Snow siguió los pasos del fundador del CovertAction Information Bulletin, Philip Agee, en su intento de exponer las estrechas conexiones entre la CIA y las corporaciones multinacionales y en su análisis de la economía política del imperialismo estadounidense.

Keith Harmon Snow, tras sufrir cáncer, murió a principios de diciembre a la edad de 64 años. Era un valiente periodista de investigación que fue ignorado por los principales medios de comunicación debido a sus veraces reportajes sobre Ruanda y la política exterior estadounidense en África Central.

Snow expuso la falsa narrativa que subyace al genocidio ruandés de 1994 en Occidente, presentando a los tutsis como las víctimas de un plan genocida de exterminio hutu, y al Frente Patriótico Ruandés (FPR) bajo el liderazgo de Paul Kagame como el salvador de Ruanda.

Los escritos de Snow mostraban, más bien, que el FPR instigó una guerra civil en Ruanda tras invadir ilegalmente el país desde Uganda con el patrocinio de Estados Unidos y Reino Unido, y que Kagame desencadenó el genocidio derribando el avión del presidente hutu de Ruanda, Juvenal Habyarimana.

Además, las fuerzas del FPR de Kagame llevaron a cabo una gran parte de los asesinatos durante el genocidio, incluso estableciendo crematorios al aire libre para deshacerse mejor de los cuerpos, y perpetraron un genocidio de refugiados hutus expulsados de Ruanda durante las repetidas invasiones de la República Democrática del Congo (RDC).

En lugar de ser un espectador del genocidio, como se cree comúnmente, el trabajo de Snow detalló cómo Estados Unidos fue profundamente cómplice de él. A finales de la década de 1980, la CIA comenzó a apoyar a los exiliados tutsis con base en Uganda y dio luz verde a la invasión de Ruanda desde Uganda por parte del FPR. Paul Kagame se formó en guerra psicológica en Fort Leavenworth, Kansas, donde aprendió el arte del engaño y la mentira.

Snow reveló que Kagame trabajó en estrecha colaboración con Roger Winter, jefe del Comité de los Estados Unidos para los Refugiados (USCR) y presunto agente de la CIA, a quien Kagame condecoró el 4 de julio de 2012, con motivo de la celebración del 16.º aniversario de la victoria del FPR.

A principios de la década de 1980, Winter había apoyado al Movimiento Nacional de Resistencia (NRM) en Uganda, liderado por Yoweri Museveni, actual líder de Uganda, Kagame y la aristocracia tutsi hima, que luchaban contra el entonces presidente de Uganda, Milton Obote, un antiguo socialista.

Durante el resto de la década, Winter trabajó para promover los planes militantes de la aristocracia tutsi ruandesa, que había sido expulsada de Ruanda cuando los hutus tomaron el poder en la década de 1960 y quería establecer un mayor imperio tutsi-hima en el corazón de África.[1]

Snow dejó claro que el motivo detrás de las operaciones de Winter y la CIA en África Central era establecer un régimen títere de Estados Unidos y Reino Unido en África Central que pudiera ayudar a las corporaciones multinacionales occidentales a acceder a la riqueza mineral de la República Democrática del Congo.

Winter también proporcionó apoyo encubierto a John Garang, comandante del Ejército de Liberación Popular de Sudán (SPLA), una fuerza proxy de EE. UU. conocida por su brutalidad que emprendió una insurgencia contra el gobierno prochino de Sudán y contribuyó a la división de Sudán, rico en petróleo.[2]

Escribir desde el corazón

Nacido en Williamsburg, Massachusetts, Keith Harmon Snow empezó a conocer la política centroafricana después de trabajar como investigador de genocidios para UNICEF en Ruanda.[3]

Tras comenzar su carrera como científico trabajando en sistemas de armamento altamente clasificados para el Pentágono, Snow encontró una vocación más elevada como corresponsal de guerra, trabajando, entre otros lugares, en Afganistán, Congo, Etiopía, Sudán y Mongolia.

Testigo experto en las audiencias de solicitud de asilo a inmigrantes ruandeses en Estados Unidos, Snow mantuvo una audiencia con Muamar el Gadafi antes de la invasión estadounidense de Libia, a la que se opuso firmemente, y testificó ante la Audiencia Nacional en España, apoyando las acusaciones de crímenes de guerra contra actuales cargos del gobierno ruandés.

