Los temblores que ha provocado en el sistema financiero de todo el mundo la corrida contra el Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos, su posterior cierre e intervención por las autoridades, son el llamado de alerta para que todos los gobiernos del mundo actúen con rapidez para evitar que se repita la crisis del 2008 a una escala mayor –mayor y más mortífera, porque se han agotado todas las llamadas “herramientas” de los bancos centrales.
Dado el sobreendeudamiento extremo del sistema financiero, unido al riesgo de los derivados que suman dos mil billones de dólares, la “burbuja de todo” está amenazada con el destino de lo que el gurú de Wall Street, Bill Gross, comparó con una supernova, una estrella brillante que de repente se apaga. Entre el Escila del endurecimiento financiero que desencadenaría crecientes “llamadas de margen” y una corrida bancaria –como le ocurrió antes de caer en problemas al SVB– y el Caribdis de volver a la Emisión Cuantitativa (QE) –y dejar que la hiperinflación se coma la deuda– no hay solución dentro del sistema. En cualquier caso, ya se trate de un colapso repentino de todo el sistema o de una devaluación hiperinflacionaria que destruya el trabajo de toda una vida, el daño potencial para miles de millones de personas y la probable muerte de millones es inaceptable.
El no haber abordado las causas profundas de la crisis sistémica del sistema financiero en 2008, y los 15 años de creación imprudente de liquidez mediante la Emisión Cuantitativa (QE) desde entonces —con tasas de interés cero e incluso negativas en detrimento de las capacidades físicas de la economía— junto con la locura económica con propósitos geopolíticos, como las sanciones que golpean a las economías occidentales como un gigantesco búmeran, está provocando un estallido del sistema. Ni la austeridad schachtiana, ni los “rescates” o los “rescates internos” remediarán la situación. Lo único que funcionará es acabar con la economía de casino y volver a las inversiones sensatas en la economía física real, con el fin de aumentar la productividad de la economía por medio de la inversión intensiva de capital y de alta densidad de flujo energético.
Si Franklin Roosevelt estuviera vivo, declararía un feriado bancario, implementaría la separación bancaria con la Ley Glass-Steagall, un Nuevo Trato y ofrecería la participación estadounidense en un Nuevo Sistema de Bretton Woods, de acuerdo con su intención original de proporcionar créditos a gran escala para aumentar el nivel de vida de la población del Sur Global. Por desgracia, no cabe esperar que el actual Congreso de Estados Unidos tenga la talla o la sabiduría necesarias para hacer lo mismo.
Aunque los esfuerzos de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y el BRICS-Plus por crear una nueva moneda basada en las materias primas y un nuevo sistema financiero no hayan avanzado lo suficiente, dadas las restricciones de todo tipo y los vestigios de los enfoques anteriores, el dramatismo de los acontecimientos podría obligar a acelerar la materialización de las intenciones existentes. Dado que la posibilidad muy real de un colapso incontrolado del sistema financiero podría acentuar el peligro de que la actual guerra sustituta entre la OTAN y Rusia, con China en segundo plano, se recrudezca por accidente o error de cálculo, es necesario actuar con urgencia.
Debe haber de inmediato una conferencia de emergencia, por medio de la cual los gobiernos comuniquen al mundo que actuarán juntos con buena voluntad para avanzar hacia una nueva arquitectura mundial de seguridad y desarrollo, que tenga en cuenta los intereses de todas las naciones del planeta. La primera expresión de esa nueva arquitectura podría ser la aplicación de las Cuatro Leyes propuestas por Lyndon LaRouche: un sistema global tipo Glass Steagall; un sistema de bancos nacionales y un nuevo sistema de crédito; y la cooperación internacional en las inversiones científicas y tecnológicas de próxima generación, como la fusión termonuclear y la ciencia del espacio.
Esta conferencia de emergencia debe llevarse a cabo ya sea como una conferencia de la Asamblea General de la ONU, o como una conferencia del G20. Si estas instituciones no pueden responder, habrá que buscar otros patrocinadores, como el BRICS-Plus, la OCS o una combinación de instituciones representativas. Cuando está en juego el bienestar y posiblemente la existencia de la especie humana, hay que superar todos los obstáculos ideológicos.
Fuente: EIR