¿Por qué los mismos medios de comunicación occidentales que repiten obsesivamente acusaciones de hace cinco meses contra Hamás son tan reacios a centrarse en las horribles atrocidades actuales de Israel?
Rehenes torturados hasta la muerte. Padres ejecutados delante de sus hijos. Médicos apaleados. Bebés asesinados. Agresiones sexuales convertidas en armas.
No, no son crímenes de Hamás. Esto forma parte de una lista cada vez mayor de atrocidades documentadas cometidas por Israel en los cinco meses transcurridos desde el 7 de octubre, aparte de los bombardeos en alfombra sobre 2,3 millones de palestinos en Gaza y la hambruna provocada por la obstrucción de la ayuda por parte de Israel.
La semana pasada, una investigación del periódico israelí Haaretz reveló que se sabe que unos 27 palestinos capturados en las calles de Gaza en los últimos cinco meses murieron durante interrogatorios dentro de Israel.
A algunos se les negó tratamiento médico. Pero es probable que la mayoría hayan sido torturados hasta la muerte.
Hace tres meses, un editorial de Haaretz advertía de que las cárceles israelíes «no deben convertirse en centros de ejecución de palestinos».
Los canales de televisión israelíes han llevado a los telespectadores a visitar los centros de detención, mostrando las terribles condiciones en las que se mantiene a los palestinos, así como los abusos psicológicos y físicos a los que son sometidos.
Un juez israelí calificó recientemente las jaulas improvisadas en las que se mantiene a los palestinos de «inadecuadas para los seres humanos».
Recordemos que gran parte de los cerca de 4.000 palestinos tomados como rehenes por Israel desde el 7 de octubre –probablemente la inmensa mayoría– son civiles, como los hombres y niños que desfilan por las calles de Gaza o que son retenidos en un estadio despojados de su ropa antes de ser arrastrados a una oscura celda en Israel.
Mujeres maltratadas
Según los medios de comunicación israelíes, muchas decenas de mujeres palestinas –incluidas mujeres embarazadas– también han sido apresadas, pero en su caso fuera de cámara.
Presumiblemente, Israel ha querido evitar socavar su cuidadoso mensaje de que sólo Hamás utiliza la violencia contra las mujeres como arma.
Sin embargo, según expertos jurídicos de las Naciones Unidas, las mujeres palestinas sufren las formas más degradantes de abusos a manos del ejército israelí.
Los expertos observaron que, al parecer, las mujeres y niñas palestinas detenidas estaban siendo sometidas a «múltiples formas de agresión sexual, como ser desnudadas y registradas por oficiales varones del ejército israelí».
«Al menos dos mujeres palestinas detenidas habrían sido violadas, mientras que otras habrían sido amenazadas de violación y violencia sexual.»
También se cree que los soldados tomaron fotos de mujeres detenidas en circunstancias degradantes y luego las subieron a Internet.
Las familias de mujeres y niñas palestinas de Gaza también han denunciado su desaparición tras entrar en contacto con el ejército israelí.
«Hay informes preocupantes de al menos una niña trasladada a la fuerza por el ejército israelí a Israel, y de niños separados de sus padres, que siguen en paradero desconocido», han manifestado.
Palizas y ahogamiento simulado
Un informe separado de la ONU reveló la semana pasada que 21 miembros de su personal –trabajadores de ayuda humanitaria– habían sido secuestrados por Israel. A continuación fueron torturados para extraerles confesiones, muy probablemente falsas, de su participación en el ataque de Hamás del 7 de octubre. Las torturas incluyeron palizas, ahogamiento simulado y amenazas a familiares.
Esas confesiones fueron citadas por los aliados occidentales como motivo –de hecho, el único motivo conocido– para cortar la financiación a la agencia de ayuda de la ONU UNRWA, el último salvavidas para la hambrienta población de Gaza. Fueron estas afirmaciones, obtenidas mediante tortura, las que ayudaron a Israel a racionalizar la imposición de una hambruna en Gaza.
