Antes de escribir ni una sola línea, les pido un favor: dividan 16.110.000.000.000 (dieciséis billones en números redondos) por 330.000.000 (trescientos treinta millones). Supongo que su resultado será el mismo que el mío: 48.818 (cuarenta y nueve mil en números redondos). Ahora dividan esos 16,1 billones por 365. Resultarán unos 44.000.000.000 (cuarenta y cuatro mil millones). ¿A qué viene esta historia? Pues, aunque les parezca extraño, este cálculo es mucho más trascendental para las vidas de cientos de millones de seres humanos de lo que lo sería para ellos un décimo premiado con el gordo.

Los 16 billones son los billones de dólares que las “filantrópicas” familias que controlan la Fed, sin rendir cuentas a nadie, inyectaron desde ella en solo dos años y medio a sus propios bancos, con la excusa de que su hundimiento supondría el Apocalipsis. Son los dos únicos años y medio en la historia centenaria de la Fed sobre los que se consiguió una auditoría. Nuestras “magníficas” televisiones y medios “de referencia” nunca se refieren a ello. Porque en realidad no son “nuestros” medios sino “sus” medios. Y esa cantidad de inacabables ceros es seguramente un resultado muy moderado de tal auditoría, un cálculo muy a la baja:

“Pero hay algo mucho más grave que el proveer de dinero al Estado con sus correspondiente intereses, grave hasta el punto de ser casi imposible de creer: pueden proporcionarse a sí mismos [los grandes ‘filántropos’ propietarios de la Fed] todo el dinero que deseen, fabricándolo desde la nada. Como denunció, entre otros, el senador Barry Goldwater (1909-1998): ‘La mayoría de los americanos no tienen un entendimiento real de las operaciones de los prestamistas internacionales. Las cuentas del Sistema de la Reserva Federal nunca han sido auditadas. Operan fuera del control del Congreso y manipulan el crédito de los Estados Unidos’.

Veremos que recientemente sí se consiguió llevar a cabo por primera vez una auditoría de la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO) a la Reserva Federal.[1] Este informe del Tribunal de Cuentas se realizó gracias a una enmienda a la ley Dodd-Frank, que fue presentada por los senadores Ron Paul, Alan Grayson y Bernie Sanders en 2010. Según sus sorprendentes resultados, hechos públicos el 21 de julio del año 2010,[2] la Reserva Federal inyectó calladamente, en tan solo dos años y medio, la increíble suma de 16,11 billones de dólares a unas decenas de grandes bancos, los mayores de los cuales son propiedad de las mismas ‘familias’ que controlan la Reserva Federal.

Es decir, se autoconcedieron casi el doble de los presupuestos nacionales [de Estados Unidos] de ese mismo periodo de dos años y medio. Y si tuviésemos en consideración el estudio titulado ‘$29,000,000,000,000: A Detailed Look at the Fed’s Bailout by Funding Facility and Recipient’ del Levy Economics Institute (en el que colaboran economistas como Joseph Stiglitz o Paul Krugman), hecho público en diciembre de 2011 y firmado por el investigador y profesor de economía de la Universidad de Missouri-Kansas City, James Felkerson[3], deberíamos estar hablando de casi el doble: la cantidad creada desde la nada para tal “rescate” sería de 29 billones de dólares.”[4]

Siguiendo con nuestros misteriosos cálculos, tenemos que 330 millones es la cantidad de la población actual estadounidense. Y 49.000 son los dólares que les habría correspondido a cada estadounidense si la Fed hubiese querido acabar realmente con la “crisis” (en realidad, un gran expolio, posiblemente, el mayor de la historia) y rescatar realmente a la población. Una familia promedio con dos hijos habría recibido los casi 200.000$ que les habrían permitido comprar una casa. Cantidad que se duplicaría, ¡casi 400.000$!, en el caso de que los cálculos buenos fuesen los firmados por el investigador y profesor James Felkerson. Así que, con los 16 billones de dólares que estas “familias” han emitido, y se han quedado para sí mismas, en tan solo dos años y medio… ¡cada familia estadounidense habría podido comprar una casa! Me estoy refiriendo a Estados Unidos por tratarse del corazón mismo del Sistema occidental. Al que Julian Assange, tras leer decenas de miles de documentos secretos, califica como la columna vertebral de un Imperio monstruoso, el mayor de la historia, en cuyo centro de gravedad existe un Estado de seguridad oculto cuyos tentáculos se extienden por todo el mundo. Y visto lo visto, seguramente también por el Vaticano.