Incluido en la lista negra de los principales medios de comunicación estadounidenses y vetado en tres universidades de Estados Unidos (Smith, Mt. Holyoke y Hampshire) y en dos países africanos (Etiopía y Ruanda)[4], Snow recibió cuatro premios del Proyecto Censurado, fue consultado a menudo por africanos y fue invitado a hablar en París en 2023 y de nuevo en 2024 en la Convención del Gobierno ruandés en el exilio.

Descrito por uno de sus amigos congoleños como «aventurero» y «lleno de vida», Snow visitó la mayoría de los países de África y nadó en todos los ríos del Congo. Detenido por desobediencia civil en las protestas antiglobalización de la década de 1990, viajó mucho por el sudeste asiático, relatando sus viajes a través del periodismo escrito y fotográfico.[5]

Snow, que ha vivido los últimos años en Greens Island (Maine), apareció en el aclamado documental Enjoy Poverty, de Renzo Martens, en el que se denunciaba la esclavitud en las plantaciones de Unilever en la República Democrática del Congo.

Snow también escribió un libro, The Worst Interests of the Child (Los peores intereses del niño), en el que denunciaba la corrupción en el sistema de tribunales de familia de Connecticut, que, según Snow, se había transformado en un «sistema de extorsión y chantaje criminal basado en el lucro privado» que «enriquece a abogados, jueces, médicos y psicólogos».[6]

Con un hijo pequeño, Birch, al que adoraba, la principal fuente de trabajo de Keith fue ConsciousAlliance.com, que sacudió las mentes de todo el mundo para que percibieran la historia de guerras y pobreza de África bajo una nueva luz.

Su periodismo era de altísima calidad. Snow siempre aportó pruebas detalladas para apoyar su acusación contra las instituciones gubernamentales corruptas, y fue astuto al reconocer los imperativos económicos que subyacen en la mayoría de los crímenes de Estado.

Los escritos de Snow aportaban también una fuerte voz africana, ausente en los relatos de los principales medios de comunicación estadounidenses, y expresaban compasión por las víctimas de los crímenes occidentales y de sus proxies africanos.

Según P.D. Lawton, editor sudafricano de African Agenda, Snow «escribía desde el corazón», impulsado por lo que Lawton llamó «una de las mentes más brillantes».

Denunciando la militarización estadounidense de África, los escritos de Snow no sólo documentaban las atrocidades de los regímenes respaldados por Occidente en Ruanda y Uganda, sino también en Guinea Ecuatorial, Gabón y la Etiopía de Meles Zenawi, que cometió un genocidio contra el pueblo anuak.[7]

En una ocasión, Snow viajó con el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (SPLA) al sur de Sudán y documentó las terribles consecuencias de la guerra civil respaldada por Occidente y la importancia de la búsqueda de petróleo para alimentarla.

Snow escribió que la estrategia de Estados Unidos «para fracturar y dividir Sudán es similar a la estrategia en marcha en el Congo, y se hace eco de la estrategia del FPR… utilizada para lograr el cambio de régimen en Ruanda, de 1990 a 1994».

Siguiendo los pasos de Philip Agee

Snow fustigó a los periodistas que informaban sobre África para The New York Times y The Atlantic, entre otros prestigiosos medios, por adoptar simplificaciones emocionalmente potentes, como la falsa dicotomía creada entre los villanos hutus y los héroes tutsis en el genocidio de Ruanda.[8]

Los mismos periodistas contribuyeron a fabricar el consentimiento blanqueando los crímenes de Estados Unidos y no revelando cómo las empresas multinacionales alimentaron los conflictos africanos al comprar a políticos como George H. W. Bush y Bill Clinton.

Snow destacó la importancia de Maurice Tempelsman en el impulso de lo que denominó el «holocausto de África Central», que se cobró entre seis y diez millones de vidas.

Tempelsman, un importante donante del Partido Demócrata cuyos vínculos con los servicios de inteligencia se reflejaban en su cargo de presidente del Africa-America Institute, una tapadera de la CIA dedicada a la propaganda y a llevar a líderes africanos a estudiar a Estados Unidos, era presidente del consejo de administración de Lazare Kaplan International Inc. (LKI), la mayor empresa de diamantes de Estados Unidos, y socia de Leon Tempelsman & Son, que tiene lucrativos intereses mineros en toda África[9].

