Descifrando el proceso contra Charles Onana
¿Decadencia o signo de los tiempos que los modelos de democracia puedan perder pie tan fácilmente frente a las fuerzas del mal?
En la tarde del lunes 9 de diciembre de 2024, la 17ª Sala del Tribunal Judicial de París emitió su veredicto en el juicio del periodista, escritor y politólogo Charles Onana. Los medios de comunicación pro-FPR de Paul Kagame estaban encantados y anunciaron la noticia sin aliento, ¡y con razón!
Con la condena de Charles Onana por «cuestionar el genocidio» por su libro, publicado en 2019, en el que trata de comprender el genocidio de 1994 en Ruanda contextualizándolo, las poderosas organizaciones y lobbies pro-FPR activos en Francia a favor del régimen de Paul Kagame acaban de hacer una demostración de fuerza frente a los defensores de la libertad de opinión, los críticos de la mentira y los investigadores y verdaderos especialistas sobre Ruanda y la región.
Se trata también de un termómetro para medir el grado de poder de Kagame y su clan en Occidente, que garantiza la perpetuación de su reinado sobre Ruanda y su explotación y saqueo de la región, todo ello desde hace 30 años.
Antecedentes y contexto
Del 7 al 11 de octubre de 2024 se celebró un juicio ante el Tribunal Judicial de París en el que se acusó al periodista y politólogo Charles Onana y a su editor Damien Seriyex por el libro: «Rwanda : La vérité sur l’opération Turquoise – Quand les archives parlent» (Ruanda: La verdad sobre la operación Turquesa – Cuando hablan los archivos).
La decisión se tomó a raíz de una denuncia presentada por varias organizaciones pro-FPR o subordinadas a Kagame, entre ellas la FIDH, LDH, Survie France, IBUKA, CPCR y CRF.
Tras dos meses de deliberaciones, el tribunal dictó sentencia el 9 de diciembre de 2024. Los 2 acusados fueron declarados culpables y condenados.
Observaciones, opiniones y consideraciones
El escritor y periodista franco-camerunés Charles Onana acaba de ser condenado en Francia por su libro, no porque niegue el genocidio, sino simplemente porque esta red de asociaciones vinculadas al régimen de Paul Kagame intenta silenciar, intimidar y desalentar a todo aquel que se atreva a revelar la verdad sobre la guerra de conquista de Ruanda de 1990 a 1994 por elementos tutsis del ejército regular ugandés bajo el mando de un tal Paul Kagame, y el saqueo de la RDC acompañado de masacres de su población por el ejército de Paul Kagame desde 1996 hasta nuestros días.
El politólogo Charles Onana es la persona más audaz y profunda que ha revelado las verdades ocultas y denunciado los crímenes del régimen de Paul Kagame, por lo que es automáticamente el primer objetivo. Su libro, objeto de este juicio, y sobre todo su último libro, «Holocauste au Congo» (Holocausto en el Congo), publicado por la misma editorial, no sólo le han hecho famoso, sino que también le han convertido en objetivo de estas organizaciones y del régimen dictatorial de Paul Kagame en Ruanda. Se ha puesto precio a su cabeza en todos los sentidos: judicial, financiero, social, profesional y, sobre todo, ¡físico!
Más allá de Charles Onana, el objetivo último de estos lobbies pro-Kagame es prohibir formalmente la denuncia de los crímenes del régimen dictatorial que Kagame ha cometido y sigue cometiendo en Ruanda y en la región. Al mismo tiempo, Onana denunció el expolio de los recursos naturales de la RDC y las masacres que lo acompañan.
Así lo manifestó claramente Daphrose Gauthier, agente del FPR y una de las acusadoras en el caso, cuando declaró, durante los alegatos de las partes civiles el 09/10/2024, que el objetivo de este juicio era silenciarle, amordazar la disidencia y disuadir a otros de emprender investigaciones críticas que cuestionen la narrativa dominante sobre el genocidio en Ruanda.
Guión, dirección y calendario coherentes
Observando y analizando las circunstancias de tiempo y lugar nos damos cuenta de que el guión para la celebración de este juicio y el veredicto que seguiría fueron meticulosamente estudiados y elaborados para dar como resultado una condena segura por ser política y sentimental, pero sobre todo no jurídica. Así:
La apertura del juicio se hizo coincidir con otros dos juicios celebrados en París y que juzgaban a personalidades hutus ruandesas. A principios de octubre de 2024, el Dr. Eugène Rwamucyo era juzgado por «genocidio» ante la Cour d’Assises de París. Al mismo tiempo, el exsuboficial Philippe Hategekimana era juzgado en otra sala de la misma Cour d’Assises.
Las mismas organizaciones pro-FPR de Kagame –FIDH, LDH, Survie France, IBUKA, CPCR, etc.– habían presentado denuncias y, por tanto, actuado como parte civil en los tres juicios.
En consecuencia, los testigos de cargo enviados desde Kigali para acusar al Dr. Rwamucyo fueron los mismos que acusaron a Philippe Hategekimana y que, de paso, iban a denunciar el libro de Charles Onana.
Por otra parte, los escasos testigos de descargo admitidos por estos tribunales no pudieron declarar en favor de dicho acusado porque tenían previsto testificar en otro juicio al mismo tiempo.
Es más, el propio Charles Onana fue testigo en uno de esos juicios, el del Dr. Rwamucyo, pero no pudo declarar porque él mismo se encontraba ante el tribunal el día y a la hora en que debía declarar. El propio Dr. Eugène Rwamucyo fue uno de los testigos de Charles Onana, pero no pudo declarar. Un cálculo inteligente.
