La Guerra Híbrida 2.0 contra China, una operación conjunta de Estados Unidos, ya está alcanzando su punto culminante. Su brazo de guerra de información de espectro completo 24/7 culpa a China por todo lo relacionado con el coronavirus, usándolo como una táctica de distracción contra cualquier crítica informada de la deplorable falta de preparación de Estados Unidos.

La histeria reina de manera previsible. Y esto es solo el comienzo.

Un diluvio de demandas es inminente, como la del Distrito Sur de Florida, presentada por Berman Law Group (vinculado a los Demócratas) y Lucas-Compton (vinculado a los Republicanos). En resumen: China tiene que desembolsar toneladas de dinero. Por lo menos 1,2 billones de dólares, que resulta ser -por ironía surrealista- la cantidad de bonos del Tesoro de Estados Unidos en poder de Beijing, hasta 20 billones de dólares reclamados por una demanda en Texas.

El caso de la fiscalía, como Scott Ritter nos recordó memorablemente, está sacado directamente de Monty Python. Funciona exactamente así:

«Si pesa lo mismo que un pato…
… ¡está hecha de madera!»
«Y por lo tanto…»
«¡¡¡Una bruja!!!»

En términos de la Guerra Híbrida 2.0, la actual narrativa al estilo de la CIA se traduce como la malvada China que nunca nos dijo, al civilizado Occidente, que había un terrible nuevo virus alrededor. Si lo hubieran hecho, habríamos tenido tiempo para prepararnos.

Y sin embargo mintieron y engañaron – por cierto, rasgos característicos de la CIA, según el mismo Mike «Mentimos, engañamos, robamos» Pompeo. Y lo ocultaron todo. Y censuraron la verdad. Así que querían infectarnos a todos. Ahora tienen que pagar por todo el daño económico y financiero que estamos sufriendo, y por todos nuestros muertos. Es culpa de China.

Todo este ruido y furia nos obliga a volver a finales de 2019 para comprobar lo que la inteligencia de Estados Unidos sabía entonces sobre lo que más tarde se identificaría como Sars-Cov-2.

«No existe tal producto»

El referente sigue siendo el informe de ABC News según el cual la información recogida en noviembre de 2019 por el Centro Nacional de Inteligencia Médica (NCMI), una filial de la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono (DIA), ya advertía sobre un nuevo contagio virulento que se estaba saliendo de control en Wuhan, basándose en «un análisis detallado de las comunicaciones interceptadas y las imágenes por satélite».

Una fuente anónima dijo a la ABC, «los analistas concluyeron que podría ser un evento cataclísmico», añadiendo que la información fue «comunicada varias veces» a la DIA, al Estado Mayor Conjunto del Pentágono, e incluso a la Casa Blanca.

No es de extrañar que el Pentágono se viera obligado a emitir la proverbial negación, en pentagonés, a través de un tal Coronel R. Shane Day, el director del NCMI de la DIA: «En aras de la transparencia durante esta crisis de salud pública actual, podemos confirmar que la información de los medios de comunicación sobre la existencia/liberación de un producto/evaluación relacionado con el Coronavirus del Centro Nacional de Inteligencia Médica en noviembre de 2019 no es correcta. No existe tal producto del NCMI».

Si tal «producto» existiera, el jefe del Pentágono y antiguo lobista de Raytheon, Mark Esper, estaría muy al tanto. Fue debidamente interrogado al respecto por George Stephanopoulos de la ABC.

Pregunta: «¿Recibió el Pentágono una evaluación de inteligencia sobre el COVID en China el pasado noviembre del Centro Nacional de Inteligencia Médica de la DIA?»

Esper: «Oh, no puedo recordarlo, George,» (…) «Pero, tenemos muchas personas que siguen de cerca esto.»

Pregunta: «Esta evaluación se hizo en noviembre, y se informó al NSC a principios de diciembre para evaluar el impacto en la preparación militar, lo que, por supuesto, lo haría importante para usted, y la posible propagación en Estados Unidos. Por lo tanto, usted habría sabido si había un informe al Consejo de Seguridad Nacional en diciembre, ¿no?»

Esper: «Sí (…) «No estoy al tanto de eso.»

Entonces, ¿»no existe tal producto»? ¿Es una falsificación? ¿Es un brebaje del Estado Profundo/CIA para atrapar a Trump? ¿O los sospechosos habituales están mintiendo, al estilo de la CIA?

Revisemos algunos antecedentes esenciales. El 12 de noviembre, un matrimonio de Mongolia Interior fue admitido en un hospital de Beijing, buscando tratamiento para la peste neumónica.

El CDC chino, en Weibo –el Twitter chino– dijo a la opinión pública que las posibilidades de que esto fuera una nueva plaga eran «extremadamente bajas». La pareja estaba en cuarentena.

Cuatro días después, se identificó un tercer caso de peste neumónica: un hombre también de Mongolia Interior, no relacionado con la pareja. Veintiocho personas que estuvieron en contacto cercano con el hombre fueron puestas en cuarentena. Ninguna presentaba síntomas de la plaga. La peste neumónica tiene síntomas de insuficiencia respiratoria similares a la neumonía.

Aunque el CDC repitió, «no hay necesidad de preocuparse por el riesgo de infección», por supuesto había mucho escepticismo. El CDC pudo haber confirmado públicamente el 12 de noviembre estos casos de peste neumónica. Pero entonces Li Jifeng, una médica del Hospital Chaoyang donde el trío de Mongolia Interior estaba recibiendo tratamiento, publicó, en privado, en WeChat, que fueron transportados por primera vez a Beijing en realidad el 3 de noviembre.