La influencia política de Tempelsman quedó patente en 1998, cuando acompañó al presidente Bill Clinton en un viaje a África Central en el que Clinton amplió el apoyo estadounidense a los gobiernos de Ruanda y Uganda mientras invadían la República Democrática del Congo (RDC) para saquear sus riquezas de diamantes y otors minerales.

Ya en la década de 1960, Tempelsman había cultivado estrechos vínculos con el dictador congoleño Joseph Mobutu y trabajó con el agente de la CIA Larry Devlin para planear el asesinato de Patrice Lumumba, que había querido poner la riqueza mineral del Congo bajo control nacional. Tempelsman y Devlin apoyaron además los esfuerzos de Mobutu para reprimir una rebelión liderada por los seguidores de Lumumba.[10]

En un artículo de marzo de 2006, Snow criticó el Informe de Human Rights Watch por omitir analizar cómo la Anglo American Corporation, propiedad de Oppenheimer, y la Barrick Gold, con sede en Canadá, de la que el ex presidente George H. W. Bush fue asesor a sueldo, ayudaron a alimentar la violencia en la RDC.[11]

Snow señaló que un directivo de Anglo American, Sir Mark Moody-Stuart, era directivo de Royal Dutch Shell y miembro del consejo asesor del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, y que la Anglo-Ashanti Company envió a sus principales abogados al este de la RDC para ayudar a los líderes de las milicias rebeldes que estaban siendo detenidos allí.

Snow también relató que varios propietarios de empresas mineras que se beneficiaron de la explotación de la RDC eran donantes de Bill Clinton, entre ellos Jean-Raymond Boulle, que recibió un acuerdo multimillonario para las minas de Kolwezi (cobalto) y Kipushi (zinc) en el Congo de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Zaire (ADFL) de Laurent Kabila antes incluso de que estuvieran oficialmente en el poder.

La administración Clinton, no por casualidad, contribuyó a llevar a Kabila al poder ayudando a financiar las invasiones ruandesas-ugandesas del Congo a finales de la década de 1990.

Cuando Kabila trató de reafirmar el control local sobre la industria minera de la RDC, fue asesinado, y un compinche ruandés, Hyppolite Kanambe (alias Joseph Kabila), fue puesto en el poder.

La resistencia central a la invasión extranjera en la RDC fue la milicia Mai-Mai, agrupada con otras milicias por los medios de comunicación occidentales, que al ocultar las verdaderas raíces de la guerra del Congo, reforzaron los estereotipos racistas de los africanos como salvajes.

Los escritos de Snow seguían la tradición del fundador del CovertAction Information Bulletin, Philip Agee, al centrarse en la política-economía y en los intrincados vínculos entre las grandes empresas, la CIA y la Casa Blanca para fomentar los conflictos violentos y el saqueo económico en todo el mundo.

El libro de Agee de 1975 Inside the Company (Dentro de la empresa) destacaba cómo los plutócratas corporativos utilizaban a la CIA para hacer el trabajo sucio que les permitiera hacerse con el control de los recursos naturales en todo el llamado Tercer Mundo.

Los escritos de Snow sobre Sudán mostraban cómo Estados Unidos lanzó una campaña de guerra de baja intensidad de tres décadas de duración a partir de mediados de los ochenta, tras la caída del cliente estadounidense Jaafar Nimeiri. El sustituto de éste, Omar al-Bashir, puso fin a las operaciones de USAID en Sudán que habían dado lugar a la exportación barata de goma arábiga, un recurso, esencial para los refrescos (Coca-Cola, Pepsi, Fanta) y la cerveza, sobre la que Sudán tiene casi el monopolio.

Algunos de los artículos de Snow sobre la RDC apuntaban a la especulación de multimillonarios israelíes como Beny Steinmetz y Dan Gertler, que empleaban mercenarios privados y funcionaban como agentes del Mossad, que trabaja mano a mano con la CIA, el MI6 británico y los criminales regímenes de Kagame y Museveni.[12]

Gertler dirigió una red entrelazada de empresas de diamantes, incluida Emaxon Finance International, que obtuvo los derechos mayoritarios sobre los diamantes de la empresa minera estatal de la RDC, Société Minière de Bakwanga, MIBA.