Finalmente, 365 son evidentemente los días del año. Y 44.000 son los millones de dólares de los que se podrían disponer diariamente si distribuyésemos los 16 billones de dólares a lo largo de todo un año. Pero son también los miles de millones de dólares anuales con los que se podría evitar el hambre en el mundo. Algo que nunca llega a concretarse, ya que siempre hay otras “urgentes” e “importantes” prioridades “sistémicas (bancarias)”, “defensivas”, etc. Es decir, durante todo un año estas “filantrópicas” familias habrían dedicado esos 44.000 millones diarios, es decir todos y cada uno de los 365 días del año, a auto “rescatarse”. Ni un solo día se les habría pasado por sus brillantes mentes esta idea: “Dediquemos los 44.000 millones de hoy a salvar del hambre, durante todo un año, a todos los cientos de millones de hambrientos del mundo”.

Ya sé que estoy hablando de una especie de realidad paralela a la que la mayoría de nosotros vivimos cada día y a la que nos ofrecen los grandes medios de Occidente, propiedad casualmente de esos mismos “filántropos” con los que Francisco I espera reconducir la historia. Pero quienes de verdad quieran informarse un poco, descubrirán que eso que parece una realidad de ficción es la verdadera realidad. Seguro que muy pocos serán capaces -yo no lo soy- de imaginar las incalculables sumas que han llegado a acumular estas élites, enfermas de avaricia y afán de poder; ni de valorar en su justa medida lo que significan esas cifras extrañas y enormes; ni de comprender la magnitud de esta estafa y de la farsa con las que nos oprimen. Por eso he empezado pidiendo el pequeño esfuerzo de hacer esos cálculos. ¡Esto es el capitalismo! El real, no el teórico. El que hoy devora todo como Saturno a sus hijos o como el agujero negro que, en el centro de nuestra galaxia, engulle cuanto se acerca a él. El fundamento y garantía del capitalismo es, según nos aseguran, el libre mercado. Pero es muy aleccionador el informarse un poco sobre cómo estas gentes fueron construyendo sus respectivos grandes monopolios, ¡y con qué métodos!, antes de aliarse para conseguir el Gran Monopolio Final: la Fed.

Estas son las gentes con las que va a trabajar Francisco I. ¿Se ha rendido ya ante una situación que le supera y en la que el mismo Vaticano es parte del problema o se trata de amistades que vienen de antiguo? A la luz de estos últimos acontecimientos, vemos con más claridad que algunos lamentables posicionamientos, incluso en una encíclica tan bien valorada por muchos como la Laudato si’, mi’ Signore, no fueron simples lapsus. Así por ejemplo, en el punto 104 de ella, Francisco I alerta sobre los peligros que acechan a la humanidad y, volviendo su mirada hacia el pasado siglo XX, recuerda “el gran despliegue tecnológico ostentado por el nazismo, por el comunismo y por otros regímenes totalitarios al servicio de la matanza de millones de personas”. Grave silencio sobre tantas y tantas guerras de agresión o crímenes contra la paz, con tantas decenas de millones de víctimas mortales, de los que es responsable el Occidente cristiano y, en especial, Estados Unidos. Sin referirnos a las reiteradas “crisis” y expolios económicos que, en el mismo Occidente, han causado también tanto dolor y muerte en una ingente masa de víctimas.