El punto clave del post de Li Jinfeng – más tarde eliminado por los censores – fue cuando escribió: «Estoy muy familiarizada con el diagnóstico y el tratamiento de la mayoría de las enfermedades respiratorias (…) Pero esta vez, seguí buscando pero no pude averiguar qué patógeno causó la neumonía. Sólo pensé que era una enfermedad rara y no obtuve mucha información más que la historia de los pacientes».

Incluso si ese fuera el caso, el punto clave es que los tres casos de Mongolia Interior parecen haber sido causados por una bacteria detectable. El Covid-19 es causado por el virus Sars-Cov-2, no por una bacteria. El primer caso de Sars-Covid-2 sólo se detectó en Wuhan a mediados o finales de diciembre. Y no fue hasta el mes pasado que los científicos chinos fueron capaces de rastrear positivamente el primer caso real de Sars-Cov-2 hasta el 17 de noviembre, unos pocos días después del trío de Mongolia Interior.

Sabiendo exactamente dónde buscar

No es posible que la inteligencia de Estados Unidos, en este caso el NCMI, desconociera estos acontecimientos en China, considerando el espionaje de la CIA y el hecho de que estas discusiones estaban al descubierto en Weibo y WeChat. Así que si el «producto» del NCMI no es una falsificación y realmente existe, sólo encontró pruebas, todavía en noviembre, de algunos casos vagos de plaga neumónica.

Por lo tanto, la advertencia –a la DIA, el Pentágono, el Consejo de Seguridad Nacional, e incluso la Casa Blanca– fue sobre eso. No podía haber sido sobre el coronavirus.

La pregunta candente es inevitable: ¿cómo podía el NCMI saber todo acerca de una pandemia viral, aún en noviembre, cuando los médicos chinos no identificaron positivamente los primeros casos de un nuevo tipo de neumonía hasta el 26 de diciembre?

Añádase a esto la intrigante pregunta de por qué el NCMI estaba tan interesado en esta particular temporada de gripe en China desde el primer momento –desde los casos de peste tratados en Beijing hasta los primeros signos de un «misterioso brote de neumonía» en Wuhan.

Puede que hubieran sutiles indicios de un ligero aumento de la actividad en las clínicas de Wuhan a finales de noviembre y principios de diciembre. Pero en ese momento nadie –ni los médicos chinos, ni el gobierno, por no hablar de la inteligencia de Estados Unidos– podía saber lo que realmente estaba pasando.

China no podía estar «encubriendo» lo que sólo fue identificado como una nueva enfermedad el 30 de diciembre, debidamente comunicada a la OMS. Entonces, el 3 de enero, el jefe del CDC estadounidense, Robert Redfield, llamó al principal funcionario chino del CDC. Los médicos chinos secuenciaron el virus. Y sólo el 8 de enero se determinó que se trataba de Sars-Cov-2, que provoca el Covid-19.

Esta cadena de eventos reabre, una vez más, una poderosa caja de Pandora. Tenemos el muy oportuno Evento 201; la estrecha relación entre la Fundación Bill y Melinda Gates y la OMS, así como el Foro Económico Mundial y la galaxia John Hopkins en Baltimore, incluyendo la Escuela de Salud Pública Bloomberg; la combinación ID2020 de identificación digital/vacunas; Invierno Oscuro, que simuló un bioataque de viruela en Estados Unidos, antes de que el ataque con ántrax de 2001 se atribuyera a Irak; los senadores de Estados Unidos deshaciéndose de sus acciones después de una sesión informativa del CDC; más de 1.300 directores ejecutivos abandonando sus cómodos puestos en 2019, «pronosticando» el colapso total del mercado; la Reserva Federal vertiendo helicópteros de dinero ya en septiembre de 2019 – como parte del QE4.

Y luego, validando el informe de la ABC News, Israel interviene. La inteligencia israelí confirma que la inteligencia estadounidense les advirtió en noviembre sobre una pandemia potencialmente catastrófica en Wuhan (una vez más: ¿cómo podrían saber eso en la segunda semana de noviembre, tan temprano en el juego?) Y los aliados de la OTAN fueron advertidos –en noviembre– también.

El resultado final es explosivo: la administración Trump, así como el CDC tuvo una advertencia anticipada de no menos de cuatro meses –de noviembre a marzo– para estar adecuadamente preparados para el golpe del Covid-19 en Estados Unidos. Todo el caso de «China es una bruja» está desacreditado.

Además, la revelación israelí apoya lo que es nada menos que extraordinario: la inteligencia de Estados Unidos ya sabía del Sars-Cov-2 aproximadamente un mes antes de los primeros casos confirmados detectados por los médicos en un hospital de Wuhan. Hablando de intervención divina.

Eso sólo podía haber sucedido si la inteligencia de Estados Unidos supiera, con certeza, sobre una cadena de eventos previos que necesariamente llevarían al «brote misterioso» en Wuhan. Y no sólo eso: sabían exactamente dónde buscar. Ni en Mongolia Interior, ni en Beijing, ni en la provincia de Guangdong.

Nunca es suficiente repetir la pregunta por completo: ¿cómo pudo la inteligencia de Estados Unidos saber de un contagio un mes antes de que los médicos chinos detectaran un virus desconocido?

Mike «Mentimos, engañamos, robamos» Pompeo pudo haber delatado el juego cuando dijo, según consta, que el Covid-19 era un «ejercicio en vivo». Sumado a las noticias de la ABC y a los informes israelíes, la única conclusión lógica posible es que el Pentágono –y la CIA– sabían de antemano que una pandemia sería inevitable.

Esa es la pistola humeante. Y ahora todo el peso del gobierno de Estados Unidos está encubriendo todas las causas al culpar proactivamente, y retroactivamente, a China.

Fuente: Strategic Culture Foundation