Si el Tribunal Supremo te acusa de haber robado higos chumbos para desayunar, aunque tú detestes los higos chumbos hasta el vómito, no esperes que el Tribunal Supremo te indulte nunca de este delito que no has cometido. Porque el Tribunal Supremo no te ha condenado por robar higos chumbos, sino por ser quien eres: catalán, catalanoparlante, demócrata, humanista, amigo de la libertad, del diálogo y de la desobediencia civil no violenta, de la convivencia política y social, y de las relaciones cordiales, libres y pacíficas entre todas las personas y naciones. No sólo el Tribunal Supremo, ya esté presidido por el juez Marchena o por quien sea, no te indultará, ni mucho menos te amnistiarà, sino que te humillarà con perversidad y alevosía por los siglos de los siglos, amén. La humillación española a los hombres libres, a la nación catalana y a todos nosotros sus ciudadanos, no tendrá nunca término ni fin. Es y será infinita.

Lo acabamos de ver con nuestros presos políticos. No hay perdón para los inocentes. No hay indulto para los benefactores. No hay amnistía para los cándidos. Yo no creía ver, ni siquiera soñar nunca, que un pueblo odiase tanto a otro. Mientras tanto, la nueva Generalitat presidida por Pere Aragonés sigue esperando del Gobierno Central de España un acuerdo para llevar a cabo un nuevo referéndum de independencia. Esto sí que es una verdadera candidez, una auténtica ingenuidad. Tanto, que resulta insultante y patética. Una bajada de pantalones.

No puedo continuar escribiendo. Se me hace un nudo de náusea en la garganta que no me deja respirar. Es superior a mis fuerzas. Me siento tan humillado, tan abatido, que me urge salir al patio exterior a respirar un poco de aire fresco mediterráneo. Amnistía y dignidad. O DUI.

Toni Albà explica el odio de España al pueblo catalán (07.02.2017)