La dominación unipolar exige una sobreextensión constante y, por tanto, un número cada vez mayor de personas ignorantes. Es lo mismo que sucede con las estafas económicas piramidales. Estafas que exigen la captación permanente de nuevos incautos, gracias a los cuales se puedan seguir pagando las deudas a los anteriores … ¡hasta que la burbuja revienta!
Existe un gran paralelismo entre las estafas piramidales y el adoctrinamiento social masivo. Y los que promueven tal adoctrinamiento son los mismos autores de la mayor estafa piramidal de la historia. Esta no fue la que en su momento realizó Carlo Ponzi. O la más reciente de Bernard Madoff. La gran estafa piramidal, incomparable con cualquiera otra, ha sido y sigue siendo la del dólar fiat (término latino que significa hágase… de la nada) de la Reserva Federal. Un dólar no respaldado en el oro desde que en 1971 David Rockefeller y Walter Wriston presionaron al presidente Nixon para que tomase tal decisión.
Pero es una estafa piramidal con un elemento sobreañadido que la convierte en la estafa piramidal perfecta: la realizan aquellos que además crean el dólar, tras robar al Estado esta gran prerrogativa suya. Esto es lo que escribí al respecto en el año 2011 en el libro La hora de los grandes “filántropos”:
“El 15 de agosto de aquel año [1971] terminó, con el llamado Nixon Shock, el sistema de respaldo del dólar estadounidense en el oro y otros metales preciosos. Decisión tomada aparentemente por el presidente Richard Nixon, pero que Walter Wriston, presidente del National City Bank, y David Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank, fomentaron activamente, como explica Nomi Prins en su libro All the Presidents’ Bankers (Todos los banqueros de los presidentes). Desde entonces, el dólar, y como consecuencia el resto de monedas que en mayor o menor medida están ligadas a él, no tiene otro respaldo que la promesa de pago por parte del Estado. Aunque lo realmente significativo es que, sirviéndose de un dinero imaginario, quienes controlan la Reserva Federal han alcanzado de hecho un poder absoluto y bien real, un poder que en este momento está fuera de cualquier control. Para eso es para lo que verdaderamente han utilizado y siguen utilizando el dinero fiat que crean desde la nada. Así que los análisis de Albert Einstein sobre esta realidad de la concentración del poder [a la que Albert Einstein calificó como “la verdadera fuente del mal”] fueron tan certeros como sus intuiciones sobre cuestiones físicas.”
La del dólar fiat es una estafa de una magnitud inimaginable. El dólar es un simple papelito que ha permitido la especulación y la financiarización que han llevado a la increíble cifra de 2.000 billones (trillones en Estados Unidos) de derivados, como suele recordar nuestro amigo Dennis Small. El dólar actual es puro humo, un ente sin soporte real alguno más allá del poder de atemorizar e incluso acabar físicamente con quienes pretendan salirse de tal moneda de “confianza” (este dinero fiat es llamado también fiduciario, palabra que viene del término latino fides, fe o confianza): Sadam Husein, Muamar el Gadafi…
Hace ya unos años, sorprendido por la descomunal cifra de 2.000 billones, le pregunté a Dennis si no se trataba más bien de billones según las categorías de Estados Unidos (cientos de miles de millones según las categorías europeas). Temía que se hubiese equivocado. Pero resultó que Dennis es considerado el mejor conocedor mundial de estas cuestiones por parte de personalidades internacionales como Alfredo Jalife. Quien a su vez es considerado uno de los tres más importantes analistas mundiales de geoestrategia por parte de otros tan brillantes como el coronel Baños.
¿Qué son 2.000 billones? Seguro que a muchos de los lectores de este artículo les resulta sumamente difícil hacerse cargo plenamente de la magnitud de lo que estamos hablando. Si tan solo los 16 billones que se utilizaron hace unos años para el rescate bancario (según la única auditoría que se ha logrado hacer a la Reserva Federal) son ya casi incalculables… ¿qué serán 2.000 billones? En su momento expliqué que, si repartiésemos esos 16 billones en los 365 días del año, y hubiésemos dedicado uno solo de estos 365 días a la lucha contra el hambre… ¡se hubiese acabado con ella! Pero para esas elites de la financiarización el objetivo es exactamente el contrario: la despoblación.
Además de semejante obscenidad, los 2.000 billones en derivados son una gigantesca bomba de relojería que no dispone de ningún mecanismo de detención de su fatal reloj. Solo queda ya la patada sobre el tablero por parte de las “familias” de la Reserva Federal. Probablemente deberá ser una patada nuclear (así lo afirman personalidades como el coronel Wilkerson, minuto 12) ya que Rusia los está derrotando día tras día en la guerra convencional.
De hecho, estas gentes se van autoconvenciendo cada vez más de que ellos podrían atacar primero nuclearmente, resistir cualquier represalia y sobrevivir como los dueños del mundo (minuto 21), como lo han sido hasta ahora. La historia está llena de estas agresiones traidoras repentinas, sin declaración alguna de guerra. La última ha sido la sufrida por Irán mientras supuestamente estaban aún en negociaciones con Israel y Estados Unidos.
