La economía convencional falla sistemáticamente en predecir el futuro. Hablo de esas «escuelas» de pensamiento erróneo, que van desde Paul Krugman a la «izquierda» hasta Glenn Hubbard y otros apologistas de los negocios y el neoliberalismo a la «derecha».

Uno de sus mitos favoritos es que «los salarios son difíciles de bajar». Eso significa que en condiciones de recesión o algo peor, debido a que los trabajadores no aceptan salarios más bajos la recesión tiende a continuar. Si tan solo los trabajadores permitieran la reducción de los salarios, significaría que las empresas tendrían más ingresos disponibles a mano (por el ahorro de costes salariales). Las empresas reinvertirían entonces los ingresos adicionales. La inversión aumentaría. Los trabajadores serían recontratados. Los ingresos salariales se recuperarían y la economía crecería gracias a una mayor inversión y consumo.

Esta ficción ha regido durante más de un siglo. El economista John Maynard Keynes la desacreditó en los años 30. Sin embargo, se mantuvo en la corriente dominante de la profesión económica, incluso hasta hoy. Sólo hay que leer la mayoría de los libros de texto de nivel universitario. Todavía está ahí. Junto con al menos una docena de otras falsas propuestas (como que el libre comercio beneficia a todos; la inflación es causada por demasiado dinero con muy pocos bienes; la desigualdad de ingresos se debe a que los trabajadores no están educados y no son más productivos; los recortes de impuestos a las empresas crean puestos de trabajo, y un montón de otras declaraciones sin sentido que no tienen ningún apoyo en la realidad).

La noción de que «los salarios son difíciles de bajar» es una forma inteligente de argumentar que los trabajadores son responsables de la falta de una rápida recuperación de la recesión. Si tan sólo redujeran sus salarios, todo se arreglaría en poco tiempo.

Pero mira lo que está pasando ahora mismo. A finales de mayo de 2020, al menos 45 millones de trabajadores estadounidenses están desempleados. En sólo dos meses han perdido 1,3 billones de dólares en ingresos. Más de 1 billón de dólares debido a los desempleados. Otros 260.000 millones de dólares debido a la reducción de las horas de trabajo. Eso es una reducción de salario de 1,3 billones de dólares! Como en todas las recesiones, los trabajadores experimentan severas reducciones de salario: desempleo (sin salario), reducción de horas de trabajo, recortes y pérdida de beneficios, reducción de las contribuciones a la seguridad social por parte de los empresarios, fraude en los salarios, etc. etc. Así que los salarios caen, y están cayendo hoy más rápido y más profundo que nunca. ¿Y las empresas y los inversores están gastando e invirtiendo debido a las reducciones salariales? No. Están acumulando los 1,74 billones de dólares en préstamos del Congreso y subsidios de rescate. Y acumulando, hasta ahora, los 650.000 millones de dólares en recortes de impuestos a las empresas, también en la legislación de rescate (de la que se oye muy poco en los medios de comunicación, debo añadir).

Como el periodista David Cay Johnson acaba de revelar en un artículo de hoy, los depósitos de efectivo a corto plazo por parte de las empresas en fondos monetarios institucionales únicamente (sólo una fuente) ha aumentado de 2,3 billones de dólares antes del 1 de marzo de 2020 a 3,3 billones hoy. Eso es un aumento de 1 billón en los depósitos en efectivo de las empresas, sólo en los fondos de dinero institucional. Se está depositando más en los bancos comerciales. El promedio a largo plazo de los depósitos de las empresas en los bancos comerciales ha sido de alrededor del 5% (6% bajo Obama y 4,6% bajo Trump en 2016-19) a 15,8% desde el 1 de marzo. Las empresas y los inversores están acumulando su dinero y lo están depositando en sus cuentas a corto plazo en bancos, fondos y quién sabe dónde más, dentro y fuera del país. Sin duda, algo de eso se destinará en algún momento a la recompra de acciones, pago de dividendos, fusiones y adquisiciones, especulación con derivados y todo el resto de los juegos de azar financieros que en el siglo XXI definen el capitalismo. No esperen que se involucren mucho en una inversión real que aumente la producción, que requiera la recontratación de trabajadores, que genere ingresos salariales.

Por lo tanto, los recortes y reducciones salariales, ahora en curso, no resultarán en una inversión empresarial renovada y en la recontratación general de los 45 millones de despedidos. Los recortes salariales no dan lugar a una inversión real y al crecimiento.

La absurda noción económica de que los salarios son difíciles de bajar es pura basura económica hoy en día, ¡como siempre lo ha sido! Y también lo es la idea convencional paralela de que si se puede encontrar una manera de aumentar el efectivo de las empresas (a través de recortes de impuestos o préstamos de rescate), también se producirá una recuperación económica.

El Dr. Rasmus es autor del libro recientemente publicado, «The Scourge of Neoliberalism: US Economic Policy from Reagan to Trump«, Clarity Press, enero de 2020, en el que el registro empírico sobre salarios, inversiones, impuestos y empleo desacredita completamente los diversos mitos y tergiversaciones de la economía convencional.

Fuente: Jack Rasmus