La política, que debería considerarse como una de las actividades más nobles que puede hacer el ser humano, se ha convertido en una especie de lodazal donde se revuelcan los contendientes. Las descalificaciones, los insultos, las amenazas… se producen a diario. Y, si todo esto no bastaba, últimamente se han añadido las «fake news», que no son más que mentiras descaradas escupidas por algunos candidatos y propagadas por la mayoría de medios de comunicación sin escrúpulos. Todo ello es lo que yo entiendo como pornografía política. Pero, afortunadamente, todavía existe la Política, así en mayúsculas, aunque no ocupe las portadas de los noticiarios. Y es que en las instituciones, a diario, se toman decisiones que afectan positivamente nuestras vidas y nuestro futuro, aunque la mayoría de veces no nos enteremos.

Son un buen ejemplo de ello las políticas medioambientales impulsadas por el Gobierno de las Islas Baleares en esta legislatura. Importantes iniciativas legislativas y decretos del Gobierno han convertido las Islas Baleares en pioneras en la defensa del medio ambiente.

Destacaría la Ley de cambio climático y transición energética. Una ley ambiciosa que apuesta por reducir las emisiones de los vehículos con el impulso del coche eléctrico y, sobre todo, con la implantación de energías renovables, que deben sustituir progresivamente los combustibles fósiles en la generación de energía. Las subvenciones anuales a empresas y particulares acelerarán la transición.

Por su parte, la Ley de residuos y suelos contaminantes es una norma pionera en toda Europa, especialmente en cuanto a la reducción de los plásticos, una de las mayores plagas que amenazan a la humanidad. Ambas leyes han merecido los elogios de las instituciones europeas y marcarán la pauta de otras normas impulsadas por estados y regiones.

También son importantes las iniciativas para proteger el medio marino: el Decreto sobre la conservación de la posidonia oceánica, que da instrumentos legales para actuar contra los fondeos sobre las praderas de posidonia; la ampliación considerable del Parque Nacional marítimo-terrestre del Archipiélago de Cabrera; la creación de nuevas reservas marinas, como la de la Isla del Aire en Menorca, la Punta de la Creu en Formentera y Tagomago en Ibiza; además de la ampliación de algunas de las existentes, como la de la Dragonera o la de los Freus…

O la creación de nuevos parques naturales, como el de Es Trenc y la ampliación de algunos otros. Y el Plan Forestal de las Islas Baleares 2015-2035 y el Plan Hidrológico…

El apoyo a la agricultura ecológica, que ha impulsado la incorporación de jóvenes agricultores a la actividad agraria.

Y no nos podemos olvidar del Impuesto sobre las estancias turísticas, dedicado mayoritariamente a la conservación del medio ambiente, a la restauración del patrimonio y al apoyo al mundo agrícola. Ni olvidarnos de la Ley que regula las viviendas turísticas.

Por no hablar de las decisiones del Ayuntamiento de Palma que han servido para preservar Ses Fontanelles, el Port Petit del Molinar, Can Tàpera, Son Gual, la antigua cárcel…

Y de las ayudas del Consell de Mallorca a los municipios para fomentar el ahorro y la eficiencia energética…

Todas estas iniciativas, concentradas en una sola legislatura, convierten a las Islas en líderes en la sostenibilidad medioambiental y la lucha contra el cambio climático. Por desgracia, la absurda autovía de Llucmajor a Campos ha empañado esta extraordinaria gestión medioambiental. Ocho kilómetros de carretera han merecido más titulares y tuits que todas estas iniciativas juntas. Como decía Van Gaal: «siempre negativo, nunca positivo».