“Ahora los estadounidenses incluso consideran que se haga volar una planta de energía nuclear en Ucrania y que se insista en que los culpables sean separatistas o rusos”, afirma el periodista alemán Udo Ulfkotte, ex corresponsal de Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los principales periódicos alemanes. Ha publicado un libro: Gekaufte Journalisten (“Periodistas comprados”), en el que describe cómo políticos estadounidenses y alemanes influyen en los medios alemanes, para que los periodistas den el sesgo deseado a los eventos mundiales. Ulfkotte afirma que los periodistas son instados a sesgar sus escritos primordialmente a favor de la posición estadounidense y a oponerse a Rusia. Udo Ulfkotte habló con nosotros sobre cómo exactamente sucede algo semejante y sobre su vida actual después de que esas revelaciones fueron hechas públicas.
P: Sr. Ulfkotte, usted ha dicho que recibió mucho dinero para escribir artículos pro estadounidenses. ¿Cuán lucrativo es ser un periodista pro estadounidense en Alemania?
Udo Ulfkotte: No recibí dinero – recibí regalos. Cosas como relojes de oro, equipos de buceo, y viajes con alojamiento en hoteles de cinco estrellas. Conozco a muchos periodistas alemanes que en algún momento pudieron aprovechar esto para comprarse una casa de vacaciones en el extranjero. Pero mucho más importante que el dinero y los regalos es el hecho de que te ofrecen apoyo si escribes artículos pro estadounidenses o pro OTAN. Si no lo haces tu carrera no conduce a ninguna parte – te asignan a estar sentado en la oficina y a ordenar cartas al editor.
P: Según lo que usted ha dicho, los periodistas son corrompidos subrepticiamente, invitándolos a viajes a EE.UU. con todos los gastos pagados. ¿Pero se venden por tan poco los profesionales serios?
UU: Cuando vuelas a EE.UU. una y otra vez y nunca tienes que pagar nada, y te invitan a entrevistar políticos estadounidenses, te acercas más y más a los círculos del poder. Y quieres permanecer en ese círculo de la elite, por lo tanto escribes para complacerlos. Todos quieren ser una celebridad periodística con acceso exclusivo a políticos famosos. Pero basta una frase equivocada y tu carrera como celebridad periodística se acaba. Todos lo saben. Y todos participan.
P: ¿Por qué ha decidido recién ahora divulgar públicamente su opinión sobre el periodismo alemán?
UU: He tenido tres ataques al corazón, ya no tengo hijos que apoyar, y día tras día veo a los estadounidenses en las noticias, preparándose para su próxima guerra. Esta vez es de Ucrania contra Rusia. Pero siempre es el mismo juego. Ni siquiera un idiota total podrá hacer caso omiso ante la propaganda parcial contra Moscú de los estadounidenses después de la caída del vuelo MH17. Ahora los estadounidenses incluso consideran volar una planta de energía nuclear en Ucrania e insistir en que los culpables eran separatistas o rusos. Lo oigo continuamente. ¡Es inmoral!
P: Usted afirma que Alemania es una “república bananera”. ¿No es una opinión demasiado dura? Después de todo, Alemania tiene movimientos de oposición, incluso algunos radicales, y los medios son críticos al gobierno. Por ejemplo, la reciente transmisión del programa de TV Die Anstalt causó una cierta conmoción con su mordaz crítica de los medios alemanes fuertemente sesgados.
UU: Después de la emisión de ese programa, con el uso de sátira (!) por sus periodistas para expresar su crítica a los medios alemanes –y sobre todo, su cobertura puramente pro estadounidense de los eventos– se presentaron quejas y fueron llevados a los tribunales. Es una evidencia perfecta del hecho de que Alemania es una república bananera: ni siquiera puedes usar sátira para criticar la cobertura parcial. Solo tenemos la apariencia de una prensa libre. Es una locura.
P: ¿Qué piensa sobre los ataques a políticos a los que la prensa alemana ha agrupado como “simpatizantes rusos” (Schröder, Gysi, Wagenknecht, y otros), y los periodistas pro rusos?
UU: Esos “simpatizantes rusos” son gente bien educada, sincera. Lo diría, aunque no estoy alineado con ellos en lo político. Pero respeto su integridad. El que sean atacados es típico de repúblicas bananeras como Alemania, donde cualquier desviación de la opinión dominante es suprimida.
