Anonymous apareció por primera vez en 2003 en el escenario de Internet como un grupo de hackers que defendía la libertad de expresión y que operaba como un «cerebro digital anarquista y global». Es un instrumento o un arma diseñada para ser usada en la guerra de la información. Tiene una ventaja, en muchos casos es muy difícil de definir exactamente quién la ha utilizado. Pero no había ningún problema de este tipo cuando Anonymous publicó un reportaje fotográfico de 1993 con Angela Merkel visitando el club juvenil Elbterrassen y reuniéndose con un grupo de cabezas rapadas y otros amigos, uno de los cuales hace el saludo nazi.
Berlín respondió con las debidas explicaciones, pero no es lo que ahora importa. La publicación de las fotos dadas a conocer hace 12 años se ha producido justo antes de la visita de la canciller Merkel a Washington el 9 de febrero y después de la reunión entre la canciller alemana, el presidente francés, François Hollande, y el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú, que duró muchas horas.
Anonymous ha preguntado si con un político que fue miembro de la organización juvenil socialista de la RDA, una «espía de Berlín Oriental» y que tenía relaciones con los nazis, se podía confiar para dirigir Alemania.
El ataque de información había sido precedido por un evento importante, la canciller se había opuesto a la idea de proporcionar armas letales a Ucrania. Angela Merkel se dirigió a la Conferencia de Seguridad de Munich el 7 de febrero diciendo «El progreso que Ucrania necesita no puede ser alcanzado con más armas». Reiteró esta postura varias veces durante una visita a los Estados Unidos y Canadá. En América, el senador John McCain y Victoria Nuland, la secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Europeos y de Eurasia, respondieron primero. El senador comparó las conversaciones de Angela Merkel y François Hollande con Vladimir Putin con el apaciguamiento de Hitler por parte de Neville Chamberlain. La Sra Nuland, como suele hacer, utilizó un lenguaje obsceno para hablar del jefe del Estado líder en Europa.
Cabe señalar que desde hace mucho tiempo los servicios especiales estadounidenses han estado recogiendo información a fondo para ser utilizada de una manera u otra contra la canciller de Alemania. En octubre de 2013, se supo que la Agencia de Seguridad Nacional espió el móvil de Angela Merkel y el escándalo estalló al revelar que la agencia había tenido a la señora Merkel bajo vigilancia durante más de 10 años. La canciller dijo que no se lo esperaba y no insistió en exigir una disculpa, pero fue una violación grave de la confianza y se tuvieron que hacer grandes esfuerzos para recuperarla. Las palabras no fueron suficientes. La situación dictaba la necesidad de cambios. En aquellos momentos, la canciller aplacó la indignación con dificultades. Washington no hizo caso de lo que dijo. La pelea por las escuchas telefónicas fue silenciada sin que se hicieran cambios.
Angela Merkel no ha sido el primer líder europeo en averiguar en la práctica que Washington ha sofocado cualquier expresión de «libre pensamiento» por parte de los líderes europeos, sobre todo cuando se trata de Rusia. Los ejemplos son bien conocidos.
Hungría, encabezada por el primer ministro Victor Orban, firmó un contrato con Rosatom de Rusia para completar la construcción de dos nuevos bloques de energía para la central nuclear de Paks Hungría, situada a 100 km de Budapest. Estados Unidos impuso sanciones contra Hungría. El senador McCain, un político que siempre se precipita, llamó al primer ministro de Hungría «un dictador fascista». Ahora, el presidente Putin ha sido invitado por Orban para visitar Budapest el 17 de febrero …
La administración estadounidense está frustrada por la posición de Milos Zeman, el presidente de la República Checa, que se atreve a pedir pruebas de que las tropas rusas hayan invadido Ucrania y pide a los Estados Unidos y a la Unión Europea que levanten las sanciones. America está utilizando sus canales en este país para emprender una campaña para desacreditar a su presidente.
En sus días como primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi solía decir que la comprensión mutua entre Rusia y Estados Unidos era una pieza clave para la estabilidad europea. Dijo que EEUU actuaba irresponsablemente desplegando los elementos de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa, reconociendo la independencia de Kosovo y empujando a Georgia y Ucrania hacia la OTAN.
Strauss-Kahn, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, fue víctima de una provocación bien planificada y organizada contra él en Estados Unidos, cuando fue acusado de violar a una camarera de hotel negra durante su estancia en Nueva York. Como resultado, tuvo que hacer frente a un juicio en Estados Unidos. Más tarde se reveló que la camarera había mentido, pero eso no era importante. Strauss-Kahn perdió su posición en el Fondo Monetario Internacional y perdió su oportunidad de convertirse en presidente de Francia.
Orban, Zeman, Berlusconi, Strauss-Kahn y ahora Merkel, todos ellos se han convertido en blanco de ataques de precisión estadounidenses llevados a cabo por armas de información contra aquellos políticos europeos que se vuelven demasiado independientes sobre cuestiones de política exterior, según la opinión de Washington.
El establishment norteamericano cree que Europa debe seguir la línea y la política de Estados Unidos sin desvíos. En la opinión de que es la quintaesencia de la cooperación transatlántica. Inmediatamente después de la reunión de Merkel, el presidente de Estados Unidos dijo complacientemente en una entrevista en Vox que EEUU está obligado a tener «el ejército más poderoso del mundo.» Como también dijo que, «de vez en cuando hemos de torcer los brazos de los países que no hacen lo que necesitamos que hagan». Lo dijo sin rodeos, suficiente para no dejar lugar a dudas sobre la disposición de Estados Unidos a torcer los brazos de cualquier aliado que muestre puntos de vista sobre los problemas del mundo diferentes de la visión de los Estados Unidos.
Ni los europeos ni los aliados estadounidenses asiáticos (o vasallos?) deben tener ninguna duda al respecto. Se espera que el presidente turco Erdogan sea el próximo a quien le tuerzan los brazos. No se le perdona que haya firmado el acuerdo del Corredor turco de gas con Putin el año pasado. El reloj no se detiene.