Zbigniew Brzezinski, exasesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, ha muerto este viernes en un hospital de Virginia a la edad de 89 años. Aunque The New York Times reconoció que el exasesor del gobierno era un «estratega de la línea dura,» tergiversar su legado como otro caso de positividad infinita quizás no sea tan fácil como al establishment le gustaría pensar.
En el momento en que el Reino Unido eleva el nivel de la llamada «amenaza terrorista» tras un devastador ataque cometido por un individuo inspirado en ISIS y en el que Filipinas entra en un estado casi completo de ley marcial tras la destrucción inpirada en ISIS, justamente la muerte de Brzezinski sirve como recordatorio para buscar una comprensión más profunda de cómo se ha originado el terrorismo moderno.
Como explica The New York Times, «el odio rígido hacia la Unión Soviética» de Brzezinski ha guiado gran parte de la política exterior de Estados Unidos «para mejor o para peor». Según el NYT:
«Él apoyó con miles de millones de dólares en ayuda militar para los militantes islámicos que luchaban contra la invasión de las tropas soviéticas en Afganistán. Tácitamente alentó a China a seguir apostando por el régimen asesino de Pol Pot en Camboya, porque los vietnamitas apoyados por los soviéticos ocuparan ese país. » [énfasis añadido]
Si bien es correcto que The New York Times tome nota del apoyo de Brzezinski hacia los militantes islámicos, minimizando el efecto de su rencorosa agenda de política exterior con una simple frase hace una injusticia al verdadero horror detrás de las políticas de Brzezinski.
Ya que el golpe de Estado de 1973 en Afganistán había instalado a un nuevo gobierno secular que se inclinaba hacia los soviéticos, EEUU procuró socavar a ese nuevo gobierno mediante la organización de varios intentos de golpe a través de estados lacayos de Estados Unidos, Pakistán e Irán (este último estaba bajo el control de EEUU que apoyaba al Shah). En julio de 1979, Brzezinski autorizó oficialmente la ayuda a los rebeldes muyahidines de Afganistán, entregada a través del programa de la CIA «Operación Ciclón.»
Muchas personas defienden la decisión de Estados Unidos de armar a los muyahidines en Afganistán porque creen que era necesario para defender al país y a la región de la agresión soviética. Sin embargo, las propias declaraciones de Brzesinski se oponen directamente a esta lógica. En una entrevista en 1998, Brzezinski admitió que en la realización de aquella operación, la administración Carter había «incrementado deliberadamente la probabilidad» de que los soviéticos intervinieran militarmente (lo que sugiere que empezaron a armar a las facciones islamistas antes de la invasión soviética, con la lógica redundante de que no había invasión y los combatientes por la libertad de Afganistan necesitaban repelerla). Brzezinski dijo entonces:
«Lamentar qué? Esta operación secreta fue una excelente idea. Tuvo el efecto de atraer los rusos a la trampa afgana, ¿y quiere que lo lamente? El día que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, escribí al presidente Carter: Ahora tenemos la oportunidad de dar a la URSS su guerra de Vietnam».
Esta declaración iba más allá de una simple fanfarronada por la instigación de la guerra y el colapso final de la Unión Soviética. En sus memorias, tituladas «Desde las sombras» Robert Gates –exdirector de la CIA bajo Ronald Reagan y George HW Bush, y secretario de Defensa tanto con George W. Bush como con Barack Obama– confirmó directamente que esta operación encubierta comenzó seis meses antes de la invasión soviética con la intención real de llevar los soviéticos a dar un mal paso al estilo de Vietnam.
Brzezinski sabía exactamente lo que estaba haciendo. Los soviéticos permanecieron empantanados en Afganistán aproximadamente diez años, luchando contra un suministro sin fin de armas y combatientes entrenados aportados por los Estados Unidos. En ese momento, los medios de comunicación incluso llegaron a alabar a Osama bin Laden –una de las figuras más influyentes en la operación encubierta de Brzezinski. Todos sabemos cómo terminó aquella historia.
Incluso con pleno conocimiento de en lo que se había convertido su creación financiada por la CIA, en 1998 Brzezinski declaró lo siguiente a sus entrevistadores:
«¿Qué es más importante para la historia del mundo? ¿Los talibanes o el colapso del imperio soviético? ¿Algunos musulmanes agitados o la liberación de Europa Central y el fin de la guerra fría?»
El entrevistador en ese momento se negó a dejar pasar esta respuesta y replicó:
«¿Algunos musulmanes agitados? Pero se ha dicho y repetido que el fundamentalismo islámico representa una amenaza para el mundo de hoy».
Brzezinski rechazó de plano esta declaración, respondiendo:
«Tonterías!»
Esto pasó en unos momentos en que los periodistas hacían preguntas presionando a los funcionarios del gobierno, un hecho poco habitual hoy en día.
El apoyo de Brzezinski a estos elementos radicales llevó directamente a la formación de al-Qaida, que se traduce literalmente como «la base», ya que fue la base desde de la que se repelió la prevista invasión soviética. También dio lugar a la creación de los talibanes, una entidad mortal actualmente enquistada en una batalla sin fin con las fuerzas del OTAN.