P: Usted mencionó que Alemania sigue ocultando el hecho de que en marzo de 1988, el régimen de Sadam Hussein –que entonces estaba aliado con Occidente– cometió un acto de genocidio en una ciudad kurda cercana a la frontera iraní, utilizando armas químicas fabricadas en Alemania. ¿Puede ser verdad que en todos esos años ni un solo periódico, ni siquiera uno de oposición, haya escrito sobre el tema?
UU: ¡No, escribieron, pero tardaron un año en hacerlo! Fotografié a iraníes que habían sido envenenados por armas químicas alemanas bajo los ojos de EE.UU., pero no se suponía que las fotografías fueran publicadas. En aquel entonces, iraquíes, alemanes, y estadounidenses estaban celebrando su victoria “final” sobre los iraníes. Consideré macabro que en Bagdad estuvieran celebrando el hecho de que habían gaseado conjuntamente seres humanos. Sufrí enormemente por el gas – después me dio cáncer. Hice todo lo posible por registrar lo que había ocurrido allí, esperando que provocara una protesta internacional. Pero nadie lo publicó. En lugar de hacerlo todos celebraron su victoria. Hasta hoy me pregunto por qué no es ningún problema para cancilleres alemanes que viajen a Israel, se pongan de rodillas y pidan perdón a los judíos por haberlos gaseado, pero ¿entonces los iraníes matados por gas alemán son solo ciudadanos de segunda clase? ¿Habéis oído a un canciller alemán pidiendo perdón por eso en Teherán? Vemos que los políticos alemanes no son más que títeres de EE.UU. Deben hacer obedientemente lo que les dice Washington. Seguimos siendo una colonia de EE.UU., una república bananera, y no un país libre.
P: Usted dice que los servicios de inteligencia le suministraron información sobre Libia, que usted publicó bajo su propio nombre. Y afirma que lo hizo porque la CIA y el Bundesnachrichtendienst (BND, servicio secreto alemán) le dijeron que lo hiciera. Pero la información era interesante y verídica, ¿podría ser que sus intereses simplemente coincidían? Después de todo, usted podría haberse negado a publicarla.
UU: Sí, sí, podría haberme negado. Sabe, el ADAC –el mayor club automovilístico alemán– tenía un empleado que trabajaba para su servicio de rescate por helicóptero quien se negó a cooperar secretamente con el BND. Fue inmediatamente expulsado del ADAC y lo demandó, pero los jueces decidieron que una persona no se puede negar a trabajar con el BND, y no es un problema que uno pueda perder su trabajo por resistirse. ¿Comprende? ¿Ve lo que estoy diciendo? No quería perder mi empleo.
P: Usted ha dicho que las agencias de inteligencia ordenaron seis veces que su casa fuera allanada. Pero si usted estaba simplemente publicando lo que le daban las agencias de inteligencia, ¿por qué pensaban que tenían que allanar su casa? O, por otra parte, si usted seguía publicando información por cuenta propia que las agencias de inteligencia trataban de ocultar ¿no significa que todavía estaba actuando como periodista independiente, y de ninguna manera como “agente extraoficial de la CIA”?
UU: Es un error de traducción – los allanamientos no fueron ordenados por las agencias de inteligencia, sino por la policía secreta del Estado. Lo que los nazis solían llamar Gestapo se llama ahora Departamento de Seguridad del Estado. Y llegaron y realizaron seis allanamientos bajo el pretexto de que estaba traicionando secretos del Estado. Esas tácticas de terror son típicas de repúblicas bananeras.
P: Usted dice que la publicación de su libro podría causarle problemas. ¿De qué tipo, por ejemplo?
UU: Frankfurter Allgemeine Zeitung me informó por escrito que me demandarían por violar legislación penal, civil y laboral, así como estándares corporativos en periodismo. Eso solo podría destruirme. He oído que muchos otros me quieren ver en la cárcel porque una vez más he sacado a la luz “secretos del Estado”. Tal vez valdría la pena que volara a Moscú como Edward Snowden y pidiera asilo. Esperemos y veremos cómo reaccionan los dirigentes de la república bananera de Alemania, porque han sido comprometidos, y todos pueden leer en mi libro cómo fabrican la apariencia de una prensa libre en este país, y que la democracia en Alemania no es más que una ilusión.