofrecían unos contratos comerciales mucho más favorables para el Congo?
¿Cómo hablar de la independencia de una nación desestabilizada hasta el día de hoy por continuas “rebeliones”? “Rebeliones” de las que algo debo saber ya que fui acusado por la ONU de ser el principal financiador de aquella que dicen que es la más sanguinaria (hasta genocida) de todas. “Rebeliones” tras las que, sin embargo, hasta la misma ONU ha tenido que reconocer que está la mano del hombre fuerte ruandés, Paul Kagame.
¿Cómo hablar de la independencia de una nación liderada ahora por Joseph Kabila (supuesto hijo de Laurent-Désiré Kabila pero que en realidad no lo es), un oficial ruandés que entró en el Zaire a las órdenes de Paul Kagame en lo que fue una gravísima guerra de agresión internacional?
¿Cómo podemos acusar de salvajismo a unos pueblos en los que cualquier líder emergente es sistemáticamente asesinado, desestructurando una y otra vez a una sociedad que intenta organizarse?
¿Por qué no nos dedicamos, por el contrario, a estudiar nuestras propias responsabilidades en todos estos grandes crímenes?: las bases de Morón y Rota juegan (gracias a unos bochornosos acuerdos firmados alegremente tanto por el PP como por el PSOE) un papel fundamental en todas estas “nobles” intervenciones estadounidenses en África; la jurisdicción universal ha sido desmantelada (de nuevo por esos dos grandes partidos, siguiendo sumisamente las directrices del Departamento de Estado estadounidense, como puede verse en unos, también bochornosos, cables de WikiLeaks) a fin de que no puedan ser juzgados los autores de estos grandes crímenes en los que también perdieron la vida nueve españoles excepcionales…
Actualmente, permanece en prisión desde hace seis años otra líder (en este caso mujer), Victoire Ingabire Umuhoza, que tras las elecciones de 2010 habría podido devolver la dignidad y la independencia a su querida Ruanda. Lo cual también hubiese significado la llegada, por fin, de la independencia al sufrido Congo. Un Congo que hasta el día de hoy continúa permanentemente desestabilizado por una sucesión de inacabables “rebeliones” creadas por el criminal Paul Kagame.
Seguramente ya habría sido asesinada si muchos de nosotros no mantuviésemos encendida ante la opinión internacional la llama que ilumina su situación. Pasado mañana debe partir hacia Kigali una delegación de doce representantes del Parlamento Europeo que debería visitar a Victoire en la prisión. Pero el “democrático” Gobierno de Paul Kagame ya ha denegado el permiso para tal visita. Se trata de un viaje cuya organización ha corrido a cargo del eurodiputado valenciano Jordi Sebastià y en el que participará también la eurodiputada mallorquina Rosa Estarás.
“Casualmente” Victoire es de nuevo otra líder que, al igual que los ya asesinados y a diferencia de Paul Kagame, no está dispuesta a colaborar en el criminal pillaje del Congo por parte de Estados Unidos: tal y como me confesó en una de sus venidas a Mallorca, rechazó la propuesta que le hizo un alto cargo de la Administración estadounidense que le ofrecía todo su apoyo a cambio de que ella y su partido colaborasen en la anexión del riquísimo este del Congo por parte de Ruanda.
Su situación es cada vez más delicada. En estos últimos días ha sido encarcelada por el régimen la tesorera adjunta de las FDU (el partido de Victoire) Leonille Gasengayire. Y también Illuminée Iragena, presidenta de la ONG local ABIRU, ha desaparecido tras ser secuestrada y torturada por los servicios secretos. Al ser detenida, Leonille Gasengayire llevaba consigo el libro escrito por Victoire en estos años de encarcelamiento, libro propiedad de Illuminée Iragena y en el que esta había escrito su nombre. Como buen discípulo de todos los tiranos e imperios, el régimen ruandés sabe bien que la verdad y la información son profundamente subversivas del orden establecido.
En el caso del Congo es demasiado evidente que jamás existió una supuesta independencia nacional. La codicia que sus extraordinarios recursos naturales siempre despertaron en los líderes de nuestras “modélicas” democracias ha sido tan descontrolada, que para expoliarlo no se han guardado ni las más elementales formas “civilizadas”. Pero cabría preguntarse si no ha sucedido y aún sigue sucediendo algo semejante, aunque de un modo más disimulado, en tantos otros países. Les recomiendo la lectura, en la página web de nuestros compañeros de UMOYA, del reciente dossier de Rosa Moro titulado “Guerras en África”. Como expone ya en el primer párrafo, “en el imaginario eurocentrista –‘las guerras en África’, ‘el hambre en África’, ‘dictadores africanos’- […] justificamos nuestras injerencias descerebradas, interesadas, ilegítimas -incluso criminales-, en países soberanos que no conocemos.”
Aunque la pregunta verdaderamente importante es tan audaz que seguramente ni somos capaces de hacernosla. Es la que se refiere a nuestra propia supuesta independencia: ¿puede hablarse de una auténtica independencia respecto a los grandes poderes globales en un país como el nuestro en el que hasta los mismos profesionales de la información están tan desinformados?, ¿puede existir auténtica independencia en un país en el que no existe una información verdaderamente independiente y en el que se dan, sin el conocimiento de la sociedad, unas complicidades tan graves en unas operaciones geoestratégicas que son responsables de la muerte de millones de seres humanos?