El sistema bancario y financiero occidental actual también es, al igual que cualquier totalitarismo, totalmente incompatible con el Evangelio. Más allá de tanta propaganda, ni Estados Unidos ni la zona euro, con una Fed y un BCE como verdaderos poderes superiores más allá de cualquier control, son verdaderas democracias. Estas gentes viven para el dinero y el poder. ¿Es tan difícil de ver algo tan evidente? ¿O es preferible no verlo y así no tener que confrontarnos al mandato del Señor: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. (Mateo 6, 24 y Lucas 16, 13)”? Los millones de dólares que estas gentes “sacrifiquen” a la alianza con el Vaticano, seguro que serán muchos menos de los que tendrían que pagar por la más barata de las publicidades. Se trata de gentes con las que Francisco I parece estar muy contento de colaborar, según vemos por sus risas en las fotos de los encuentros con Barack Obama o Lady Lynn Forester de Rothschild. Al contrario, con Vladimir Putin, por ejemplo, se le ve muy serio. ¿Cuándo será capaz la Iglesia de convertirse en realmente universal, de salir de una vez del estrecho marco mental de la civilización occidental y sus agendas, una civilización en decadencia moral desde que en 1913 las “filantrópicas” familias financieras se hicieron con la Fed?

El Vaticano ha intentado durante siglos imponer incluso a los no cristianos una cierta moral cristiana sobre la sexualidad, la eutanasia, etc. Por el contrario, no han hecho algo semejante respecto a aquello que es el eje central que atraviesa la Biblia del principio al fin: la justicia social y la liberación de toda opresión. Más grave aún: ha actuado a la inversa. Es el Vaticano mismo el que ha adoptado comportamientos del mundo contrarios a ese gran eje bíblico. Sería inacabable exponer todo lo que sobre esta cuestión fundamental aparece a lo largo de la Biblia. Baste recordar el episodio fundamental de la espiritualidad bíblica: la teofanía recibida por Moisés en el monte Sinaí. El mensaje por él recibido fue este: Yahveh ha escuchado el clamor de los oprimidos y ha visto sus sufrimientos (Éxodo 3). Podríamos seguir con las múltiples invectivas de los profetas contra las injusticias hasta llegar finalmente a aquel tremendo episodio, ya en los Hechos de los Apóstoles (5, 1-11), en el que Pedro reprende de tal manera, por cuestiones de dinero e hipocresía, a Ananías y Safira, un matrimonio de la comunidad, que ambos caen muertos al instante. Episodio cuya dureza contrasta fuertemente con la misericordia de Jesús hacia los alejados, las prostitutas y los pecadores:

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.»

Y podríamos seguir con los llamados Padres de la Iglesia de los siglos posteriores. Mientras la Fed, el FMI o el BCE estén por encima de cualquier control democrático y mientras estas decisivas cuestiones estén ausentes de las agendas de los grandes medios de las familias “filantrópicas” occidentales, cualquier “capitalismo inclusivo” o cualquier otra cosa parecida solo serán una indecente reforma cosmética. Lo que el Evangelio nos propone es sin duda una auténtica revolución. La Buena Noticia de Jesús es totalmente revolucionaria. Si se quieren hacer consejos de capitalismo inclusivo… ¡que no se hagan en nombre del Señor Jesús! Sería como condenarlo a muerte una vez más. El capitalismo que ahora quieren hacer inclusivo no es ni tan siquiera capitalismo. Es un monstruo de pesadilla que nada tiene que ver con el capitalismo industrial de siglos pasados. Pero, no lo dudo, aparecerán nuevos mahatmas Gandhi y nuevos Martins Luther King. Y allí donde los vayan asesinando una y otra vez, allí donde los pueblos lleguen al convencimiento de que es inútil inclinar las cabezas para que trastornados como Hitler o Kagame las cercenen por millones, aparecerán nuevos Ches Guevara. Hasta que todo lo que estamos viviendo ahora solo sea para las nuevas generaciones una pesadilla lejana.

Notas

[1] http://www.gao.gov/assets/330/321506.pdf

[2] http://www.sanders.senate.gov/imo/media/doc/GAO%20Fed%20Investigation.pdf. Lo hizo público el senador independiente Bernie Sanders.

[3] www.levyinstitute.org/pubs/wp_698.pdf

[4] Los cinco principios superiores, páginas 17 y 18.

 Manfred Max-Neef (Premio Nobel Alternativo de Economía), El mundo en rumbo de colisión. 
Extracto de la conferencia del 01.12.2009 en la Universidad Internacional de Andalucía.