De los 1.000 detenidos liberados posteriormente, 29 eran niños, uno de tan sólo seis años, y 80 mujeres. Algunos padecían cáncer y enfermedades crónicas como alzheimer.
Según la investigación de la ONU, los palestinos denunciaron graves palizas de castigo, haber sido enjaulados con perros de presa y haber sufrido agresiones sexuales. Las pruebas físicas –como costillas rotas, hombros dislocados, marcas de mordiscos y quemaduras– seguían siendo visibles muchas semanas después.
Ejecuciones, escudos humanos
Estos horrores, por supuesto, no sólo tienen lugar en celdas y salas de interrogatorio dentro de Israel. Gaza está siendo sometida a niveles asombrosos de brutalidad y sadismo por parte de las tropas israelíes, aparte de los bombardeos en alfombra y la inanición forzada de civiles.
Francotiradores israelíes han disparado contra los hospitales de Gaza, matando al personal médico y a los pacientes que allí se encontraban.
El ejército israelí ha utilizado a palestinos como escudos humanos, incluido un hombre enviado a un hospital, con las manos atadas, para anunciar una orden israelí de evacuar las instalaciones. Las fuerzas israelíes lo ejecutaron a su regreso.
Se ha disparado contra quienes trataban de seguir esas órdenes de evacuación, ondeando banderas blancas.
Las instalaciones médicas han sido invadidas repetidamente por el ejército israelí, en flagrante violación del derecho internacional. Se ha dejado morir sin atención a quienes no podían ser evacuados, como bebés prematuros, incluso mientras los soldados israelíes ocupaban el edificio.
Esta semana, la BBC entrevistó a personal médico que denunció haber sido torturado, golpeado salvajemente y atacado con perros de presa en el interior del hospital Nasser de Jan Yunis después de que los soldados israelíes lo asaltaran.
A uno de ellos, el Dr. Ahmed Abu Sabha, le rompieron las manos. Dijo a la BBC: «Me sentaron en una silla que parecía una horca. Oí ruidos de cuerdas, así que pensé que me iban a ejecutar».
En otra ocasión, él y otros detenidos fueron golpeados en la parte trasera de un camión, cuando sólo llevaban ropa interior. Los llevaron a una gravera, donde los obligaron a arrodillarse con los ojos vendados. Creyeron que iban a ser ejecutados.
Durante sus ocho días como rehén, Sabha nunca fue interrogado.
Se cree que hay decenas de médicos más desaparecidos, presuntamente detenidos por Israel.
Fotografías publicadas por la BBC muestran también a pacientes en el recinto del hospital Nasser en camas con las manos atadas fuertemente por encima de la cabeza.
Los soldados israelíes dejaron descomponerse a los que murieron. Un médico del hospital, el doctor Hatim Rabaa, declaró a la BBC: «Los pacientes gritaban: ‘Por favor, llévenselos [los cadáveres] de aquí’. Yo les decía: ‘No está en mis manos'».
A diario se documentan otros ejemplos de crueldad asesina. Soldados israelíes han matado a tiros a palestinos desarmados, incluidos los que ondeaban banderas blancas. Padres palestinos han sido ejecutados a sangre fría delante de sus hijos. Se han repetido episodios en los que las fuerzas israelíes han matado a tiros en masa a palestinos desesperados que trataban de conseguir ayuda, como ha vuelto a ocurrir esta semana.
Incluso rehenes israelíes que intentaban escapar de sus captores han sido asesinados por los mismos soldados israelíes a los que intentaban rendirse.
Estos son sólo algunos de los casos de sadismo y barbarie israelíes que han aparecido brevemente en la cobertura de los medios de comunicación occidentales, y que pronto caerán en el olvido.
Borrar a Gaza del mapa
El estremecedor doble rasero es imposible de ignorar.
