Los parientes de la política ruandesa, presa política desde hace seis años, pasan unos días en la Isla invitados por la Fundación Olivar.
Victoire Ingabire visitó Mallora en 2010 y residió en Estellencs. Regresó a su país como líder de la oposición y candidata a la presidencia, pero pocos meses después sufrió arresto domiciliario y acto seguido ingresó en la prisión de Mpanga, donde sigue. Su esposo, Lin Muyizere; sus hijos; la madre de Victoire, su hermana y otros familiares están pasando unos días en la Isla invitados por la Fundación Olivar.
Victoire, nacida en 1968, abandonó Ruanda con 16 años para vivir en el exilio, en Holanda, pero al ser elegida líder de la oposición escogió el municipio mallorquín para reflexionar y optó por regresar y presentarse como candidata a la presidencia del país. Muyizere nos cuenta que «su estado de salud es bueno, es una mujer fuerte, aunque las condiciones de la prisión son difíciles».
Desde el asesinato de los presidentes de Ruanda y Burundi en 1994, con el derribo del avión en el que viajaban, el presidente Paul Kagame, de la minoría tutsi, ha establecido una dictadura. Todos los líderes de la oposición están en la cárcel o muertos.
Muyizere habla de diez millones de asesinados, un genocidio que «parece como si quisiera equilibrar el número de hutus y tutsis mediante los asesinatos», ironiza.
«Los presos políticos no pueden recibir visitas, al contrario de lo que sucede con los presos comunes. Esto complica mucho la actuación de los abogados», añade Lin. Victoire ha recurrido a la Corte Africana de los Derechos del Hombre, pero Ruanda ya no forma parte de este organismo. Eso complica la situación de Victoire, sobre la que pesan cargos de terrorismo y amenaza a la seguridad nacional.
Su esposo nos dice que «cuenta con dos abogados, uno de nacionalidad ruandesa y otro holandés. Al holandés no le han concedido el visado y tampoco ha podido acceder como turista. Más grave fue el caso del letrado norteamericano que asumió inicialmente la defensa de la opositora ruandesa, presidente del sindicato de abogados de los Estados Unidos, que fue encarcelado varias semanas y salió de prisión por las presiones de Washington. El esposo de Victoire habla de «un estado militarizado en el que la gente no levanta la cabeza, tiene miedo y solo puede decir que ‘sí’ al presidente Kagame. Hay también pobreza y falta de alimentos y la gente huye a Uganda o Tanzania».
Muyizere, cuando se refiere a Mallorca, habla de los buenos amigos con los que cuenta en la Isla, Juan Carrero y Manel Gomariz, de la Fundación Olivar. Viviendo en un país como Holanda, completamente llano, Mallorca le recuerda en cierta medida a Ruanda, ‘el país de las mil colinas’.
Existe una causa abierta contra el Gobierno ruandés en la Audiencia Nacional por genocidio, gracias a una querella que cuenta con la financiación del Fons Mallorquí de Solidaritat, aunque las modificaciones realizadas en la legislación de Justicia Universal por PP y PSOE comprometen muy seriamente esta causa. Y eso que nueve ciudadanos españoles han sido asesinados por el régimen, seis misioneros y tres cooperantes de Médicos del Mundo. Ayer, la familia de Victoire fue recibida por el vicepresidente del Consell, Francesc Miralles.