La última cuestión que someto a reflexión es también un episodio que me impresionó fuertemente poco después del atentado. Ocurrió el 6 de abril de 1994, unas dos horas o dos horas y media después de que el avión presidencial hubiera sido derribado. Yo me encontraba en compañía del general Dallaire en el Estado Mayor del Ejército. Allí se había constituido un comité de crisis compuesto por oficiales superiores del Ejército y la Gendarmería, con la finalidad de analizar la situación y tomar las medidas de urgencia que se imponían tras la desaparición del jefe de Estado y el jefe del Estado Mayor del Ejército. En ningún momento, insisto, en ningún momento experimenté la sensación de hallarme ante individuos que habían organizado un golpe de Estado. A pesar del tiempo transcurrido, el recuerdo que conservo fijo en mi memoria de aquel momento histórico es el de encontrarme ante unos hombres profundamente desazonados por lo que acababa de suceder. Su forma de comportarse, su entonación de voz, la formulación de una duda, la expresión de sus rostros, una pregunta que dejaba entrever el miedo son señales que no engañan. Sin ningún género de dudas, incluyo igualmente en esta apreciación al coronel Bagosora; por lo menos, en las primeras horas que siguieron al atentado contra el avión presidencial. Tengo la firme convicción de que, si los organizadores del atentado se hubieran encontrado en ese momento alrededor de la mesa, la reunión habría discurrido por otros derroteros completamente diferentes. Por otra parte, en tales circunstancias la MINUAR había sido invitada a participar libremente en la citada reunión

Luc Marchal (Comandante adjunto de las tropas de Naciones Unidas en Ruanda en 1994)

 

Lo realmente sorprendente es que se afirmara la posibilidad de que tal acto hubiera sido cometido por el ala dura del Gobierno de Ruanda y de la Coalición para la Defensa de la República, la CDR. En ese momento hubo una oleada de rebelión y repulsa entre los oficiales de la MINUAR y la mayoría de africanos. Era sencillamente demasiado. No he encontrado jamás un oficial, sobre todo entre los observadores militares, que haya dudado un instante de que fuese el FPR el responsable del atentado.

Además, aunque se trataba de un secreto, ciertos oficiales del FPR no dejaban de mostrar signos de satisfacción en cuanto al éxito del atentado. Jamás lo disimularon […]. Personalmente, jamás he tenido duda alguna sobre la identidad de quienes habían cometido aquella acción. Los oficiales del FPR jamás han negado que su ejército fue el responsable. Al contrario, estaban orgullosos de ello.

Amadou Deme (Oficial de Naciones Unidas en Ruanda en 1994)