¿La alternativa a una patada final a El gran tablero de ajedrez (en términos de Zbigniew Brzezinski) podría ser la milagrosa aparición de un nuevo liderazgo entre nosotros, capaz de llevar a cabo una depuración de “nuestras” elites financieras? Una depuración semejante a la de los oligarcas rusos (que estaban a las órdenes de “familias” occidentales como la Rothschild), depuración que el presidente Putin ha logrado realizar en Rusia. Una depuración realizada en Rusia pero bien conocida por “nuestras” elites, cuyo temor empieza a convertirse ya en pánico.
Es lógico que, como suele recordar Adrián Zelaia, en este momento de pánico (sobre todo por el ya cercano triunfo de Rusia frente a la OTAN), los más lúcidos elementos de estas elites estén dispuestos a llevar a cabo las mayores locuras, mientras los más torpes siguen perdidos en la fantasiosa arrogancia que mamaron. Locuras como la de una guerra nuclear ”preventiva”. O como la de sacrificar a “la vieja Europa” en un enfrentamiento que se sobreextienda más allá de Ucrania. Cualquier cosa antes de que se pueda iniciar en Occidente un proceso semejante al que comenzó en Rusia con la llegada al poder del círculo de Vladímir Putin.
Si Dietrich Bonhoeffer calificó a sus conciudadanos como seres idiotizados por la propaganda nazi…¿cómo podríamos calificar a una sociedad como la occidental actual en la que, como promedio, nuestros conciudadanos tan solo dedican 20 minutos semanales a “informarse”, bien acomodados en su sofá? A “informarse” en unos medios que ya desde la época de Bush padre empezaron a ser comprados en masa por “nuestras” elites (minuto 34).
Pero lo que cada vez me resulta más difícil de entender y aceptar es el hecho de que las personas que se consideran “espirituales”, de cualquier tipo de espiritualidad, espiritualidades en las que la empatía y la compasión dicen que ocupan siempre un lugar importante, no tengan el necesario interés mínimo para comprender las causas económicas y sociopolíticas de unas injusticias y unos sufrimientos tan masivos.
En particular, no consigo asimilar el hecho de que tantos cristianos, para los que el amor debería ser incluso el centro de su espiritualidad, no lleguen a darse cuenta de que el dedicar el necesario tiempo a comprender dichas claves geoestratégicas es hoy un ineludible deber de la caridad cristiana. No consigo asimilar que, por ejemplo, caigan tan fácilmente en la trampa propagandística de calificar como “nuevo Hitler” a cualquier líder que deba ser eliminado.
¿Cómo se puede incluir “al Putin” en un mismo paquete con un monstruo como Hitler? ¿Cómo se puede ni tan solo equipararlo a un títere sanguinario como Zelenski? ¿O cómo se lo puede calificar de autócrata, con un 85% de aceptación por parte de los ciudadanos rusos (sin contar a los muchos millones de no rusos que consideramos que si no ha estallado aún una guerra nuclear es gracias a su prudencia) mientras se califica de demócrata a un Macron con menos de un 20% de aceptación entre los franceses? ¿Con qué sofismas nos han convertido en seres tan ignorantes y fanáticos?
¿Acaso los rusos quieren masivamente a su presidente porque están idiotizados por la propaganda, a diferencia de “nosotros”, que estamos tan bien informados y somos tan libres para elegir a quienes nos parezca? ¡Cuánta ignorancia! ¡Cuánta idiotez por parte de personas que ni se enteran de que aquí es imposible para una voz alternativa el acceder a cualquier medio de comunicación que sea un poco relevante!
Y no me refiero solo a los grandes canales de televisión y los otros medios corporativos tradicionales. Si cualquier lector de este artículo recorre esta misma web de L’Hora, podrá comprobar la gran cantidad de videos que YouTube ha eliminado de ella. Las pruebas del silenciamiento sistemático de cualquier disidencia en nuestro Occidente “informado y libre” llenaría miles de páginas como estas.
Hace años sufrí una gran decepción al constatar los comportamientos desleales, competitivos e incluso gravemente deshonestos de demasiados activistas de la solidaridad o de los derechos humanos. Cuando en su despacho, en 1999, Ramsay Clark, attorney general (ministro de Justicia de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, y artífice de la ley de Derechos Civiles de los negros) intentó sacarme de mi ingenuidad sobre el verdadero rol que juegan en el sistema atlantista las grandes ONGs como HRW o Amnistia Internacional… aún me costaba creerlo.
Sin embargo, seguramente ha sido mayor aún mi más reciente decepción: la que me han provocado las graves contradicciones internas de demasiadas personas “espirituales”. Me resulta muy difícil de aceptar y asimilar que se refieran también a ellos efectivamente los lamentos de mahatma Gandhi, Albert Einstein o ML King sobre el terrible silencio de la gran masa de las personas buenas.
Ya sé que, desde las imperantes espiritualidades de la Nueva Era y otras semejantes calificadas de “superiores”, estos “desahogos” míos jamás serán entendidos. Pero para mí se trata más bien de comunión con nuestros hermanos las víctimas de Gaza, de Ruanda, de la RD del Congo… a las que nuestro mundo está traicionando. No deseo que, antes de que llegue mi hora, el gallo cante por tercera vez “sin haber hecho lo suficiente”, como canta León Gieco.
Cómo rodeamos a Rusia y convertimos a Europa en vasalla – Divide y vencerás (Glenn Diesen, 30.07.2025)