Los medios de comunicación occidentales han estado repletos de las más escabrosas acusaciones de salvajismo dirigidas contra Hamás, a veces con escasas o nulas pruebas. Las afirmaciones de que Hamás decapitaba a bebés o los metía en hornos, que aparecían en las portadas de los periódicos, resultaron ser absurdas.
Las acusaciones contra Hamás se han recalentado sin cesar para pintar un cuadro de un grupo militante sumamente peligroso y bestial, racionalizando a su vez el bombardeo en alfombra y la inanición de la población de Gaza para «erradicarla» como organización terrorista.
Pero las atrocidades igualmente bárbaras cometidas por Israel –no en el fragor de la batalla, sino a sangre fría– se tratan como desafortunados incidentes aislados que no se pueden relacionar, que no pintan nada, que no revelan nada importante sobre los militares que los llevaron a cabo.
Si los crímenes de Hamás fueron tan salvajes y sádicos que todavía tienen que ser denunciados meses después de que tuvieran lugar, ¿por qué los medios de comunicación del establishment nunca sienten la necesidad de expresar el mismo horror e indignación ante los actos de crueldad y sadismo infligidos por Israel en Gaza, no hace cinco meses, sino ahora mismo?
Esto forma parte de un patrón de comportamiento de los medios de comunicación occidentales que sólo lleva a una deducción posible: No se está informando del ataque de Israel contra Gaza, que dura ya cinco meses. Más bien se está narrando de forma selectiva, y con los fines más obscenos.
Mediante fallos sistemáticos y evidentes en su cobertura, los medios de comunicación del establishment –incluidos medios supuestamente liberales, desde la BBC y la CNN hasta The Guardian y The New York Times– han allanado el camino para que Israel lleve a cabo una matanza masiva en Gaza, lo que el Tribunal Mundial ha considerado plausiblemente un genocidio.
El papel de los medios de comunicación no ha sido mantenernos informados a nosotros, su público, sobre uno de los mayores crímenes que se recuerdan. Ha sido ganar tiempo para que el presidente estadounidense Joe Biden siga armando a su más útil de los Estados clientes en Oriente Próximo, rico en petróleo, y hacerlo sin dañar sus perspectivas de reelección en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.
Si el presidente ruso Vladimir Putin fue un loco y un bárbaro criminal de guerra por invadir Ucrania, como afirman todos los medios de comunicación occidentales, ¿en qué convierte eso a los dirigentes israelíes, cuando todos ellos apoyan atrocidades mucho peores en Gaza, dirigidas mayoritariamente contra civiles?
Y lo que es más, ¿en qué convierte eso a Biden y a la clase política estadounidense por respaldar materialmente a Israel hasta las últimas consecuencias: enviando bombas, vetando las peticiones de alto el fuego en las Naciones Unidas y congelando una ayuda que se necesita desesperadamente?
Preocupado por la imagen, el presidente expresa su malestar, pero sigue ayudando a Israel a pesar de todo.
Mientras los políticos y comentaristas occidentales se preocupan por alguna amenaza existencial imaginaria que esos breves acontecimientos de hace cinco meses suponen para el Estado de Israel, dotado de armas nucleares, Israel está literalmente borrando Gaza del mapa día a día, sin inmutarse.
Hamás «empezó«
Ha habido dos defensas, en gran medida implícitas, para este flagrante desequilibrio en las prioridades occidentales. Ninguna de ellas resiste el más somero escrutinio.
Una es el argumento de que Hamás «empezó», insinuado en la interminable afirmación de que, al destruir Gaza, Israel ha estado «respondiendo» o «tomando represalias» por la violencia del 7 de octubre.
Se trata de una justificación para matar a decenas de miles de palestinos y dejar morir de hambre a otros dos millones que nunca deberían haber salido del terreno de juego. Pero lo que es peor, es un sinsentido patente. Hamás no inició nada el 7 de octubre, salvo dar a Israel un pretexto para destrozar Gaza.