El acceso de Gertler a la élite política estadounidense se produjo a través de Condoleezza Rice, que tenía amistad con un rabino nacido en Brooklyn, Chaim Yaakov Leibovitch, a quien él estaba muy unido.

Snow sugirió que Gertler -que financia a políticos israelíes de derechas- sobornó a funcionarios congoleños y angoleños para proteger sus intereses mineros y era tan amigo de Hyppolite Kanambe que fue uno de los dos únicos hombres blancos invitados a su boda.

Emaxon Finance International, según Snow, ocultó gran parte de sus ganancias mal habidas en «paraísos fiscales» extraterritoriales que ayudaron a «proteger de la acción de la justicia a personas responsables de blanqueo de dinero, operaciones con armas y drogas, asesinatos y otros actos de terrorismo.»

La responsabilidad de los intelectuales y de las celebridades

Entre otras cosas, los escritos de Snow son significativos al señalar la corrupción de los establishments periodísticos y académicos, que a menudo han repetido como loros la línea de los acontecimientos del FPR y han ayudado a suprimir la verdad sobre la política exterior estadounidense en África.

La reseña de Snow de un libro sobre el asesinato del ex jefe de inteligencia ruandés Patrick Karegeya por Paul Kagame criticó característicamente a un conocido escritor del New York Times , Howard W. French, por regurgitar lo que Snow llamó la falsa «narrativa de los tutsis como víctimas de los asesinos hutus».

La misma crítica fustigaba a Joshua Hammer por atentar contra la verdad en un artículo publicado en The New York Times Magazine dirigido contra el disidente ruandés Paul Rusesabagina (alias Mr. Hotel Rwanda), secuestrado y encarcelado por criticar a Kagame.[13]

Calificando a Hammer de «descarado apologista del asesinato en masa [que] promulgó activamente desinformación antihutu en apoyo del genocidio contra el pueblo hutu», Snow señala que Hammer no reveló a sus lectores su estrecha relación con el FPR, cuya propaganda estaba ayudando a regurgitar.

Snow pensaba que Hammer era un agente de la CIA o del Mossad, o de ambos. El artículo de Hammer en el New York Times Magazine era tan malo que el Dr. Brian Endless, profesor de la Universidad Loyola de Chicago que había trabajado con Rusesabagina, envió un correo electrónico al editor para decirle que había sido citado erróneamente, afirmando que «Joshua me entrevistó a mí y a muchas otras personas relacionadas con Paul Rusesabagina, además de a varios periodistas y expertos académicos. Claramente ignoró todas nuestras aportaciones, y en su lugar contó la historia que ha sido difundida desde poco después del terrible genocidio de 1994 por la maquinaria propagandística del presidente ruandés Paul Kagame».

Los escritos de Snow también apuntaban al Dr. Eric Reeves, profesor del Smith College y supuesto activista contra el genocidio que funcionaba como propagandista del SPLA y era un defensor abierto de la guerra de baja intensidad y de las operaciones estadounidenses de cambio de régimen en Sudán.[14]

Otros escritos de Snow apuntaban a Philip Gourevitch, Howard Buffett, Andrew Young, Ben Affleck, Paul Farmer, Samantha Power, George Clooney, Rick Warren y muchos otros escritores y celebridades occidentales que defendían los puntos de vista favorables al SPLA y al Departamento de Estado estadounidense sobre el conflicto de Ruanda y otros conflictos africanos.

Snow hizo hincapié en cómo los programas de ayuda humanitaria de Estados Unidos se integraban a menudo en iniciativas de política exterior más amplias que habían provocado graves crisis humanitarias.

La ayuda humanitaria podía utilizarse como tapadera para el suministro de armas y otros apoyos políticos, y normalmente se canalizaba hacia grupos apoyados por Estados Unidos, Reino Unido e Israel, y se retenía a víctimas del imperialismo occidental como los hutus.

Lo que Snow denominó la industria de las ONG también era destructiva porque inhibía el crecimiento de movimientos sociales progresistas e iniciativas de base y fomentaba la dependencia de los occidentales.

