Del anexo del libro La hora de los grandes “filántropos” de Joan Carrero, enero 2012, pp. 624-632

Tras la “liberación” de Libia, los magníficos cruzados del Bien siguen adelante en su Gran Batalla escatológica contra el eje del Mal. Ahora le toca a Siria sufrir la nueva gran infamia. La situación comienza a ser crítica. Es mi opinión que, ante la imposibilidad de ocultar ya el hecho de que bandas fuertemente armadas aterrorizan a la población y están llevando al país hacia una guerra civil (en Hama llegaron a asesinar y descuartizar a 17 policías y en Deraa a 27 soldados y policías), se ha dejado de presentar los hechos violentos como masacres de pacíficos manifestantes. Sin embargo, lo que está sucediendo tampoco puede ser calificado de guerra civil, sin más aclaración. Lo que se sigue ocultando a la opinión internacional son las otras importantes claves: las acciones de desestabilización del régimen de Bashar Al-Assad por parte del Imperio occidental, la presencia de mercenarios extranjeros, la creación de una “oposición” radical y armada…

Al parecer, las declaraciones de, entre otros, Barack Obama, en las que afirmaba que la “liberación” de Libia sería el modelo a seguir, no eran ni retóricas ni se referían a los próximos años. Aludían a los inmediatos pasos imperiales. El proceso de “liberación” de Siria está siguiendo las misma pautas: los medios de comunicación deben bombardearnos cada día con la noticia de que un sátrapa que masacra a su pueblo debe ser derribado; las manifestaciones a favor de semejante déspota deben ser embargadas, mientras las de signo contrario deben ser magnificadas y emitidas hasta la saciedad; incluso los crímenes de la “rebelión” deben ser adjudicados al dictador; un Consejo Nacional Sirio que al igual que el Consejo Nacional de Transición libio pide, de una manera más o menos explícita, una “intervención” internacional; Francia y Estados Unidos acaban de denunciar que el ejército sirio está a punto de asaltar Homs, del mismo modo que la inminencia del ataque del ejército libio sobre Bengasi justificó la “operación protectora” de la OTAN…

En un artículo titulado “Mentiras y verdades sobre Siria”,1 Thierry Meyssan analiza los acontecimientos, según él mismo los está comprobar in situ, en Siria. Sus anteriores análisis sobre la agresión a Libia, también en la boca del lobo, desde la Trípoli bombardeada por la OTAN, fueron incomparablemente más valientes y certeros que la de la gran mayoría de analistas profesionales. Las claves que aporta sobre esta nueva gran farsa me resultan mucho más creíbles que las de la versión oficial. Se asemejan además enormemente a todo cuanto conozco (o incluso me ha tocado vivir muchas veces en directo) en relación al conflicto del África de los Grandes Lagos, en especial a como se criminalizó y desestabilizó al régimen de Juvénal Habyarimana.

[El artículo se abre con una foto que lleva al pie el siguiente texto: Formado, adoctrinado en París y bajo la protección de Francia, el Consejo Nacional Sirio pretende derrocar el régimen del presidente Bachar el-Assad. El presidente de dicho Consejo es Burhan Ghaliun, profesor de sociología en la universidad de la Sorbona. En la foto, junto a Alain Juppé, el 23 de noviembre de 2011].

[…] en este momento, amigo lector, me encuentro en Siria, donde he tenido tiempo de investigar como es debido y desde allí escribo este artículo. Es por lo tanto con conocimiento de causa que afirmo aquí que la máquina de propaganda de la OTAN se ha puesto nuevamente en marcha en el caso de Siria, como anteriormente sucedió en Serbia.

La OTAN está contando una historia que no tiene nada que ver con la realidad y lo hace con ánimo de justificar una intervención militar humanitaria, al estilo del oxímoron blairiano. Y ahí termina el paralelismo: Slobodan Milosevic era un criminal de guerra que nos presentaron como un autor de crímenes contra la humanidad para justificar el desmembramiento de su país; Bachar el-Assad es un combatiente de la resistencia antiimperialista y antisionista que apoyó al Hezbollah cuando el Líbano fue agredido y que además respalda al Hamas y a la Yihad islámica en su lucha por la liberación de la patria palestina.

Cuatro mentiras de la OTAN

1. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, masivas manifestaciones vienen desarrollándose en Siria desde hace ocho meses en demanda de más libertades y del retiro del presidente Bachar el-Assad.