Otro detalle no ha pasado desapercibido a los observadores informados: Las vistas del juicio de Charles Onana duraron sólo 3 días. Pero la presidenta del tribunal se dio dos meses para retirarse y deliberar sobre la sentencia que debía dictarse. Pero, comparativamente y al mismo tiempo, las vistas del juicio del Dr. Rwamucyo duraron 38 días, pero el tribunal sólo tardó unas horas en deliberar y luego volvió para anunciar el veredicto.
En el caso de Charles Onana, el Tribunal Judicial de París se tomó estos dos meses para realizar sondeos de opinión con el fin de saber qué impacto tendría en la opinión pública la condena o absolución del periodista y escritor Onana. Mientras tanto, los jueces de este tribunal han entrado en contacto con círculos políticos susceptibles de influir en sus carreras, dado que, según varios analistas, la magistratura francesa está actualmente plagada de corrupción, luchas de poder, arribismo y amiguismo entre políticos y jueces.
En cambio el juez de la Cour d’assises ante el que fue juzgado el Dr. Rwamucyo sólo tenía que hacer preguntas a los miembros del jurado a las que éstos debían responder SÍ o NO. Por tanto, todo lo que tenía que hacer era redactarlas de tal manera que los ciudadanos de a pie sólo pudieran responder como él quería.
Por último, la genialidad de la juez que condenó a Charles Onana por cargos relacionados con el «genocidio» fue la fecha que eligió para dictar sentencia.
La magistrada que presidía el tribunal, Delphine Chauchis, fijó la fecha del veredicto el 9 de diciembre, aniversario de la adopción de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, como si quisiera decir que cualquier persona juzgada por «genocidio o su negación» debe ser condenada para celebrar este aniversario. Esto es lo que hizo contra Charles Onana.
Los términos utilizados en este pronunciamiento y las interpretaciones jurídicas y políticas son confusos. En su veredicto, el tribunal declaró que había condenado a Charles Onana por «negar la existencia de un crimen contra la humanidad, en este caso el crimen de genocidio».
Los especialistas y juristas pasarían horas analizando cada palabra utilizada e interpretándola. Pero ese no es nuestro objetivo en este breve análisis.
En cuanto a las sentencias y decisiones resultantes, cabe señalar que el autor, Charles Onana, fue condenado a 120 días con una multa de 70 euros cada uno, un total de 8.400 euros. En términos prácticos, esto significa que debe pagar 70 euros cada día durante 120 días.De lo contrario, tendría que ser encarcelado durante esos 120 días.
Por último, deberá pagar 2.000 euros a cada una de las organizaciones que se han constituido como parte civil y acusación, a saber, FIDH, LDH, Survie, IBUKA y CPCR.
Su editor deberá pagar una multa de 5.000 euros. No sabemos qué pasará con el libro infractor: ¿está ahora prohibido? En caso afirmativo, ¿dónde y desde cuándo, y a qué riesgos se enfrentan sus propietarios o lectores?
Jurisprudencia: ¡la elección está clara entre Maria Malagardis y Charles Onana!
Como en todos los juicios políticos, el Tribunal Judicial de París no rehúye las contradicciones.
Maria Malagardis, periodista del diario parisino Libération, fue procesada ante el tribunal por haber calificado de «nazi africano» a un pacífico residente en Francia:«nazi africano» por el mero hecho de ser de origen étnico hutu.
No se trata sólo de racismo, sino también de injurias y calumnias, delitos penados por la ley. El Tribunal Judicial de París absolvió a la acusada alegando que se limitaba a cumplir con su trabajo de periodista, y que castigarla por lo que había escrito supondría vulnerar el sacrosanto principio de la libertad de expresión. El demandante recurrió. En su sentencia final de marzo de 2024, el Tribunal de Apelación confirmó la absolución de Maria Malagardis, respaldando así los argumentos del Tribunal de Primera Instancia.
Y luego, en el mismo año 2024, el mismo tribunal juzgó a otro periodista, Charles Onana, que no había insultado ni calumniado a nadie en sus escritos, sino que se había limitado a publicar los resultados de sus investigaciones sobre el genocidio de 1994 en Ruanda, que no negaba, sino que situaba en su contexto global. El mismo tribunal no sólo le negó su derecho a la libertad de expresión como escritor, ¡sino que llegó a condenarle por «complicidad en la negación pública» del genocidio contra los tutsis en Ruanda!
¿Habéis dicho doble rasero?
Para concluir, señalemos que a los decadentes –el sistema y las instituciones francesas–, por un lado, y a los luchadores por la verdad y la dignidad, por otro, les decimos: nunca es demasiado tarde. Los primeros pueden redimirse abriendo los ojos para ver y reconocer que la defensa de la mentira y la lucha contra la verdad sólo conducen a la caída de la Humanidad, por lo que les corresponde a ellos redimirse. Para los segundos, la lucha continúa, porque al final la verdad triunfará.
A quienes corren el riesgo de correr la misma suerte que el escritor Charles Onana, les decimos: que no se asusten, sino que se animen, porque al final la verdad triunfará, especialmente en este caso, en el que Charles Onana ha recurrido.
Fuente: Echos d’Afrique
Caso de Charles Onana, 9 de diciembre de 2024 (Simone & Laurent Gbagbo, le droit à la différence, 12.12.2024)