Los escritos de Snow criticaban a los portavoces célebres de las agencias de la ONU que trabajaban insidiosamente para promover los intereses del Pentágono. Esto ocurría mientras se alimentaba lo que él denominaba la «industria de la miseria», por la que los estadounidenses se ven obligados a dar dinero a organizaciones benéficas privadas mientras permanecen ajenos a los intereses especiales y a las estructuras políticas que impulsan toda la miseria.

Algunas de estas celebridades, como Ben Affleck, que se hizo muy amigo de la familia de Paul Kagame y se reunió en África Central con Laurent Nkunda, líder de la milicia ruandesa implicado en graves crímenes contra los derechos humanos en la RDC, hicieron propaganda abiertamente a favor de los Estados clientes de Estados Unidos.

Otros ayudaron a promover organizaciones ficticias de la CIA como Save Darfur, diseñadas para cooptar los esfuerzos de los movimientos populares de oposición/antiimperialistas en Occidente, mientras canalizaban la energía activista estudiantil hacia el apoyo a grupos alineados con Estados Unidos como el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés en Sudán.[15]

Snow desveló que el fundador de Save Darfur, John Prendergast (con Eric Reeves), era un agente de los servicios de inteligencia estadounidenses que, trabajando para grupos de fachada de los servicios de inteligencia como ENOUGH, Genocide Intervention Network y Raise Hope for Congo, promovía activamente la subversión en toda África en consonancia con los intereses de las empresas multinacionales estadounidenses.

Prendergast se presenta públicamente como un bienhechor de tipo hippie que se preocupa por la difícil situación de los niños africanos cuando, en realidad, es un nefasto operativo del «Estado profundo» con mucha sangre en sus manos, que se jactaba de viajar por África Central con Paul Kagame.[16]

Según Snow, otra percibida como bienhechora, pero con las manos manchadas de sangre, es la estrella de Hollywood Angelina Jolie, que interpretó a una heroína «desinteresada» que trabajaba como funcionaria de ACNUR en la película de Hollywood Más allá de las fronteras, que en realidad era «una película que vende la necesidad de mezclar operaciones de tráfico de armas de la Agencia Central de Inteligencia con misiones humanitarias, porque aparentemente es por la causa ‘correcta’: Intervenciones encubiertas patrocinadas por Occidente».[17]

Keith Harmon Snow era una joya oculta en el corrupto mundo del periodismo moderno, las ONG de derechos humanos y el mundo académico, que se preocupaba profundamente por la humanidad y decía la verdad al poder.

Aunque Snow ya no está entre nosotros, sus escritos son accesibles en Internet. Deberían ser consultados por cualquiera que busque comprender mejor las horribles consecuencias de la política exterior estadounidense en África y quiera saber más sobre los acaudalados plutócratas que están detrás de ella.

Visite el sitio web de Keith Harmon Snow aquí.

