Nota introductoria sobre Somalia. Su relevancia para Haití
Un año de guerra entre Somalia y Etiopía (1977-78) fue suficiente para destruir todo un país y propagar la inestabilidad por toda la región.
Después del golpe de 1991 que derrocó al general Mohamed Siad Barre, el conflicto era inevitable. Se desató una previsible guerra civil, provocada por Etiopía. El gobierno financió a muchos pequeños grupos de matones armados para desestabilizar a la población, y Somalia dejó de ser un estado, y mucho menos un gobierno. Somalia ya no se ajusta a la definición de las Naciones Unidas de un «grupo de personas que han adquirido reconocimiento internacional como país independiente y que tienen una población, una lengua común y un territorio definido distinto». En efecto, el gobierno y el estado de Somalia habían dejado de existir. Por lo tanto, a los especialistas del derecho internacional les resultó imposible reconocer a Somalia como Estado.
Somalia estaba dirigida por cinco bandas que dividían el país entre señores de la guerra. El concepto de un gobierno central fue reemplazado por un grupo de matones armados. Cada 40 km, había un señor de la guerra que tomaba medidas en interés exclusivo de su banda, que se integraba en un grupo más grande.
Las consecuencias no tardaron mucho en explotar ante el mundo. En 1992, después del informe de 300.000 muertos, las Naciones Unidas, apoyadas por el gobierno de Estados Unidos, tuvieron que tomar medidas para detener la locura. Crearon la «Operación de las Naciones Unidas en Somalia, UNOSOM I”. El objetivo de esta misión era facilitar la ayuda humanitaria y asegurar que se mantuviera un alto el fuego.
Antes de eso, los señores de la guerra desviaban la ayuda humanitaria, la enviaban a sus partidarios y la intercambiaban con los países vecinos por armas y municiones. Utilizaron la ayuda para mantener una relación sólida entre la población local y su causa. Esto creó una condición previa favorable para los señores de la guerra en el campo cuando declararon a los soldados de la ONU «Personas Non-Gratas» bajo fuego intenso en Mogadiscio.
La guerra civil mató a más de 500.000 somalíes, provocó más de dos millones de refugiados, dos helicópteros estadounidenses black-hawk fueron abatidos y Estados Unidos perdió 18 soldados. Pakistán e India también perdieron soldados.
En 2018, Somalia sigue estando al borde del colapso. Mogadiscio, la capital, sigue siendo objeto de intensos ataques. El 14 de octubre de 2018, «un camión cargado de bombas en el centro de Mogadiscio mató al menos a 358 personas». Lamentablemente, el pueblo somalí sigue viviendo en la miseria y las Naciones Unidas no están logrando llevar la paz y la estabilidad a los 15 millones de hombres, mujeres y niños cuyo destino está ligado a Somalia. Haití, también se está moviendo rápidamente hacia el caos para convertirse en la próxima Somalia de América. Nadie se está dando cuenta.
«Somalización», la destrucción de Haití
Tanto si os gusta como si odiáis a Jean Bertrand Aristide, él salvó a Haití del proceso de «somalización» que destruyó tantos países en África: Liberia, Chad, Libia y Sudán, al aceptar retirarse del poder el 29 de febrero de 2004. Cuando Guy Philippe, ex jefe de policía [apoyado por la CIA], encabezó una rebelión armada para derrocarlo del poder en 2003, marcó el comienzo de la destrucción de Haití.
A raíz del terremoto de 2010
Inmediatamente después del terremoto que se cobró más de 300.000 vidas en 2010, se presentó otra oportunidad para la «somalización». El país estaba totalmente desorganizado, la capital fue destruida en un 40% y más de un millón de personas fueron desplazadas o vivían en tiendas de campaña en condiciones muy difíciles. La comunidad internacional, específicamente Naciones Unidas y Estados Unidos, empujaron al gobierno a organizar elecciones. En esa situación caótica, el candidato presidencial menos calificado, Michel Martelly, fue escogido y catapultado al poder por los Clinton, Hillary y Bill.
Era bien sabido que poner en el poder a un hombre sin experiencia como Martelly crearía grandes tensiones. Hoy, he aquí la realidad: un país está al borde del colapso, tanto social como económico. Estamos al borde de la guerra civil.
Puerto Príncipe, la capital de Haití, es similar a Mogadiscio en 1991. Aquí está la configuración del nuevo “Salvaje Oeste», en el corazón de las Américas. El lado sur de la capital Bougoy en Gran Ravine, Baz Pilat en el centro, y Arnel en el noroeste de la ciudad.
El norte está bajo el control de «Tijunior», «Ti ougan” y «Barbecue» (un ex policía), y el suroeste por un joven llamado «Tije».
