Un intenso diálogo de cuatro horas tuvo lugar hoy en la conferencia en línea del Instituto Schiller «El mundo necesita la visión de paz de JFK», un evento que conmemora el histórico discurso del presidente John F. Kennedy en la American University el 10 de junio de 1963, y el paradigma del Hombre que representó, decisivo para lograr la paz hoy en esta crisis global tan peligrosa.
Los participantes incluyeron a Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller; Donald Ramotar, expresidente de Guyana; Pino Arlacchi, exjefe de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de Drogas (1997-2002) y exdiputado italiano; Ray McGovern, ex analista sénior de la CIA y miembro de Veteran Intelligence Professionals for Sanity; Dr. Chandra Muzaffar, fundador y presidente de JUST International, Malasia; Diane Sare, candidata al Senado de los Estados Unidos por Nueva York; y Harley Schlanger, portavoz de La Organización LaRouche. La reunión fue moderada por Dennis Speed del Instituto Schiller.Lo que sigue está tomado de la parte inicial del discurso de la Sra. Zepp-LaRouche en esa reunión:
«Estamos conmemorando uno de los discursos más importantes de la posguerra, el discurso pronunciado por JFK hace 60 años en la American University, su famosísimo Discurso por la Paz. Pero no lo estamos haciendo de una manera académica, lo estamos haciendo con una dramática movilización mundial de tantas fuerzas como sea posible, y como un llamamiento urgente al gobierno estadounidense para que vuelva a la perspectiva expresada por John F. Kennedy, de que Estados Unidos debe volver a convertirse en una fuerza de paz en el mundo, no, como dijo Kennedy, ‘una Pax Americana impuesta al mundo por las armas de guerra estadounidenses… sino el tipo de paz que hace que la vida en la Tierra merezca la pena de vivirse'».
Porque nos preocupa que el mundo esté peligrosamente cerca del posible estallido de una nueva guerra mundial, que esta vez sería termonuclear y, por tanto, significaría la aniquilación de toda la vida sobre la Tierra.
A partir del lunes, sobre Alemania comenzará la mayor maniobra de guerra aérea de la OTAN desde el final de la Guerra Fría, la Air Defender 23, con la mayor maniobra de transferencia de 100 aviones de combate de Estados Unidos a Alemania, incluidos los F-35 furtivos con capacidad nuclear, así como 120 aviones de combate más de otros países. La base de la maniobra es una guerra aérea contra un enemigo imaginario, que también comanda una potente fuerza aérea, y es obvio quién sería. En la actual situación de escalada bélica en Ucrania, un accidente militar o el error de un piloto pueden ser fácilmente malinterpretados como un acto de agresión. Recientemente ha habido más y más ataques ucranianos en el territorio de Rusia, y la vigilancia aérea rusa seguramente estará en alerta máxima observando la maniobra de la OTAN. Los observadores rusos, que podrían verificar que las maniobras no son un pretexto para la preparación de un ataque nuclear, no han sido invitados. Aunque esta maniobra lleva preparándose desde 2018, llevarla a cabo realmente en condiciones de guerra caliente en medio de Europa pone al mundo en riesgo de extinción, aunque no hubiera intención, solo desgracia. ¡Esta maniobra debe ser cancelada antes de que comience!
Con una propuesta obviamente descabellada para llevar al extremo la política de riesgo nuclear, bajo el titular «¿La clave para poner fin a la guerra en Ucrania? Atacar Crimea», John E. Herbst, director senior del Centro Eurasia del Consejo Atlántico, y Daniel Fried, miembro del Consejo, han repetido ahora la propuesta del Royal United Service Institute (RUSI) británico de hace un año, de «poner fin» a la guerra de Ucrania creando una «crisis de los misiles cubanos más fuerte», haciendo que Ucrania ataque Crimea. Al destruir el puente de Kerch, Ucrania tomaría primero Crimea, y entonces crecerían las fisuras en el régimen de Putin y éste caería. Entonces Rusia aceptaría haber perdido la guerra. Sin una sola mención del peligro supremo, que esto cruzaría la última línea roja de la potencia nuclear más fuerte en la actualidad –Rusia– y una ignorancia demostrada sobre la falta del tipo de discusión entre bastidores que existió entre Kennedy y Jruschov, esta propuesta refleja obviamente el pensamiento de una facción importante en el establishment anglo-estadounidense, del que el Consejo Atlántico es el portavoz.
El coronel del ejército británico Hamish de Bretton-Gordon, afirma sin la menor prueba que el presidente Putin estaría preparando la central nuclear de Zaporozhie como «arma nuclear improvisada». Por lo tanto, Occidente debería actuar para «detener urgentemente a Putin» con «lo que sea necesario», afirma.
Estas propuestas son una auténtica locura. Lo que debería alarmar en grado sumo a cualquier persona cuerda del planeta no es sólo el hecho de que se haya convertido en «normal» que los principales medios de comunicación publiquen semejante veneno belicista nuclear, sino que casi todas las instituciones occidentales no denuncien semejantes declaraciones irresponsables, sino que sigan la narrativa oficial sobre la «guerra de agresión no provocada» de Putin.
La situación actual es mucho más peligrosa que durante la Crisis de los Misiles de Cuba, y mucho más peligrosa que durante la crisis de los misiles de alcance intermedio a principios de los años ochenta, pero la conciencia pública ha sido aplastada por una implacable propaganda de guerra, que ha demonizado a Rusia y cada vez más a China, y aparentemente ha erradicado cualquier memoria histórica en parte de la población y deja a otros con un sentimiento de desesperación sobre ¡qué hacer!
De hecho, ¿qué se puede hacer en este momento histórico tan peligroso? El Instituto Schiller está haciendo circular internacionalmente un llamamiento al presidente de los Estados Unidos –es decir, al presidente Biden– para que vuelva urgentemente a las políticas de John F. Kennedy, tal y como están expresadas en su discurso por la paz pronunciado hoy hace 60 años.
Fuente: Executive Intelligence Review
Extractos del discurso por la paz del presidente John F. Kennedy en la American University, 10 de junio de 1963