Cuando mi esposa Susana y yo hemos llegado a este cementerio de Montuïri,  Mateu [Ginard] me ha pedido que realizase una breve intervención de unos tres minutos antes de las otras intervenciones que ya estaban en el protocolo acordado [la del presidente de la Obra Cultural Balear Toni Llabrés, la del coordinador general de MÉS Lluís Apeteguía, la de la alcaldesa de Montuïri Paula Maria Amengual y la de su amigo y ex conseller de Cultura Damià Pons], mi primera reacción ha sido la de responderle: “No sé si seré capaz de realizarla sin emocionarme y provocar una situación embarazosa”. De hecho, al encontrarme con Joana [esposa de Pere] no he sido capaz de articular palabra y solo he podido llorar abrazado a ella. Creo que soy duro de pelar, pero Pere no era cualquiera. Pere era Pere. Pere ES Pere.

Con el paso de los minutos se han ido calmando las aguas y me he animado a pronunciar estas palabras. Es una obligación hacia Pere y su familia. Porque ni nuestra Fundació [S’Olivar] ni yo tampoco seríamos los mismos si Pere no hubiese aparecido y entrado en nuestras vidas. Es un deber de gratitud el intentar mostraros ahora unas facetas de la vida y la personalidad de Pere tan admirables como su compromiso con es poble de Mallorca i ses Illes, con aquesta Terra, con sa seva llengo… Unas facetas que muchos de vosotros seguramente desconoceréis en una buena medida. Mateu me acaba de presentar como un amigo especial de Pere, un amigo espiritual y solidario. ¿Qué quieren expresar tales calificativos?

Referirme a la cuestión de la solidaridad internacional, que nos unió a ambos tan estrechamente, no es demasiado complicado. Todo el mundo puede entender a qué me refiero. No es nada habitual que un vicepresident del Consell, después del Govern y finalmente un senador se implicase de tal modo, con la entrega tan desinteresada con que lo hizo, en conflictos tan poco mediáticos como son los que afectan al África negra profunda. Nos acompañó a New York o a Kinshasa porque así lo sentía sinceramente. El sincero compromiso internacional de Pere surgía de la misma profundidad desde la que nacía su compromiso nacional. Tenía muy claro aquello del mahatma Gandhi de que no se puede ser un verdadero internacionalista sin ser un verdadero nacionalista y viceversa. No leeré el mensaje a la familia de Pere que nos acaban de enviar nuestros amigos ruandeses para no excederme en el tiempo que me ha sido acordado.

Tratar sobre el otro ámbito que nos unía, el espiritual, no es tan fácil. Porque Pere decía ser un agnóstico, por muy respetuoso que fuese hacia mis convicciones cristianas. Sin embargo, me atrevo a afirmar que era un agnóstico de una espiritualidad elevadísima, mucho más elevada que la de muchos creyentes. ¿Cómo se puede cocinar semejante paradoja? Recuerdo siempre una anécdota que acabó revistiendo para mí la categoría de símbolo de ese Pere tan excepcional. Nos encontrábamos frente a un edificio tan emblemático como el Empire State Building, frente al Rockefeller Center y su mundialmente famosa escultura del titán Atlas soportando sobre sus hombros la bóveda celeste.

En ese momento, Pere me soltó: “Perdona, Joan, pero no puedo compartir tu fe cristiana, según la cual van al cielo personas que han hecho tanto mal en sus vidas, pero que se confiesan el último día y se les perdonan todos sus pecados” [Pere había leído con gran interés mi voluminoso libro, de más de 600 páginas, La hora de los grandes “filántropos”]. Yo intenté argumentar como mejor pude: “Pere, no sabemos ni qué es el tiempo. Einstein lo llama un ‘espejismo persistente’. Existen miles de testimonios de personas que, en una experiencia cercana a la muerte, de tan solo unos minutos, afirman haber revivido toda su vida con una alucinante intensidad”. Pero lo importante es que, llegados a este punto, Pere abrió su corazón y me comunicó una íntima experiencia.

En una intervención quirúrgica sin mayor trascendencia, parece ser que la anestesia, no recuerdo si excesiva o qué, le hizo caer en un estado muy benéfico en el que se repetía a sí mismo: “la Verdad, la Verdad, la Verdad…”. No vio ningún ser personal, ni luz alguna. Pero se sentía inmerso en la Verdad. Por mi parte, más de medio siglo de certezas espirituales y de adhesión al Movimiento de la no-violencia ha arraigado en mí la convicción de que la centralidad de la Verdad es seguramente lo más característico de políticos/místicos como mahatma Gandhi o Martin Luther King. Sin referirme al Jesús de Nazaret, gran referente del primero y maestro del segundo. Hace falta una enorme honestidad, integridad y dignidad para que un político haga de la Verdad el eje de su vida.

Pere jamás se plegó a las mentiras del poder. Por eso somos muchos los que lo queremos tanto.

Foto: Pere Sampol se desplazó a Bruselas para apoyar el ayuno de 42 días que realizaron Joan Carrero y Xisco Martorell en enero-febrero de 1997 para denunciar el genocidio de los refugiados ruandeses en el este de Zaire (actual RD del Congo). De izquierda a derecha, Pere Sampol, Joan Carrero, Emma Bonino (comisaria europea de Ayuda Humanitaria), Xisco Martorell y Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz).

Presentación del libro de Joan Carrero Los cinco principios superiores, con Pere Sampol, Tomeu Martí y Marina Rossell (Vicenç Mates, 04.06.2015)