Hoy damos por hecho que los medios de comunicación son independientes, aunque cada uno sea más propenso a seguir una determinada línea política. En pocas palabras, pensamos saber qué medios son conservadores y cuáles progresistas. Y digo pensamos saber porque, últimamente, al santa santorum del progresismo, El País, se le ha visto el plumero.
Pero, donde no hay prácticamente diferencias en las líneas editoriales es en la política internacional. Agencias de noticias, periódicos conservadores y progresistas, radios y televisiones públicas y privadas, tienen la misma línea, abren con los mismos titulares, reproducen las mismas firmas internacionales, ofrecen las mismas imágenes. En todas las guerras que últimamente hemos vivido, y con lo que va de milenio ya llevamos unas cuantas, todos coinciden en identificar a los buenos y a los malos. Y nosotros, los demócratas, los cultos, los occidentales, siempre somos los buenos. Nos indignamente ante los pavorosos campos de refugiados, lloramos ante la foto del cadáver del niño ahogado en una playa de Europa, hablamos mal de la ineficacia de las Naciones Unidas por su incapacidad de imponer la paz… Hemos llegado a clamar para que las tropas de la OTAN abran «corredores humanitarios» en los países devastados por la guerra, sabedores de que estos corredores se abren a golpes de bombardeos y provocan víctimas mortales. Pero estas, las víctimas, nunca son culpa nuestra, son culpa de los malos. ¿Y quiénes son los malos? ¡Qué pregunta! Basta leer cualquier periódico para saberlo, escuchar cualquier radio, ver cualquier canal de televisión, oir a cualquier «experto» tertuliano. Por unanimidad los malos son Gadafi, Al Assad, los islamistas, y, el engendro de todos los males, Putin, que, sistemáticamente, veta los acuerdos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y bombardea ciudades sirias sin misericordia.
Ya tenemos el relato, el consenso, al cual se ha añadido nuestro querido diario Ara el cual, el día de Navidad, nos regaló un editorial titulada «De la URSS de Gorbachov a la Rusia de Putin». Creo que ni en el tiempo del «macartismo» se construyó un relato tan maniqueo, atribuyendo a Putin todas las calamidades que padecemos, desde Ucrania hasta Oriente Medio, pasando por la extrema derecha de Europa, hasta la victoria de Trump, todo es responsabilidad de este monstruo, «nostálgico de la URSS».
Como suscriptor y colaborador me duele profundamente que mi diario (aunque el AraBalears no publicó este editorial) se haya dejado arrastrar por la avalancha de propaganda que nos bombardea a diario. En tiempos de guerra, deberíamos saber que la información es sustituida por la propaganda, y nosotros estamos bajo la influencia de la propaganda que emiten los servicios secretos occidentales.
Porque, ¿y si todo no fuera tan sencillo como culpar de las guerras al dictador de turno? ¿Y si tantas guerras, golpes de Estado, derrocamientos de gobiernos y establecimiento del caos en tantos países estuviera perfectamente planificado, respondiera a unos intereses económicos y geoestratégicos meticulosamente calculados? ¿Ninguno de los directores de los medios de comunicación progresistas se lo ha planteado? ¿Ninguno de los intelectuales progresistas que han pontificado a partir de una opinión formada tras tal bombardeo informativo se lo ha cuestionado? Y a los dirigentes de los partidos de izquierdas, ¿tan poco espíritu crítico les queda, tan poco conocimiento de la historia moderna? A ninguno de ellos les suena Cuba, Vietnam, Chile, Uruguay, Argentina, Panamá, El Congo, Ruanda… ¿Es que ya no nos acordamos de las inexistentes armas de destrucción masiva de Irak? ¿Es que no queremos ver cómo ha acabado Libia, tras los bombardeos «humanitarios» de la OTAN?
Hemos llegado al punto que un articulista progresista escribió: «nuestros hijos nos reprocharán algún día: ¿como no os disteis cuenta del peligro que Putin era para el mundo?» ¿Qué nos insinúa con esta frase? ¿Tal vez que debemos exigir a los que pueden, a la OTAN, por ejemplo, que deberían derribar Putin? ¿Y como? ¿Declarándole la guerra? ¿Con bombardeos? ¿Empleando los misiles nucleares que se han desplegado amenazadoramente en las fronteras de Rusia? ¿Matando a rusos, inocentes?
Yo, confieso que sé muy poco de Oriente Medio. Pero he leído entrevistas a expertos nada sospechosos, como el coronel Pedro Baños, ex jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Ejército Europeo; o la entrevista a Willy Wimmer, ex secretario de Estado del ministerio de Defensa de Alemania. Ambos acusan a Estados Unidos y a Gran Bretaña de haber creado el Estado Islámico, de haber utilizado mercenarios yihadistas para desestabilizar Libia y Siria, y de haber violado el derecho internacional. «La única posibilidad de poner fin al baño de sangre de Siria es la acción de la Federación Rusa, que intervino a favor del derecho internacional a nivel global para evitar que fuera pisoteado», dice Wimmer.
Quisiera que mi diario, el Ara, también me ofreciera estas informaciones para que yo y el resto de lectores nos pudiéramos formar una opinión libre.