Falso. Sólo en algunas ciudades, y al llamado de predicadores sauditas y egipcios a través de Al-Jazzera, se produjeron algunas manifestaciones contra el presidente Bachar el-Assad y lo cierto es que esas manifestaciones reunieron, cuando más, un total de cien mil personas. En dichas manifestaciones no se pedía más libertad sino la instauración de un régimen islámico. Si se exigía la dimisión del presidente el-Assad no era por causa de su política sino porque los manifestantes apoyan una corriente sectaria del sunnismo, la corriente takfiri, y afirman que Bachar el-Assad es un hereje –porque es alauita– sin derecho por lo tanto a ejercer el poder en un país musulmán que, según la corriente takfiri, sólo puede ser gobernado legítimamente por un sunnita perteneciente a la misma escuela teológica que la corriente takfiri.

2. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el “régimen” respondió a las manifestaciones dispersando a las multitudes con el uso de municiones de guerra, lo cual habría provocado al menos 3500 muertos en lo que va de año.

Falso. En primer lugar, es imposible reprimir manifestaciones que nunca han tenido lugar. Además, desde el principio mismo de los incidentes, las autoridades comprendieron que el objetivo era provocar enfrentamientos de índole confesional en un país donde el laicismo ha sido la columna vertebral del Estado desde el siglo VIII. Así que el presidente Bachar el-Assad prohibió a las fuerzas de seguridad, a la policía y el ejército, el uso de armas de fuego en cualquier circunstancia en la que existiese la más mínima posibilidad de herir a civiles. Su objetivo es impedir que la existencia de heridos o muertos de tal o cual confesión pueda servir de pretexto para justificar una guerra confesional. Las fuerzas de seguridad están aplicando esas instrucciones presidenciales al pie de la letra, incluso, como veremos más adelante, al precio de poner en peligro las vidas de sus propios miembros. En cuanto a la cantidad de muertos, en realidad son la mitad de la suma mencionada. Y la mayoría no son civiles sino soldados y policías, lo cual pude comprobar personalmente en el transcurso de mis visitas a hospitales y morgues civiles y militares.

3. Cuando logramos romper el muro del silencio y que numerosos medios de prensa reconocieran la presencia en Siria de escuadrones de la muerte provenientes del exterior que asesinan civiles en las ciudades y tienden emboscadas al ejército, la OTAN y sus aliados del Golfo empezaron a hablar de un ejército de desertores. Según la OTAN y sus cómplices del Golfo, hubo militares (no policías) que recibieron órdenes de disparar contra la gente por lo que decidieron rebelarse y conformar un ejército sirio libre, que ya contaría con 1500 hombres.

Falso. Sólo se han producido unas pocas decenas de deserciones y los desertores han huido a Turquía, donde están bajo las órdenes de un oficial miembro del clan de Rifaat el-Assad y Abdel Hakim Khaddam, públicamente vinculado a la CIA. Lo que sí existe es un creciente número de jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar, a menudo debido a presiones de sus familiares más que por decisión propia, ya que los militares que caen en una emboscada no tienen derecho a defenderse haciendo uso de sus armas si se hallan civiles en el lugar. Así que los militares tienen que estar dispuestos a sacrificar sus propias vidas si no tienen cómo escapar a sus agresores.

4. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el ciclo revolución/represión ha cedido su lugar a un principio de “guerra civil”. Atrapados en esa circunstancia, 1,5 millones de sirios estarían siendo víctimas del hambre. Sería por lo tanto conveniente organizar “corredores humanitarios” para permitir el envío de alimentos y la huida de los civiles que deseen abandonar las zonas de combate.

Falso. En relación con el número y la crueldad de los ataques perpetrados por los escuadrones provenientes del exterior, los desplazamientos de población son poco numerosos. Siria es un país autosuficiente en el plano agrícola y la producción no ha disminuido significativamente. Sí existen, en cambio, frecuentes interrupciones de la circulación a través de las carreteras en las que se producen la mayoría de las emboscadas. Además, al producirse algún ataque dentro de una ciudad, los comerciantes cierran de inmediato sus establecimientos. Esto ha venido ocasionando graves problemas de distribución, incluso en lo tocante a la alimentación. Pero ni siquiera son esas las verdaderas causas del problema. Son las sanciones económicas las que están provocando un desastre. Siria, país que a lo largo del decenio había registrado una tasa anual de crecimiento del 5%, ya no puede vender sus hidrocarburos a Europa occidental y su industria turística está siendo gravemente afectada. Mucha gente ha perdido así sus empleos y sus ingresos y se ve por lo tanto obligada a economizar en todos los aspectos. El gobierno está haciéndose cargo de esas personas y está distribuyendo gratuitamente combustible (para la calefacción) y alimentos. Lo cierto es que, ante tal situación, hay que decir que sin la ayuda del gobierno de el-Assad, 1,5 millones de sirios serían hoy víctimas de la desnutrición por causa de las sanciones de los países occidentales.

