Pudo haber sido, pero los tiempos no parecen estar aún maduros. El sufrimiento de la sociedad griega no parece haber sido aún suficiente para que su parlamento llegase a tomar la gran decisión de jugárselo todo a la carta de la dignidad. El sistema ha dejado, por ahora, a Yanis Varoufakis en la cuneta. No pudo ser, pero ya está más cerca el día en el que otro Varoufakis, otro pueblo al que personifico en este ministro lúcido y valiente, provoque el derrumbe de este sistema insostenible, creador de desigualdades, exclusión y sufrimiento. Durante los siglos pasados, millones de seres humanos fueron capaces de dar su vida frente a poderosos criminales agresores, como por ejemplo los de la Alemania nazi. Pero nuestras sociedades no acaban de tomar conciencia de que el imperialismo financiero es la última forma, no menos terrible y criminal, de imperialismo. No acaban de darse cuenta de que esto es una auténtica guerra y de que, como en toda guerra, solo hay dos opciones: sumisión o sacrificios. ¿Quién está dispuesto a sacrificar, si es necesario, sus propias seguridades económicas? ¿O a mantener contra este sistema, durante meses e incluso años, un pulso semejante al que sostuvieron en su momento los nacientes sindicatos o semejante al que estaba dispuesto a mantener Varoufakis frente a los mercenarios europeos que le decían a la cara: “Tienes razón, pero de todos modos te vamos a aplastar”?

No pudo ser, pero ya está más cerca la hora en que los pueblos abran los ojos y se atrevan a recorrer hasta el fin el duro camino de la liberación. Abrir los ojos…, algo nada fácil al parecer en unas sociedades en las que los grandes conglomerados mediáticos guardan silencio sobre lo realmente importante. Tomemos como referente la actualidad griega. El comportamiento de Grecia ha sido tan incorrecto, nos dicen, que no se puede hacer una quita a su deuda ni de 50.000 millones de euros (menos de una sexta parte de su deuda pública). Incluso para que tal cantidad le pueda ser prestada, debe atarse una soga al cuello. Demos por buena la tesis de la responsabilidad exclusiva de Grecia en este drama, incluso aunque ningún analista moderado la comparta. Pero lo extraño, lo que debería abrirnos los ojos es que, por el contrario, no hubo ningún problema para que la Reserva Federal (la gran protagonista de esta historia, aunque muchos “expertos” parezca que no quieren entenderlo) fabricase de la nada en estos últimos años decenas de billones de dólares (unas cuatrocientas veces esos 50.000 millones de euros, teniendo solo en cuenta lo aportado por la Reserva Federal) y los “entregase” a decenas de bancos (muchos de ellos europeos) que habían tenido un comportamiento no solo imprudente e incorrecto como el de Grecia sino incluso delictivo.

Así que el silencioso rescate a los grandes bancos que actuaron delictivamente es 400 veces superior al debatido rescate de la “irresponsable” Grecia. 

Pero sobre tal cuestión y sobre todo lo realmente decisivo, como son la naturaleza y el funcionamiento de esa Reserva Federal o del Banco Central Europeo, nuestros grandes medios parece que prefieren no hablar. Así que todo el mundo sabe que es de justicia que los jubilados o los trabajadores griegos deban pagar unas decisiones políticas y económicas incorrectas. ¿Pero quién conoce los sorprendentes resultados de la auditoría de la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO) a la Reserva Federal, hechos públicos el 21 de julio del año 2010, que revelan esa callada “inyección” billonaria a unas decenas de grandes bancos, los mayores de los cuales son propiedad de las mismas “familias” que controlan la Reserva Federal? ¿O las conclusiones que hizo públicas el jueves 27 de enero de 2011 la Comisión del Congreso estadounidense para la supervisión de los Servicios Financieros en las que queda claro que la crisis fue el resultado de las actuaciones no solo irresponsables y deshonestas sino incluso ilegales de muchos responsables de la banca y las finanzas?