En primer lugar, autocrítica:
tanta retórica vacía, tanta energía dilapidada
en palabras en vano, en simplificaciones pueriles,
en desunión, en animosidades, en trabas.
En segundo lugar, más autocrítica:
demasiado hablar solamente de referéndum
y tan poco de proyectos hacia un tiempo nuevo,
de grandes necesidades y urgencias de ahora.
En tercer lugar, más autocrítica aún:
haber creído que España era realmente democrática,
con un sistema judicial justo,
y pretender que Europa escuche a los que no se escuchan
ni siquiera entre ellos para hacer unos presupuestos.
Pero después de esta autocrítica, necesaria,
hay que perseverar, trabajar, imaginar, unir, resistir,
no dejarse derrotar por la represión
de la justicia prevaricadora y la violencia policial,
por las cloacas del Estado y la falsedad sistemática.
A pesar de tantos errores, seguimos teniendo razón
en muchas cosas justas que nos rechazan.
En el once de septiembre de este año incierto,
extraño, dramático, con problemas inmensos,
conviene saber y hacer saber que seguimos aquí,
que no claudicamos, que la lucha continúa.