NOTAS

  1. El experto ugandés Remigius Kintu señaló que el Comité Estadounidense para los Refugiados, bajo la dirección de Winter, «se convirtió en un puesto de mando virtual para las operaciones exteriores del FPR: gestión logística, propaganda de desinformación, operaciones psicológicas y otras actividades de inteligencia política para el FPR con fondos casi ilimitados procedentes de fuentes dudosas de EEUU». Se sabe que Winter estuvo presente en el cuartel general de Kagame en Mulindi, Ruanda, unos días antes de que se lanzara la ofensiva en la noche del 6 al 7 de abril de 1994. Entre los protegidos de Winter se encontraban figuras tan notables en la configuración de la política estadounidense en África Central como Susan Rice, Gayle Smith, Jendayi Frazer, John Prendergast y Ted Gagne.
  2. En uno de sus artículos, Snow hizo referencia a un artículo de The Atlantic que dejaba claro que Winter sirvió en efecto como comandante militar en Sudán.
  3. Snow también trabajó como investigador para Genocide Watch y Survivor’s Rights International en 2003-2004. Trabajó la mayor parte de la era 2000-2011 sobre el terreno en África Central, con investigaciones sobre genocidio en Sudán del Sur y, para UNICEF, en Etiopía.
  4. Snow figuraba en la «lista negra» y de enemigos personales de Paul Kagame, similar al sitio web ucraniano de listas negras de la CIA Myrotvorets.
  5. Snow trabajó como redactor y fotógrafo para el Japan International Journal y en 2009 fue Regent’s Lecturer en Derecho y Sociedad en la Universidad de California en Santa Bárbara, reconocido por su trabajo de impugnación de las narrativas oficiales sobre crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio.
  6. Según Snow, «el sistema a menudo promovía la separación de los niños de sus padres y los obligaba a acogerse en hogares de guarda. Al final, los niños son víctimas de trata y entregados a sus abusadores, y estamos hablando de violaciones sexuales que son muy fáciles de documentar y respaldar».
  7. Zenawi era apreciado por el gobierno de Estados Unidos, entre otras razones, por permitirle montar operaciones encubiertas desde Hurso (Etiopía), a través del norte de África y hasta Oriente Medio.
  8. Snow tenía en mente a personas como Eliza Griswold, Sarah Hamilton y el columnista del New York Times Nicholas Kristof, que ganó un Premio Pulitzer por promover la desinformación sobre el sur de Sudán y el supuesto genocidio en Darfur. Los escritos de Kristof prestaron apoyo a Save Darfur, una organización creada para desviar el activismo universitario de la oposición a la Guerra contra el Terrorismo y en apoyo de los objetivos políticos de Estados Unidos en Sudán. Snow escribió que «las técnicas de propaganda utilizadas por estos pilares de la libertad estadounidense [es decir, Kristof y similares] no son ni más ni menos manipuladoras y siniestras que las que asociamos con Rusia o China o los llamados Estados del ‘Eje del Mal’ (Cuba, Irán, Irak, Libia, Corea del Norte, Sudán, Siria y Yemen). Al igual que las víctimas ensangrentadas (ya sean civiles extranjeros o tropas estadounidenses), las torturas, masacres y otros crímenes de guerra y contra la humanidad son blanqueados de las páginas y pantallas de los medios occidentales de ‘noticias’, dejándonos con cuentos de fantasía asépticos que refuerzan nuestro propio sentido de la verdad y la justicia,  y la bondad inherente en la que todos queremos creer».
  9. Tempelsman desarrolló más tarde un plan para Angola que llevaría al partido de derechas UNITA al gobierno y permitiría a sus empresas introducir en el país equipos de minería a gran profundidad fabricados en Estados Unidos y comercializar después las piedras extraídas. Los vínculos de Tempelsman con los servicios de inteligencia se reflejaron además en su cargo de director del Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI), una entidad adjunta a la Fundación Nacional para la Democracia (NED), que financia a líderes proestadounidenses de todo el mundo cuya plataforma política se asemeje a la del Partido Demócrata y sirva a los objetivos de la política exterior de Estados Unidos.
  10. Tras su «jubilación» de la CIA, Devlin fue contratado directamente por Tempelsman.
  11. El consejo de administración de Barrick Gold incluía a: Brian Mulroney, ex primer ministro de Canadá; Edward Ney, ex embajador de Estados Unidos en Canadá y presidente de la empresa privada de relaciones públicas Young & Rubicam; el ex senador estadounidense Howard Baker (R-TN); J. Trevor Eyton, miembro del Senado canadiense; y Vernon Jordan, uno de los abogados de Bill Clinton y ex director ejecutivo de la Liga Nacional Urbana. Snow señaló además que Barrick Gold era una de las empresas clientes del grupo de presión Good Works International, de Andrew Young. Young, antiguo confidente de Martin Luther King, Jr. fue alcalde de Atlanta y uno de los principales organizadores del Consejo de Amistad entre Estados Unidos y Uganda.
