Para intentar entender la incomprensible ceguera de nuestros conciudadanos frente a la necia locura de “nuestros” políticos, marionetas de unas elites anglo/occidentales tan poderosas como perversas, cada vez se me vuelve más inadecuada casi cualquier comparación entre los actuales acontecimientos en Europa y toda otra situación histórica anterior. Ahora solo me vale una comparación con dicha actualidad: la que se refiere a la situación que se vivía en la Alemania nazi cuando los ejércitos soviéticos y los ejércitos aliados estaban ya en las fronteras alemanas. Aquel derrumbe fue cuestión de semanas. Ahora, otro derrumbe incomparablemente mayor podría ser cuestión de horas. Los acontecimientos se suceden cada vez más acelerados. Y el desenlace final sería tan solo de minutos.
El poder sugestivo de la propaganda nazi era tal que, aún entonces, los alemanes seguían su rutina cotidiana. La documentación filmada nos muestra como hasta disfrutaban bañándose festivamente. Sin referirnos a los días finales del asedio a Berlín, en los cuales miles de adeptos/adictos a una ideología delirante aún tomaban las armas. El 32% de ucranianos que aún siguen convencidos de que Ucrania puede vencer a Rusia, ¿cuándo despertarán de su delirio? Y los millones de conciudadanos europeos absolutamente desconectados de la gravedad extrema de la situación actual, ¿cuándo abrirán los ojos?
Ahora están a punto de ser usados misiles de una tecnología superior y de mayor alcance que los ya lanzados al interior de Rusia. Ahora se empieza a hablar de tropas (francesas, polacas, inglesas…) sobre el terreno, de proporcionar armas nucleares al payaso sangriento Zelenski y de un ataque nuclear “preventivo”. Y los hechos demuestran que siempre acaba concretándose aquello de lo que se ha empezado a hablar. Las fanfarronadas estúpidas de algunos de “nuestros” políticos y militares son publicadas con grandes espacios no en las páginas de Ficción o de Espectáculos (como la Guerra de las Galaxias, etc.) sino en las de Internacional. Sin embargo, para saber que es la llamada Mano muerta, hay que dedicarse a investigar laboriosamente.
¿Quiénes se han preocupado en saber que, incluso aunque el Kremlin fuese atacado nuclearmente sin previo aviso, los sistemas nucleares defensivos rusos se dispararían automáticamente por sí solos? Hablamos de misiles de una velocidad tantas veces superior a la del sonido que no existe modo de frenarlos en su camino hacia el objetivo designado. Objetivo que alcanzarán con gran precisión. Y hablamos de una potencia destructiva tal que, como en el caso del Satán, una sola ojiva de hasta 20 megatones es equivalente a más de 1.300 veces la bomba que arrasó Hiroshima.
Iniciaba este breve artículo afirmando que me faltan las comparaciones. Y lo acabo afirmando que, igualmente, me faltan las explicaciones. Ni siquiera las categorías como ambición, afán de dominación, necedad o locura me ayudan a entender semejante desvarío en líderes que, como Macron o Starmer (lacayos miserables de las grandes “familias”), conocen perfectamente todo esto. Tan solo me sirven otras categorías para aproximarme a este misterio ominoso. Unas características muy propias también de los nazis: perversión pura, luciferismo arrogante, satanismo cruel. Como a veces ha apuntado el mismo presidente Putin. Realidades que, aunque oscuras, deberían aparecer en las páginas de Internacional y no en la de parasicología o esoterismo. Pero esta cuestión ya necesitaría por sí misma otro artículo.
Putin lanza el Oreshnik: jaque, pero no jaque mate (EIR, 26.11.2024)