El enclave ha estado sometido a un asedio aplastante durante 17 años, en los que su tierra, mar y aire eran patrullados constantemente por Israel. A su población se le negó lo esencial para vivir. No tenían libertad de movimiento, salvo dentro de su jaula.
Mucho antes de la actual hambruna inducida por Israel, las restricciones comerciales de Israel habían garantizado altos niveles de desnutrición entre los niños de Gaza. La mayoría mostraba también las cicatrices de profundos traumas psicológicos por los constantes y masivos ataques de Israel contra Gaza.
Biden cacarea sobre la construcción de un «muelle temporal» –a semanas o meses vista– para hacer llegar a Gaza la ayuda que ahora se necesita desesperadamente. Pero hay una razón por la que el enclave carece de puerto marítimo y aeropuerto. Israel bombardeó el único aeropuerto en 2001, mucho antes de que Hamás se hiciera con el control de Gaza. Lleva años atacando y matando a pescadores que faenan frente a la costa de Gaza.
Desde entonces, Israel se ha negado a permitir que Gaza se conecte con el mundo y se libere del control israelí.
Hamás no empezó nada el 7 de octubre. Fue simplemente una nueva fase, especialmente truculenta, de lo que han sido décadas de resistencia palestina a la beligerante ocupación israelí de Gaza.
Narrativa falsa
La otra defensa implícita de los establishments occidentales que destacan constantemente la barbarie de Hamás sobre la de Israel es que se dice que la naturaleza de esas atrocidades es categóricamente diferente, en el sentido de peras y manzanas.
Se supone que Hamás demostró un grado de sadismo en su matanza del 7 de octubre dentro de Israel que la distingue de la matanza mucho mayor de Israel en Gaza.
Esa ha sido la base de todas las entrevistas de los medios de comunicación que exigen a los invitados que «condenen» a Hamás antes de que se les permita expresar su preocupación por la matanza de palestinos en Gaza. A nadie se le pide que condene a Israel.
También es la base para permitir a los portavoces israelíes afirmar de manera incontestable que Israel sólo ataca a Hamás, no a los civiles, incluso cuando alrededor de tres cuartas partes de los muertos de Gaza son mujeres y niños.
En las noticias de la noche de la BBC del pasado fin de semana, el presentador Clive Myrie hizo precisamente esta absurda afirmación al entonar que desde el 7 de octubre «Israel lanzó una implacable campaña de bombardeos dirigida contra miembros de Hamás».
Pero las últimas revelaciones sobre las 27 muertes registradas en centros de tortura israelíes y los testimonios de médicos golpeados del Hospital Nasser confirman lo falso de toda esta narrativa enmarcada por los medios de comunicación occidentales, una narrativa destinada a engañar y desinformar al público.
Israel afirma que está atacando a Hamás, pero sus acciones cuentan una historia totalmente diferente. La hambruna acabará con los enfermos y vulnerables mucho antes que con los combatientes de Hamás.
La verdad es que Israel no está erradicando principalmente a Hamás. Está erradicando Gaza. Sus crímenes son al menos tan crueles y salvajes como todo lo que Hamás hizo el 7 de octubre, y sus atrocidades se han llevado a cabo a una escala mucho mayor y durante mucho más tiempo.
Los establishments occidentales y sus medios de comunicación han estado librando una gigantesca campaña de distracción durante los últimos cinco meses, como lo han hecho contra los palestinos en años y décadas anteriores. Se ha animado a la opinión pública occidental a mirar en la dirección equivocada.
Hasta que eso no cambie, los hombres, mujeres y niños de Gaza seguirán pagando el precio más alto a manos de un ejército israelí vengativo y sádico.
Fuente: Jonathan Cook
Primer ministro de Malasia tacha de “hipocresía” la actitud de Occidente hacia Gaza (RT, 14.03.2024)