En definitiva, aunque nos encontramos aún en una etapa de guerra no convencional, con envío de mercenarios y de fuerzas especiales para desestabilizar el país, la narración que ofrecen la OTAN y sus aliados del Golfo ya se aleja considerablemente de la realidad. Y el abismo entre esa imagen y la realidad de los hechos ira acentuándose cada vez más. En lo que a usted concierne, amigo lector, al no hallarse usted en el lugar de los hechos, no tiene razón alguna para confiar en mí más que en la OTAN. Pero sí existen, sin embargo, algunos indicios que pueden indicarle cómo orientarse.

Cuatro evidencias que la OTAN se empeña en ocultar

1. Sería lógico creer que las acusaciones sobre la supuesta represión y la cantidad de víctimas han sido objeto de la más cuidadosa comprobación. Pero no es así. Todos los datos al respecto provienen de una sola fuente: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede… en Londres, cuyos responsables se escudan tras el más estricto anonimato. ¿Qué valor pueden tener esas graves acusaciones si no se confrontan con los informes de otras fuentes? ¿Por qué instituciones como la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos se hacen eco de tales acusaciones sin tomarse el trabajo de comprobar su veracidad?

2. Rusia y China recurrieron al veto contra un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que abría el camino a una intervención militar internacional. Los responsables políticos de la OTAN nos explican, apenados, que los rusos están protegiendo su base naval militar del puerto sirio de Tartus y que los chinos son capaces de cualquier cosa con tal de obtener unos cuantos barriles de petróleo. ¿Debemos aceptar el concepto maniqueo de que Washington, Londres y París hacen gala de buenos sentimientos mientras que Moscú y Pekín son esencialmente egoístas e insensibles al martirio de un pueblo? ¿Es posible no darnos cuenta de que Rusia y China tienen muchos menos interés en defender Siria que los países occidentales en destruirla?

3. Resulta ciertamente extraña la composición de la coalición de estos países supuestamente bien intencionados. ¿Podemos acaso pasar por alto el hecho que los dos principales contribuyentes de la Liga Árabe y promotores de la “democratización” en Siria son precisamente Arabia Saudita y Qatar, dos dictaduras al servicio de Estados Unidos y de Gran Bretaña? ¿Podemos acaso dejar de preguntarnos si los mismos países occidentales que acaban de destruir sucesivamente Afganistán, Irak y Libia –donde ya demostraron lo poco que les importa la vida humana– son realmente honestos cuando enarbolan el estandarte humanitario?

4. Y ante todo, para no dejarnos manipular en cuanto a los acontecimientos en Siria, es esencial ponerlos en su contexto. Para la OTAN y sus aliados del Golfo –cuyos ejércitos ya invadieron Yemen y Bahrein ahogando allí en sangre las manifestaciones– la revolución siria es la prolongación de la primavera árabe, según la cual los pueblos de la región aspiran a la democracia de mercado y al confort del American Way of Life. Por el contrario, para rusos y chinos, al igual que para venezolanos y sudafricanos, lo que sucede en Siria es la continuación del “rediseño del Medio Oriente ampliado” anunciado por Washington y que ya ha dejado 1.200.000 muertos, un proceso al que toda persona preocupada por la vida humana debe sentirse deseosa de poner fin. Estos últimos recuerdan que, el 15 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush programó siete guerras. Los preparativos para el ataque contra Siria comenzaron oficialmente el 12 de diciembre de 2003 con el voto de la Syrian Accountability Act, en medio de la euforia por la caída de Bagdad. Desde ese día, el presidente de Estados Unidos –cargo que hoy ejerce Barack Obama– cuenta con la autorización del Congreso para atacar Siria y ni siquiera está obligado a presentarse ante los parlamentarios estadounidenses antes de dar la orden de abrir fuego. Así que la cuestión no es saber si la OTAN ha encontrado una justificación divina para desencadenar la guerra sino más bien si Siria podrá encontrar un medio de salir de esta situación, como ya logró hacerlo ante todas las acusaciones difamatorias, y para no caer en todas las trampas anteriores, como el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri o el ataque israelí contra una imaginaria central nuclear militar.

