La primera víctima de la guerra es la verdad. Hoy con mayor intensidad se trata de ocultar por los medios masivos de comunicación todo el andamiaje de las formas ocultas de la propaganda que pretende vender un producto que intoxica a la población, que compra lo que no vale. Oscar Wilde decía que “hipócrita es aquel que sabe el precio de todas las cosas y el valor de ninguna”.
La humanidad vive la incertidumbre de no encontrar caminos de convivencia y respeto mutuo, los poderes políticos, económicos, el aumento de la carrera armamentista, el desprecio que hacen de la Madre Tierra a la que someten a violaciones del medio ambiente y provocan situaciones irreversibles contaminando, destruyendo, saqueando los recursos como el agua, la desforestación, el calentamiento global, la pandemia de la COVID 19 que se cobró millones de vidas y la especulación de los laboratorios farmacéuticos, que en nombre del “desarrollo y la salud” se enriquecieron a costa del ser humano.
Quiero compartir con cada uno y una de ustedes el siguiente mensaje, que más que palabras se dirige al corazón y al espíritu.
Las palabras no pueden expresar lo que siente la niña que perdió su madre en la guerra, se encuentra en un orfanato, dibujó con tiza en el piso a su madre, dejó sus zapatos fuera del dibujo y ella se acostó en el lugar sagrado en forma fetal, volviendo al seno del ser querido que la guerra le arrebató. La niña siente su ausencia y necesita de su amor y ternura. Miles, millones de niños y niñas son víctimas de guerras, hambre, violencia social y estructural. Dejan al descubierto la hipocresía de gobiernos que privilegian sus intereses económicos y políticos y marginan al ser humano y los pueblos, y continúan fomentando la guerra y enriqueciéndose con el comercio de armas y el envío de dinero para la muerte.
En la guerra de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN, utilizan al pueblo ucraniano y lo sacrifican en la guerra contra Rusia y llevan al mundo al límite de la III Guerra Mundial. Todos los síntomas están a la vista, y con la escalada e intervencionismo las grandes potencias no quieren sentarse a dialogar y encontrar caminos para construir la paz.
El presidente Zelenski de Ucrania busca profundizar la guerra con el apoyo de EE. UU. y Europa, es el títere de los intereses de las grandes potencias y pide más armas, dinero y entrenamiento del ejercito ucraniano para el manejo de tanques y misiles de Alemania, Australia, EE. UU. y la UE.
Es una política demencial que aleja la Paz y pone al mundo al borde de su autodestrucción por la irresponsabilidad del poder de las grandes potencias y sus gobernantes.
Es una ofensa a Dios y a la Creación y pone en peligro la vida planetaria.
La ONU, que debiera ser el faro para iluminar conciencias y construir la Paz, lamentablemente es una caja vacía, sin fuerza para tomar decisiones, está ausente a pesar de los reiterados llamados de Iglesias, organizaciones y personalidades mundiales que dicen ¡PAREN LA GUERRA! Los 193 países que la integran guardan silencio o están imposibilitados de actuar. Es necesario democratizar la ONU para tener fuerza en tomar decisiones en bien de la Paz Mundial.
Hacemos nuestro el llamado del Preámbulo de la ONU: “Nosotros, los pueblos del mundo” reclamamos el fin de las guerras, tanto de Ucrania, Rusia, EE. UU., la OTAN, como otras guerras silenciosas que afectan a la humanidad y al planeta a punto de estallar.
La lucha de los pueblos es combatir el hambre, la pobreza, recuperar el equilibrio perdido del ser humano con la Madre Tierra, antes que sea tarde.
La niña busca el amor y la ternura de su madre víctima de la guerra que nunca podrá abrazarla, necesita que la humanidad la abrace junto a todos los niños y niñas en el mundo para que puedan sonreírle a la vida y no perder la esperanza. Es un mensaje que va más allá de las palabras.
Es un mensaje que habla a la mente y al corazón.