Hace unas semanas, uno de los señores de la guerra, Arnel, dio un paso audaz al crear otra rama de su organización criminal en el departamento de «Artibonite», en el norte del país. El plan es expandir su control a un territorio más grande fuera de la capital. A principios de mes, la policía nacional intentó detenerlo, y fue una catástrofe. Arnel y sus hombres armados echaron a la policía nacional de la zona, entraron en el cuartel general de la policía, lo destrozaron, robaron todo lo que pudieron, quemaron coches de policía y demolieron una tienda local de DIGICEL, la compañía telefónica más grande de Haití. Desde entonces, una zona habitada por 155.272 personas está bajo el control del señor de la guerra Arnel.
El paralelismo es obvio. Las bandas están mejor equipadas que la policía nacional. Tienen mejores armas (M-16, Galil, Kalashnikov, T-65), muchos camiones y coches, y algunos de ellos son nuevos. No es un secreto para nadie que el gobierno está proporcionando armas, municiones y dinero a esos grupos armados. Lo admitieron abiertamente. Hay una emisora de radio llamada «Radio Mega,» y Luco Desir, un presentador muy popular que de vez en cuando entrevista a Arnel Joseph. Admitió que obtuvo el apoyo de algunos funcionarios del gobierno. El 24 de abril, un ex fiscal de la capital, Danton Leger, declaró que el presidente de Haití, Sr. Jovenel Moise, envió 100.000 dólares a Arnel a través de una senadora en funciones, Gracia Delva.
El presidente de la comisión de justicia y seguridad del Senado, el senador Jean Renel Senatus, informó a la prensa el 23 de mayo de 2019, que después de una investigación de su comisión, encontraron el número de teléfono de la senadora Gracia Delva en el teléfono de Arnel. Y que hablaron frecuentemente, 24 veces del 7 al 17 de febrero. Por supuesto, la senadora lo negó.
La capital de Haití, Puerto Príncipe, está vacía de gente después de las 6 de la tarde. La población está siendo retenida como rehén en sus propios hogares. Si hay una emergencia en medio de la noche, nadie tendrá la oportunidad de conducir hasta el hospital porque las pandillas tienen el control por la noche.
Un periodista haitiano independiente y respetado de «Nouvelliste»,» Robenson Geffrard, tuiteó:
“La banda armada dirigida por el señor de la guerra Arnel Joseph, buscado por la policía, y la banda de «Savien», están violando a la gente. Interceptaron un autobús lleno de misioneros en L’Estere (una zona del departamento de Artibonite), y violaron a todas las mujeres que se encontraban en el autobús.”
El 13 de noviembre de 2018, tuvo lugar una masacre en una barriada llamada Lasaline. La RNDDH, una organización de derechos humanos, publicó un informe de investigación que decía que 70 personas fueron asesinadas y muchas casas incendiadas. Se publicaron videos en los medios de comunicación social que mostraban animales comiéndose los cuerpos de las personas en Lasaline. Las Naciones Unidas se vieron obligadas a investigar el asunto y corroboraron los resultados de las organizaciones de derechos humanos. Los grupos armados utilizaron armas de fuego y machetes para atacar a la gente e incendiaron sus casas. Algunos de los atacantes iban vestidos con uniformes de la policía nacional.
Algunas personas creen que las pandillas son una herramienta utilizada por el gobierno para intimidar y reprimir a la gente. Específicamente, los hombres armados crean una situación de tensión permanente en los principales barrios de chabolas del país disparando constantemente al aire. A veces, matan a los habitantes sólo para disuadirlos de participar en el proceso electoral. A los que están a favor del gobierno se les proporciona transporte gratuito a las urnas.
La población de Haití vive en condiciones sociales y económicas horrendas. Con menos de 2 dólares al día, sin electricidad, sin agua limpia, sin trabajo, sin sistema de salud; viven prácticamente sin nada. El gobierno corrupto está empeorando las cosas para la gente cuando deciden usar a los señores de la guerra para intimidarlos y matarlos. Lejos de la prensa internacional, la población está padeciendo silenciosamente su miseria. Debido a que Haití no es Venezuela, la administración estadounidense apoya actualmente el proceso de «somalización» de Haití al prometer su apoyo a un gobierno corrupto que está aterrorizando a su propia población. El caos continúa. El proceso de somalización de Haití se encuentra en crecimiento acelerado.
El 25 de mayo de 2019, un grupo de hombres armados atacó a un grupo de personas en las calles de la capital alrededor de las 8 de la noche. Se informó de que 8 personas murieron y muchas resultaron heridas. Yvenson Destine, periodista de Radio Zenith, se dirigió a la zona al día siguiente por la mañana para obtener información sobre la matanza. Sufrió una agresión del mismo grupo de bandidos, una persona fue asesinada y el periodista permaneció escondido durante muchas horas hasta que llegó la policía. He aquí la volátil realidad de Haití, donde los grupos armados tienen el control de algunas partes de la capital.
El 9 de junio de 2019, más de 1 millón de personas estaban en la calle preguntando pacíficamente «Kote Kob Petwokaribe a» (donde está el dinero de Petrocaribe). Las fuerzas policiales mataron a 7 personas e hirieron a 147, 70 fueron arrestadas. ¡El caos continúa!
Fuente: Global Research