[Aparece aquí la foto de un artículo titulado “Bachar al-Assad est le prochain sur la liste”, con el siguiente pie: Bernard-Henry Levy, quien se jacta de haber impulsado a Francia a implicarse en la guerra contra Libia en interés de Israel, anuncia en el diario francés Le Parisien que tiene una lista de objetivos].

Los “grandes medios de prensa comercial” occidentales ante los hechos y como testigos

Ya al terminar este artículo quisiera señalar, amigo lector, que la Red Voltaire facilitó una rueda de prensa organizada por iniciativa del Centro Católico de Información de los Cristianos de Oriente, en el marco de la apertura a los medios de prensa occidentales, apertura que el propio presidente el-Assad anunció a la Liga Árabe.

Nosotros mismos ayudamos a los periodistas de los grandes medios a viajar a las zonas de combate. Nuestros colegas se sintieron al principio incómodos en nuestra compañía, al mismo tiempo porque tenían de nosotros una imagen negativa preconcebida y porque creían que trataríamos de lavarles el cerebro. Pero pudieron comprobar posteriormente que somos personas normales y que nuestro compromiso no nos ha hecho renunciar a nuestro espíritu crítico.

En definitiva, a pesar de que están íntimamente convencidos de la bondad de la OTAN y de que no comparten nuestro propio compromiso antiimperialista, pudieron ver y oír la realidad de los hechos. Con honestidad, mencionaron en sus trabajos las acciones de las bandas armadas que siembran el terror en el país.

También es cierto que se abstuvieron de contradecir abiertamente la versión atlantista y que trataron de conciliar con esa versión lo que ellos mismos habían podido ver y oír, lo cual los obligó a veces a hacer toda una serie de piruetas alrededor del concepto de guerra civil entre el ejército sirio y mercenarios extranjeros. En todo caso, los reportajes de la Radio Televisión Belge (RTBF) o los del diario La Libre Belgique, por citar tan sólo dos casos, demuestran que desde hace ocho meses la OTAN ha venido escondiendo las acciones de los escuadrones de la muerte extranjeros cuyos crímenes atribuye a las autoridades sirias.

También desde Damasco, Webster Tarpley hace unos análisis semejantes para la televisión RT (Russia Today) y para Red Voltaire:

[El artículo se inicia con una foto con el siguiente texto: El embajador de EEUU en Siria, Robert S. Ford (izquierda) es, según fuentes fidedignas, el funcionario norteamericano clave del Departamento de Estado que ha sido el responsable de reclutar árabes terroristas para crear los “escuadrones de la muerte”, generalmente con activistas afiliados de Al-Qaeda (y que la CIA financió) a estas mismas unidades en Afganistán, Irak, Yemen y Chechenia, para que luchen ahora contra el ejército sirio y la policía en Siria a fin de generar una guerra civil en este país.]

Los países occidentales están haciendo todo lo posible para desestabilizar la paz civil en Siria, ha denunciado el escritor y periodista norteamericano Webster Tarpley (Red Voltaire) desde Damasco, capital de Siria, a la televisión RT (Russia Today). Según él, los civiles sirios tienen que hacer frente a escuadrones de la muerte y a un terrorismo ciego, lo cual es típico de las acciones secretas de sabotaje y de desestabilización que utiliza la CIA.

¿Qué cantidad promedio de ciudadanos sirios de todos los grupos étnicos reunidos saben que están siendo atacados por francotiradores? La gente se quejó de que hay francotiradores terroristas que están disparando contra los civiles, el terrorismo ciego, simplemente con el propósito de desestabilizar el país y hacer que se enfrenten los diferentes grupos étnicos. Yo no llamaría a esto una guerra civil -que es un término muy engañoso hablando de Siria-. Lo que está pasando aquí es que las poblaciones civiles están siendo agredidas por escuadrones de la muerte profesionales, se trata de comandos terroristas, lo que es un típico método de la CIA, y qué nadie sabe cómo han aparecido. En este caso se trata de una acción secreta conjunta y planificada de la CIA, el MI6 y el Mossad, financiado con el dinero procedente de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, explicó Webster.