  12. Snow escribió que el agente del Mossad David Kimche trabajó junto a Roger Winter para ayudar a la victoria del FPR en Ruanda. Comandantes israelíes fueron vistos en los campos de batalla del este del Congo-Zaire y la firma israelí Silver Shadow supuestamente armó a las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Uganda en su alianza con el señor de la guerra congoleño Jean-Pierre Bemba y su despiadado Movimiento para la Liberación del Congo. Israel también envió mercenarios a Sudán del Sur para luchar contra el gobierno de Jartum. En diciembre de 2011, Salva Kiir, el nuevo presidente caudillo de Sudán del Sur, eligió Israel para una de sus primeras visitas oficiales. El 23 de julio de 2012, a cambio de décadas de apoyo encubierto israelí a la guerra de baja intensidad del SPLA, el régimen del SPLA que dirige el nuevo Sudán del Sur firmó la cesión a Israel de los derechos sobre el agua y el «desarrollo de infraestructuras» de Sudán.
  13. Entre las mentiras regurgitadas por Hammer se encontraba la propaganda del Departamento de Estado estadounidense de que extremistas hutus derribaron el avión presidencial de Juvenal Habyarimana, desencadenando el genocidio ruandés.
  14. Snow escribió que Reeves, objetor de conciencia a la guerra de Vietnam que trabajó en estrecha colaboración con Roger Winter, infló las estadísticas de mortalidad en Darfur para ayudar a promover la causa de la organización Save Darfur. «Toleraba cero críticas o divergencias de la línea del partido». Los escritos de Snow también mostraron la complicidad del líder del Caucus Negro del Congreso, Donald Payne (D-NJ), en los crímenes de Estados Unidos en África.
  15. Snow escribió que la campaña «’Salvar Darfur’ está profundamente alineada con organizaciones religiosas judías y cristianas de Estados Unidos, Canadá, Europa e Israel. Estos grupos han hecho campaña sin descanso a favor de la acción militar occidental, demonizando tanto a Sudán como a China, pero nunca han abordado la participación militar occidental, respaldando a las facciones de todos los bandos. Al movilizar a grupos que simpatizan con la etiqueta de ‘genocidio’ y los gritos de ‘nunca más’, hacen un grave perjuicio a la causa de los derechos humanos.»
  16. A los 33 años, Prendergast fue Director de Asuntos Africanos de Bill Clinton en el Consejo de Seguridad Nacional, donde trabajó con Susan Rice para crear la preciada Iniciativa de Respuesta a las Crisis en África (ACRI, por sus siglas en inglés) del Pentágono, una entidad de nombre eufemístico creada para proyectar el poder de Estados Unidos en África y dirigida por el Mando de Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos (SOCOM). Snow escribió que Prendergast trabajó más tarde para el International Crisis Group, otro think tank de inteligencia y ONG de agitprop (propaganda de agitación) que sirve de fachada a facciones cercanas al gobierno estadounidense. Prendergast también trabajó para Bread for the World, que contrató como director al exdirector de la CIA Leon Panetta. El Dr. Yaa-Lengi Ngemi, autor congoleño de Genocidio en el Congo, envió una carta a una revista de Filadelfia que elogiaba a Prendergast, en la que afirmaba: «Mientras ustedes cantan las alabanzas [de John Prendergast], el pueblo congoleño que lleva muriendo desde 1996 no tiene NINGÚN interés en JP».
  17. La anti-Jane Fonda, Jolie, se ha convertido cada vez más en una integrante destacada del aparato de seguridad nacional de Estados Unidos, uniéndose al influyente y bien dotado think tank Council on Foreign Relations en 2007, y escribiendo un artículo de opinión conjunto en The New York Times con John McCain en 2018 pidiendo la intervención de Estados Unidos en Siria y Myanmar.

Jeremy Kuzmarov es doctor en Historia de Estados Unidos por la Universidad de Brandeis y ha enseñado en numerosas universidades de Estados Unidos. Es un experto en historia y política de Estados Unidos muy solicitado en programas de radio y televisión, y copresenta un programa de radio en la New York Public Radio y en la Progressive Radio News Network llamado «Left on Left». Es editor jefe de CovertAction Magazine y autor de cinco libros sobre política exterior estadounidense, entre ellos Obama’s Unending Wars (Clarity Press, 2019), The Russians Are Coming, Again, con John Marciano (Monthly Review Press, 2018), y Warmonger. How Clinton’s Malign Foreign Policy Launched the U.S. Trajectory From Bush II to Biden (Clarity Press, 2023). Además de estos libros, Kuzmarov ha publicado cientos de artículos y ha contribuido a numerosos volúmenes editados, incluido uno en la prestigiosa Oxford History of Counterinsurgency. Puede contactar con él en jkuzmarov2@gmail.com y encontrarlo en Substack aquí.

Fuente: CovertAction Magazine

El Diluvio – Trailer (Keith Harmon Snow, 2013)