«Esta cultura vuestra no es apéndice de nadie»
PABLO CASADO

En mi opinión se han equivocado todos los articulistas y tuiteros que han tratado de ignorante a Pablo Casado por haber negado que la lengua que hablamos en las Islas Baleares sea el catalán. Como buen «hidalgo» castellano, Casado es arrogante, prepotente y, a veces, matón. Pero, por mucho que le hayan podido regalar títulos académicos, sabe perfectamente lo que dice nuestro Estatuto de Autonomía respecto del catalán «lengua propia de las Islas Baleares». ¿Entonces? Simplemente, Casado es una mala persona. Y si no, ¿cómo calificar a una persona que, desde su plataforma de poder, fomenta el odio y la ignorancia de los ciudadanos con la única finalidad de recoger un puñado de votos. No, en política no vale todo.

Hace tiempo que la derecha española ha renunciado a tener una presencia electoral digna en Cataluña. Ya le va bien que el anticatalanismo le dé votos en las Castillas, Extremadura, Andalucía… y en Baleares, aunque por ahí el tiro le salió por la culata en tiempo del alférez Bauzá. Y es curioso que nos alerten de convertirnos en un apéndice de Cataluña aquellos que nos han convertido en una sucursal política y económica de Madrid. Nunca hemos oído en Baleares a nadie que proponga unos Països Catalans a imagen y semejanza de lo que es actualmente el Estado español, donde todo gira en torno al kilómetro cero de la Puerta del Sol. Históricamente, y en la actualidad, han perseguido nuestra lengua y cultura, que la quieren disgregada y reducida al ámbito familiar, nos han expoliado fiscalmente, nos han convertido en una colonia de donde se extraen los recursos económicos a costa de empobrecer a la población y destruir el patrimonio natural… Pero, ¿nuestra principal amenaza es convertirnos en un apéndice de Cataluña? ¡Venga ya! ¡Esta canción ya no cuela, pijos madrileños!

Como la presidenta de la Comunidad de Madrid, que con las cifras más altas de contagios y de mortalidad por el virus se atreve a criticar a la presidenta de Baleares, donde se ha combatido más eficazmente la pandemia. Ha exportado virus por toda España y, lo más grave, ha difundido entre la población la creencia de que no había para tanto y que se podían relajar las medidas preventivas. Por culpa de Ayuso, en nombre de la libertad los jóvenes se han saltado las restricciones, como pudimos comprobar en Mallorca con el grupo de malcriados que nos tocó, con los gravísimos perjuicios sobre la salud y la economía que esto nos ha comportado. Porque la medida más eficaz contra el contagio no es la vacuna, sino la prevención. Y es un acto criminal inducir a la población a relajar las medidas preventivas enarbolando un concepto perverso de libertad.

Y, lo más patético es que aquí todavía hay quien les rie y aplaude las gracias, o las justifica. Con la excusa del catalán se tragan que Madrid practique el dumping fiscal y nos quite los recursos fiscales que genera la actividad económica de Baleares. Toleran que cada año las Islas Baleares sean las últimas en inversión estatal. Aceptan un sistema de financiación autonómica que no sirve para ofrecer unos servicios públicos dignos a la población. Aplauden que nuestra cultura milenaria sea pisada y sustituida por la castellana… ¡Provincianos! Os han inculcado tanto autoodio que incluso renegáis de la lengua de vuestros padres y abuelos. Y dais palmaditas a la espalda a los que se llenan los bolsillos a costa nuestra. No, nuestro problema no es que algunos quieran ser un apéndice de Cataluña. Nuestro problema son los partidos sucursalistas de Madrid que nos chupan la sangre y quieren robarnos el alma de Pueblo.