Oh, qué cansado estoy de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra, y como me gustaría alejarme, hacia el norte, donde dicen que la gente es limpia y noble, culta, rica, libre, despierta y feliz! SALVADOR ESPRIU
No hace mucho que algún noticiario se hizo eco de un gesto de la presidenta de Alemania: en un acto de su partido, en el momento de los saludos, uno de los miembros con los que compartía escenario exhibió una bandera de Alemania. Rápidamente, Angela Merkel, visiblemente molesta, le cogió la bandera y la retiró fuera del escenario. Los locutores explicaron que en Alemania es tradición que los partidos políticos no exhiban la bandera alemana, ya que no la consideran patrimonio de un partido sino de toda la sociedad.
En el mismo noticiario salieron informaciones de actos políticos de varios partidos españoles. En todos los de los partidos de derechas la bandera española presidía el acto y los asistentes hacían ondear muchas de ellas. Y recordé la pasada campaña electoral en la que los tres partidos de derechas, y también el PSOE, utilizaron España en su eslogan electoral.
Salvador Espriu escribió los versos citados en 1954, cuando Europa empezaba en los Pirineos, mientras que en España se torturaba, encarcelaba y mataba a los disidentes de Franco que no habían podido exiliarse. Eran tiempos en que los demócratas españoles miraban con esperanza una Europa que era sinónima de libertad, de democracia y de justicia. La misma justicia que hoy los presos políticos y exiliados catalanes buscan en Europa, como los jóvenes de Alsasua condenados a penas de prisión de entre dos y trece años por una pelea con dos guardias civiles, como el rapero mallorquín Valtonyc o los miembros de los CDR encarcelados preventivamente acusados de terrorismo y de tenencia de explosivos, hasta que meses después se les ha dejado en libertad ya que nunca existieron tales explosivos. Y así sucesivamente…
¡Todo por una bandera! exhibida impúdicamente por aquellos que han sido condenados por corrupción, por robar a los ciudadanos de aquella patria que sólo defienden de bandera. Una bandera exhibida de manera asquerosa por aquellos que, brazo en alto, vuelven a cantar el «cara al sol» orgullosamente. Una bandera defendida, dicen, por jueces y fiscales que provienen de aquel «Tribunal de Orden Público», que dictaba condenas contra los demócratas que se oponían al franquismo. Por eso, a muchos, nos cuesta tanto compartir bandera con los que se la han apropiado. Porque nos demuestran cada día que nos odian. Odian nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra tenacidad en defendernos como Pueblo. Nos querrían totalmente asimilados, impuesta su patria castellana y excluyente, visigótica y conquistadora.
No, bajo la bandera de Merkel ninguno de ellos se podría manifestar, ni hacer apología del fascismo con tanta impunidad. Ni ningún juez podría maniobrar de manera maniquea para mantener a sus adversarios políticos en la cárcel. Porque hacia el norte la justicia es limpia y noble, culta, rica, libre… y justa!
Quizás esta justicia del norte hará cambiar a la fuerza a los abanderados españoles –no lo creo–. Pero, si así fuera, tal vez un día podremos ver un líder de la derecha retirar de manera decidida la bandera española de un acto de partido. Entonces podremos decir que este es un acto de patriotismo.