El profesor Webster señala que la sociedad siria es la sociedad más tolerante en el Medio Oriente, el único lugar donde todo tipo de personas y etnias pueden vivir juntas en una notable armonía, musulmanes y cristianos de todo tipo.

Siria representa un modelo de coexistencia pacífica entre los diferentes grupos étnicos. Lo que busca la política de EEUU es justamente atacar ese punto para romper y generar caos en el Medio Oriente y para ello es indispensable atacar a las líneas étnicas, para que estas se enfrenten en una guerra fratricida, agregó.

Las reglas impuestas por el presidente sirio Assad y su desempeño como gobernante son calificados de ilegítimos cada vez más por los occidentales. Sin embargo, los EEUU y Europa no parecen estar preocupados por el hecho de que deshacerse del presidente sirio podría provocar aún más violencia, como se vio en Egipto, cree Tarpley.

Después de la “ayuda humanitaria” de la OTAN a Libia que fue más bien un baño de sangre, con 150.000 muertos y ahora con Egipto, donde la gente se está dando cuenta de que desde un principio no hubo ninguna revolución allí, fue un completo fracaso y ahora la gente está empezando a entender ese engaño. Sin embargo, la señora Clinton y la señora Rice (sic) continúan impulsando y promoviendo ese fracasado modelo de sublevaciones, es decir la revolución de color, pero está vez con el respaldo de tropas terroristas, mercenarios –la gente de Al-Qaeda y la Hermadad Musulmana-. Hay un movimiento cada vez más importante y creciente dentro de la sociedad musulmana que dice: “Nosotros queremos la reconciliación, queremos la ley y el orden, y queremos sobre todo la legalidad”, precisa el profesor Webster Tarpley.2

También Julie Lévesque descubría, en su artículo “Las protestas en Siria: ¿Quién cuenta los muertos?”,3 unas manipulaciones semejantes a las que Julien Teil desenmascaraba respecto al número de víctimas del régimen libio. Julie Lévesque se refería, entre otras muchas maniobras a un artículo de Jonathan Masters, publicado por la revista del Consejo de Relaciones Exteriores el 3 de noviembre 2011, en el que se daban como hechos probados las cifras sobre el número de víctimas proporcionadas por la misma “oposición” que pretende por todos los medios el derrocamiento de Bashar el-Assad.

Existen otros muchos analistas, tan bien documentados como Michel Chossudovsky (quien ha investigado todo esto desde el interior mismo de Siria), que muestran la inconsistencia de las cifras de víctimas provocadas por el régimen sirio con que constantemente nos bombardean los medios de comunicación (medios que repiten como un agotador eco, un día tras otro, unos datos e informaciones que nadie sabe muy bien de donde surgen) así como la existencia de una verdadera agresión exterior orquestada. Exactamente lo mismo que antes hicieron en el conflicto de Ruanda. Pero considero suficientes las referencias anteriores. Quien desee profundizar en el conocimiento de todos estos hechos, puede encontrar en diversas páginas web realmente independientes, como por ejemplo ciaramc.org en el ámbito hispanoparlante,4 análisis muy bien fundamentados así como un buen número de testimonios de civiles sirios (con nombres y rostros conocidos y comprobables: una religiosa cristiana, una maestra, un estudiante o un médico) sobre la fabricación de “pacíficas” manifestaciones o sobre los métodos extremadamente violentos y crueles de muchos de estos manifestantes, etc.

Las informaciones alternativas que van trascendiendo son cada vez más precisas e incontestables: existe una base en la provincia turca de Hatay desde la que el Ejército Sirio Libre (ASL, Syrian Free Army), guiado y supervisado por los servicios de inteligencia británicos (el MI6) y franceses, ataca a Siria con la pretensión de provocar una “guerra civil” (hasta el New York Times “revelaba” la existencia de dicha base, aunque disimulaba el hecho de que el ASL esté compuesto por mercenarios extranjeros y hablaba de “rebeldes” sirios); desde la ciudad de Al Mafraq en el norte de Jordania y en la villa de Arsal en el Líbano se está empezando a organizar algo semejante, creando una “pinza” que estrangularía a Siria, como mínimo comercialmente (estrangulamiento acompañado de embargos y sanciones económicas, sabotajes en oleoductos, etc.); existen importantes miembros de Al-Qaeda, antiguos compañero de armas de Osama Bin Laden (como Abdelhakim Belhaj, convertido por la OTAN en gobernador de la Trípoli “liberada”, o Mahdi al-Hatari, comandante de la Brigada de Trípoli y posterior número dos del Consejo Militar de Trípoli),5 al mando de un grupo de entre 600 y 1500 hombres del Grupo Islámico Combatiente en Libia (rebautizado desde noviembre de 2007 con la apelación Al-Qaeda en Libia), infiltrados actualmente en Siria…

