Queridos amigos, queridos lectores, no suelo hacer llamamientos públicos, pero esta vez es muy importante y serio. Un periodista de origen congoleño, Jacques Matand, que me entrevistó en la BBC sobre mi último libro «Rwanda, la vérité sur l’opération Turquoise», acaba de ser despedido simplemente por haber hecho bien su trabajo de periodista, tras las violentas amenazas del régimen de Kigali a la cadena británica. Se le acusó de haberme dado la palabra en la BBC. Ese es su crimen.
Claramente, este libro pone al régimen de Ruanda en un estado de febrilidad extrema. Después de haber presionado al canal francés TF1 y luego a LCI y de estar insatisfechos con mis análisis y mi trabajo sobre Ruanda, los líderes ruandeses se enfurecen ahora contra la BBC y en particular contra Jacques Matand, cuya cabeza pidieron y obtuvieron. No es la primera vez que Kigali ejerce una presión incalificable sobre la BBC y sus periodistas, queriendo que siga reinando el silencio sobre sus crímenes en Ruanda y la República Democrática del Congo.
Este despido es una acción deliberada para impedir que los periodistas de todo el mundo hablen libremente de la tragedia de 1994 en Ruanda y del saqueo y balcanización del Congo, del cual Kigali es ahora y desde hace dos décadas el epicentro. Este despido es nada más y nada menos que una incitación general a la autocensura entre los periodistas. El mundo entero debe reconocer un régimen criminal y un estado rebelde a riesgo de ser puesto en la lista negra, perseguido y acosado. Esto ya es lo que los ruandeses han estado experimentando en casa durante los últimos 25 años. Esto es lo que el periodista Anjan Sundaram dijo en su valiente libro «Bad news».
Una de las dictaduras más crueles y sangrientas de África trata de poner a todos en fila y no duda en firmar contratos publicitarios con los equipos de fútbol europeos para darse un rostro humano mientras el pueblo ruandés languidece en una prisión al aire libre en la miseria. Su objetivo es silenciar y asustar. Así, muchos tienen miedo y permanecen en silencio. Incluso en los países occidentales, algunas personas todavía tiemblan de miedo ante este régimen de terror de Rwanda. ¿Cómo podemos volverlos razonables y valientes?
Hago pues un llamamiento a la movilización general de los periodistas de la República Democrática del Congo, y a las organizaciones profesionales nacionales e internacionales de África, Europa y América para que apoyen a Jacques Matand por este acto injusto, que contraviene la ley senegalesa y es denunciado por el sindicato de periodistas senegaleses. Seguirán otras iniciativas para que se terminen la sumisión y el servilismo de las mentes a la dictadura ruandesa en las colinas de Kigali.
«Rwanda, la vérité sur l’opération Turquoise» se abrirá paso y nada podrá detener la ineludible marcha hacia la verdad, la que se está tratando de sofocar por todos los medios.
Fuente: Veritas Info