Su gran preocupación y lucha fue el reconocimiento de que todos los seres humanos son iguales, sin discriminación de color, sexo, clase social o creencia religiosa. Todos y todas tenemos los mismos derechos a una vida digna y justa, fue su lucha permanente contra el apartheid en Sudáfrica y traspasó las fronteras para llevar su voz y mirada en bien de los pueblos, de la vida e igualdad, todas y todos somos hijos e hijas de Dios. Su fe como Arzobispo Anglicano en Sudáfrica fue fundamental en la lucha por los derechos e igualdad.

Nos encontramos en diversas partes del mundo compartiendo acciones para lograr encontrar caminos de resolución a conflictos, como en la fronteras de Myanmar y Tailandia con  las refugiadas que huían de los cuarteles donde eran sometidas como esclavas sexuales por la dictadura militar imperante en la ex-Birmania, ya que nos impidieron el ingreso a ese país y tuvimos que encontrarnos en los campamentos de refugiados en las fronteras de Vietnam, Myanmar y Tailandia.

Desmond Tutu en todo momento estuvo al servicio de las refugiadas, animó el encuentro llevando su solidaridad y apoyo del grupo que integramos varios Premios Nobel de la Paz, entre los que se encontraba el Dalai Lama, Mairead Corrigan-Maguire, Betty Williams, Oscar Arias y Adolfo Pérez Esquivel.

Nuestro interés era llegar a Rangún para ver a Aung San Sun  Kyi,  Premio Nobel de la Paz presa por el régimen militar. No fue posible. Compartimos con el grupo y  Desmond Tutu  días de solidaridad y apoyo a ese pueblo sufriente, denunciando al mundo la grave situación que estaban viviendo.

Recuerdo otros encuentros con Desmond Tutu, algunos divertidos que nos animaba en  encuentros con el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, creo que fue en Sao Paulo. Después de las grandes movilizaciones campesinas llegaba el momento de animar con música el encuentro y sentimos los tambores y sus ritmos, y Desmond comenzó a mover sus hombros y salió a bailar en la calle, era como si una fuerza interior lo moviera al ritmo de los tambores; todos y todas lo seguimos, el pueblo redobló los cantos y bailes en las “ruas“ de Sao Paulo.

Un hombre de oración, de sentir la mente y el corazón abiertos a la humanidad, a la creación, al ecumenismo.

Luchador infatigable por el derecho e igualdad de todos y todas, fue sembrador de vida y esperanza para la humanidad.

Te saludo hermano, partistes al encuentro con el Padre, nos has dejado tu testimonio de vida, de lucha y esperanza.

Sabemos que el mundo que pensamos y soñamos no es el mundo que vivimos, pero tenemos que poner todo el esfuerzo en lograr un mundo más justo y fraterno para  toda la humanidad, esa es tu enseñanza. Gracias hermano.

Adolfo Pérez Esquivel
El día de tu partida, 26-12-21