Además, a pesar de las declaraciones de Brzezinski, que intentan representar una derrota duradera del imperio ruso, la verdad es que para Brzezinski la guerra fría nunca se terminó. Aunque era un crítico de la invasión de Irak en 2003, el dominio de Brzezinski sobre la política exterior de Estados Unidos continuó justo hasta su muerte.
No es casualidad que en Siria, el gobierno de Obama desplegara una estrategia pantanosa como en Afganistán hacia otro aliado de Rusia, al-Ásad de Siria. Un cable filtrado por Wikileaks con fecha de diciembre de 2006 –escrito por William Roebuck, que era el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Damasco en ese momento– deia:
«Creemos que las debilidades de al-Ásad se encuentran en la forma como escoja reaccionar a las amenazas, tanto las percibidas como las reales, como el conflicto entre medidas de reforma económica (sin embargo limitadas) y el enquistamiento, las fuerzas corruptas, la cuestión kurda y la potencial amenaza para el régimen de la creciente presencia de extremistas islámicos en tránsito. Este cable resume nuestra evaluación de estas vulnerabilidades y sugiere que puede haber acciones, declaraciones y señales que el gobierno estadounidense puede enviar que aumentarían la probabilidad de que tales oportunidades se produzcan.» [énfasis añadido]
Al igual que con la Operación Ciclón, con Barack Obama la CIA gastó aproximadamente mil millones de dólares al año en la formación de los rebeldes sirios (para participar en tácticas terroristas). La mayoría de estos rebeldes comparten la ideología central de ISIS y tienen el objetivo expreso de establecer la sharia en Síria.
Just como en Afganistán, la guerra de Siria atrajo formalmente a Rusia en 2015, y el legado de Brzezinski se ha mantenido vivo a través de la advertencia directa de Obama a la Rusia de Vladimir Putin que estaba llevando a Rusia a otro lodazal.
Entonces, donde podría haber conseguido Obama este libro de jugadas de Brzezinski, que hunde más a Siria en una horrible guerra de seis años de duración que arrastra de nuevo a una potencia nuclear a un conflicto lleno de crímenes de guerra y contra la humanidad?
La respuesta: del mismo Brzezinski. Según Obama, Brzezinski es un tutor personal suyo, un «amigo excepcional» de quien ha aprendido enormemente. A la luz de este conocimiento, no es extraño que hayamos visto tantos conflictos estallando de la nada durante la presidencia de Obama?
El 7 de febrero de 2014, la BBC publicó una transcripción de una conversación telefónica pinchada entre la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland y el embajador de EEUU en Ucrania, Geoffrey PYATT. En esta llamada telefónica, los representantes estaban discutiendo sobre a quién querían colocar en el gobierno de Ucrania tras un golpe que derrocó al presidente alineado con los rusos Viktor Yanukovych.
Y he aquí que el mismo Brzezinski abogó por tomar el control de Ucrania en su libro de 1998, El gran tablero de ajedrez, indicando que Ucrania era
«un nuevo e importante espacio en el tablero euroasiático… un pivote geopolítico porque su propia existencia como país independiente (conlleva que) Rusia deja de ser un imperio euroasiático».
Brzezinski advirtió en contra de permitir que Rusia controlara Ucrania porque
«Rusia recuperaría automáticamente otra vez los medios para convertirse en un estado imperial poderoso, que abarcaría Europa y Asia».
Después de Obama, Donald Trump ha llegado al poder con una mentalidad completamente diferente, dispuesto a trabajar con Rusia y el gobierno sirio en la lucha contra ISIS. Como era de esperar, Brzezinski no apoyó la candidatura de Trump a la presidencia y creía que las ideas de política exterior de Trump no tenían coherencia.
Dicho todo esto, justamente el año pasado Brzezinski parecía haber cambiado su postura sobre asuntos globales y en su lugar comenzó a abogar por un «realineamiento global» –una redistribución del poder mundial– a la luz del hecho de que EEUU ya no es el poder imperial mundial que había llegado a ser. Sin embargo, aunque parecía indicar que sin el liderazgo global de Estados Unidos el resultado sería el «caos global», aunque parecía poco probable que su cambio de percepción se basara en un cambio significativo real en el tablero de ajedrez.
Además, la existencia misma de la CIA se basa en la idea de una amenaza de Rusia, como se ha evidenciado en el asalto total de la agencia sobre la administración Trump cuando se ha visto que la distensión con la antigua Unión Soviética es possible.
Brzezinski ha muerto de forma segura en una cama de hospital, a diferencia de los millones de desplazados y civiles asesinados que eran peones caídos en juegos de ajedrez geopolíticos de Brzezinski de sangre y locura. Su legado es un yihadismo militante, la formación de al-Qaida, el ataque más devastador en suelo estadounidense por una entidad extranjera en nuestra historia reciente y la denigración completa de Rusia como un adversario eterno con quien la paz ni se puede ni se debe alcanzar nunca.