La semana pasada las cadenas de televisión autonómicas TV3, IB3 y EITB emitieron el documental titulado «Las cloacas de interior» producido por Mediapro. El documental, a pesar de su interés político y periodístico y ser en castellano, no fue emitido por ninguna otra cadena de ámbito estatal o autonómico –finalmente parece que la cadena Gol la ha emitido para todo el Estado. El relato, lleno de testigos de ámbitos policiales, deja al descubierto la trama orquestada por el exministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, para desprestigiar a políticos independentistas de Cataluña. Un grupo de policías que forman la cúpula de Interior, los cuales ya habían mostrado su ideología en tiempos de la dictadura franquista, se han dedicado a la extorsión, fabricación de pruebas falsas, calumnias, falsos testimonios, maquinación para influir en los resultados electorales… el mismo ministro participó de estas maquinaciones, como demuestran las grabaciones de la conversación mantenida en el despacho ministerial con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña. Un conjunto de prácticas repugnantes que ponen al descubierto la nula conciencia democrática de España.

Conscientemente, he querido atribuir al conjunto del Estado la falta de voluntad democrática, ya que, a pesar de que la trama haya sido orquestada por el Gobierno del Partido Popular, no habría podido operar con tanta impunidad sin la colaboración de los principales medios de comunicación y los partidos políticos estatales. Aunque reprobaron al ministro de Interior, el PSOE y Ciudadanos han apoyado al PP para impedir que las conclusiones de la Comisión de Investigación Parlamentaria se enviasen a la fiscalía, aunque haya unas evidencias delictivas tan claras. Los informes falsos, especialmente los que atribuyeron cuentas bancarias en el extranjero de Artur Mas o de Xavier Trias –la calumnia le costó la alcaldía de Barcelona– fueron divulgados por individuos, mal llamados periodistas, que a diario aparecen en medios de comunicación pretendidamente progresistas y que nunca han pedido disculpas a sus damnificados ni a sus lectores, ni la Justicia les ha exigido responsabilidades por la publicación de informaciones falsas no contrastadas. Incluso la izquierda que accedió a la alcaldía de Barcelona utilizó estas informaciones falsas para ganar las elecciones.

Y es que el proceso de autodeterminación que ha puesto en marcha la mayoría de la sociedad catalana ha mostrado las vergüenzas de un Estado que mal salió de la dictadura. Diariamente, prensa y radios y televisiones estatales debaten sobre el proceso catalán, pero casi nunca invitan a participar a partidarios del referéndum. Páginas y más páginas, horas y más horas de emisiones en que «expertos» tertulianos se dan la razón unos a otros, escondiendo a sus seguidores la opinión de la mayoría de la sociedad catalana, y las prácticas antidemocráticas de un Estado que se está poniendo en ridículo ante la comunidad internacional. Contrariamente a lo que divulgan estos medios, no son los ciudadanos catalanes los que están manipulados, sino el conjunto de ciudadanos españoles que difícilmente pueden acceder a una información veraz sobre este tema tan importante.

En cualquier democracia, un documento como «Las cloacas de interior» habría provocado la dimisión fulminante de todo el Gobierno, empezando por el presidente. Esto explica que se pueda mantener en el poder un partido carcomido por la corrupción. Las cloacas del Estado se han abierto y el olor que desprenden ya es insoportable… para los que tenemos nariz.

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