Contemplando la soberbia del empresario alemán Karl Jacobi (aplaudida por otros colegas) que increpando, en una agresiva intervención, al President Roger Torrent, le espetó “voto porque todos ustedes vayan a la cárcel”, he comprendido en una especie de flash instantáneo la génesis del nazismo. Una génesis, en la Alemania de los años 20, que Ingmar Bergman mostraba tan lúcidamente en su magnífica película El huevo de la serpiente.
Este empresario alemán podía haber profundizado un poco más en su prepotente y agresiva perorata frente al legítimo representante de la sociedad catalana que lo ha acogido. De hecho, creo que estuvo a punto de hacerlo pero se contuvo. No me extrañaría que, en su panegírico sobre el cumplimiento de la ley, hubiese tenido la tentación de continuar así: “Y también me gustaría ver en la cárcel a todos los sindicalistas que, en aquello que ellos llaman una lucha por nuestro legítimos derechos, incumplen la sacrosanta ley. Y a los gitanos que acampan donde les da la gana. Y, por supuesto, a los judíos, muchos de los cuales se niegan a llevar la insignia amarilla que los identifica como miembros de su raza”.
Quizá no sea tan precientífico aquel mito que nos cuenta que Lucifer, el ángel de luz, cayó en la más profunda maldad y crueldad debido a su desmedida soberbia y a su pretensión de superioridad tanto sobre el resto de los pequeños y mortales humanos como de los otros angélicos espíritus inmortales. Si no fuese porque la tipología de la soberbia de este empresario alemán me recuerda demasiado a la de las élites españolistas, si no fuese porque el nazismo y su génesis se asemeja demasiado al fascismo (aún tan vivo en España) y a su propia génesis, seguramente no habría valido la pena ni iniciar este artículo.
Todo lo que últimamente viene sucediendo en torno al Procés catalán reafirma en mi interior el convencimiento de que lo que se está debatiendo es mucho más que la independización de Catalunya. Están en juego grandes cuestiones y valores universales. Estamos pisando una trascendental a la vez que peligrosa línea roja. Se trata de un conflicto que concentra y anticipa muchos otros más globales que están en juego. Es realmente increíble que un empresario de aquella Alemania cuya sociedad puso masivamente la legalidad (la suya) por encima de la vida y la muerte de millones de seres humanos tenga la desvergüenza de dar ningún tipo de lecciones a una sociedad catalana que está siendo sometida en sus justas reivindicaciones por aquellos que invocan leyes absolutamente odiosas y las aplican cada vez más arbitrariamente.