Por ultimo, los atentados en Damasco con dos coches bomba el 23 de diciembre de 2011 en las inmediaciones de los edificios de la Seguridad Central, que han provocado 44 muertos y 166 heridos, marcan un punto de inflexión. Si se quiere seguir adjudicando toda la violencia al régimen (a pesar de que estos atentados tienen todas las características de los llevados a cabo por Al-Qaeda y a pesar de que son claramente reveladores de la existencia en Siria de poderosos grupos terroristas que están intentando hacer caer al régimen), hay que hacer un cambio de registro en la campaña sistemática de mentiras: hay que acusar al régimen de llevar a cabo gravísimos autoatentados. Siria habría sido llevada así al mismo punto al que se llevó a Ruanda cuando, con un enorme cinismo y maldad, se acusó al régimen de Juvénal Habyarimana de autoatentar contra el “padre de la patria”.

La propaganda se ha puesto rápidamente en marcha para acusar al régimen sirio de haber llevado a cabo un autoatentado. Es la misma prensa “seria” que despreció en su momento la menor insinuación de conspiración por parte del Imperio y de sus mercenarios en el atentado presidencial tras el que se inició en Ruanda el genocidio de la primavera de 1994. La misma que, por el contrario, no tuvo ningún reparo en adjudicarlo rápidamente al “régimen genocida hutu”. Ni en declarar que la existencia de armas de destrucción masiva en Irak hacía necesario un aplastante ataque imperial a ese país. La misma que no tiene tampoco ahora el menor reparo en afirmar rápidamente la existencia de una conspiración en Siria, que se autoataca para simular un ataque exterior. Más tarde, estas supuestas conspiraciones “tercermundistas” se revelan, efectivamente, como auténticas conspiraciones, pero… ¡anglosajonas!

Una vez más el conflicto ruandés se convierte en altamente aleccionador, en primicia de todo lo que vendría más tarde en un número cada vez mayor de regiones del planeta, en anticipo de las estrategias criminales de un Imperio dirigido por unas élites anglosajonas “mundialistas”, “moderadas”, “demócratas”… Quien quiera entender bien lo que hoy sucede en nuestro mundo haría bien en intentar comprender lo que sucedió en Ruanda a partir de 1990. Pero también es cierto lo contrario: entender lo que hoy está sucediendo en el mundo nos da importantes claves para comprender lo que se hizo con el pueblo de Ruanda.

1 Red Voltaire, Damasco (Siria), 29 de noviembre de 2011.

2 “Intelectual norteamericano denuncia desde Damasco: la CIA, el MI6 y el Mossad operan juntos contra Siria, Red Voltaire, Damasco (Siria), 28 de noviembre de 2011.

3 Global Research, traducido para Rebelión por Pedro Gómez, 6 de diciembre de 2011.

4 “Lo que no te cuentan sobre Libia”, Alfredo Embid

5 En un artículo titulado “Los rebeldes sirios apoyados por Washington están bajo el mando de un «ex» terrorista de Al-Qaeda” (Red Voltaire, 19 de diciembre de 2011), Thierry Meyssan explica que durante la batalla de Trípoli, Mahdi al-Hatari dirigió el grupo de Al-Qaeda que sitió y atacó el hotel Rixos, donde él mismo se encontraba con sus compañeros de la Red Voltaire y de la prensa internacional, hotel cuyos sótanos servían de refugio a varios dirigentes de la Yamahiria (el régimen de Muamar Gadafi) protegidos por la guardia de un hijo de Gadafi, Khamis. Explica también que, según este último, junto a Mahdi al-Hatari se hallaban varios oficiales franceses, presentes en el terreno como consejeros de este miembro de Al-Qaeda.