El siguiente es un discurso de la periodista italiana Stefania Maurizi en el Congreso del Club de Computación Caos el martes

Gracias al Club de Computación Caos por este debate. Permítanme presentarme: soy una periodista de investigación italiana que trabaja para el gran diario italiano Il Fatto Quotidiano, y anteriormente trabajé para l’Espresso y la Repubblica. La razón por la que estoy aquí es para discutir con ustedes por qué debemos salvar a Julian Assange y WikiLeaks.

He pasado los últimos 11 años trabajando en todos los documentos secretos de WikiLeaks. Empece a trabajar como socia de los medios de comunicacion en 2009, cuando muy, muy pocos habían oído hablar de WikiLeaks. Quiero hacerles entender lo crucial que ha sido Julian Assange y su trabajo en WikiLeaks.

Han revelado informacion excepcionalmente importante. No estoy segura de si se dan cuenta de lo excepcionalmente importante que son las revelaciones de WikiLeaks. Solo consideren documentos como el manual de Guantanamo, que publicaron en 2007, cuando eran una organización mediática muy pequeña y desconocida.

Incluso la ACLU, la Unión Americana de Libertades Civiles, había tratado de obtener una copia de ese manual utilizando la Ley de Libertad de Información, y sin embargo no lograron obtenerlo, mientras que gracias a algún audaz denunciante, Julian Assange y WikiLeaks lo obtuvieron y tuvieron el coraje de publicarlo, incluso si el Pentágono les había pedido que lo eliminaran del sitio web de WikiLeaks.

No cumplieron y eso fue sorprendente: hay que darse cuenta de lo que significa decir no al Pentágono, incluso las mayores organizaciones de medios de comunicación del mundo tienen preocupaciones legales y extralegales en decir no al Pentágono.

Así que en 2008, cuando oí hablar de WikiLeaks por primera vez, teniendo en cuenta que WikiLeaks se había establecido sólo dos años antes, para mí fue increíble saber que había una organización de medios de comunicación capaz de obtener documentos que eran muy, muy difíciles de obtener y lo suficientemente audaz como para resistirse a la petición del Pentágono de eliminar esos documentos de su sitio web. Si alguna vez han trabajado en una sala de redacción, pueden entender el riesgo de publicar documentos que el Pentágono quiere que retiren de su sitio web.

Pero Wikileaks no los eliminó y para mí fue reconfortante, especialmente en aquellos días cuando algunos de los periódicos y medios de comunicación más importantes del mundo estaban dispuestos a publicar mentiras que apoyaban la guerra de Irak o eran tan tímidos que llamaban a las técnicas de tortura de la CIA técnicas de interrogatorio mejoradas.

Además de esto, publicaron los registros de la guerra de Irak, que, entre otras cosas, revelaron 15.000 muertes de civiles que no se habían contabilizado anteriormente. Publicaron los Registros de la Guerra de Afganistán, que revelaron la verdadera cara de la guerra en Afganistán. WikiLeaks también publicó los cables del Departamento de Estado, que expusieron escándalos en todo el mundo.

Para que se hagan una idea de la importancia de los cables: expusieron cómo la diplomacia de Estados Unidos presionó a los políticos italianos para que dejaran de enviar órdenes de arresto contra los agentes de la CIA involucrados en la entrega extraordinaria de Abu Omar.

Abu Omar era un clérigo de Milán que fue secuestrado en Milán, en Italia, en medio del día, como en el Chile de Pinochet, y fue enviado a Egipto y brutalmente torturado durante meses. Esta es una historia increíblemente importante, ya que Italia fue el único país del mundo que detuvo a los agentes de la CIA, usando metadatos telefónicos, para llevarlos a juicio en ausencia, y para obtener una sentencia definitiva.

Sin embargo, ninguno de los 26 ciudadanos de Estados Unidos, casi todos agentes de la CIA, pasó un solo día en prisión. ¿Por qué? Porque seis ministros de justicia italianos se negaron a enviar las órdenes de arresto a Estados Unidos para extraditarlos a Italia y ponerlos en prisión. Sólo gracias a Wikileaks pude obtener pruebas sólidas de esas presiones sobre los políticos italianos, que dieron lugar a la impunidad hasta el punto de que Italia, el único país del mundo que obtuvo una sentencia definitiva contra los agentes de la CIA, fue finalmente condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por concederles la impunidad.

Sin los documentos de WikiLeaks habría sido simplemente imposible obtener pruebas de tal criminalidad estatal, lo podríamos haber adivinado, por supuesto, pero nunca jamás podríamos haber obtenido pruebas.

Este tipo de pruebas resultaron ser cruciales: permitió a las víctimas de esta criminalidad estatal apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, permitió a los isleños de Chagos llevar su caso hasta el Tribunal Supremo Británico, permitió a docenas de periodistas como yo exponer los crímenes, abusos y encubrimientos de nuestros gobiernos.

Lo trágico es que después de la publicación de estos documentos, Julian Assange nunca ha conocido la libertad de nuevo. Hay que darse cuenta de que en el marco de mi periódico he trabajado con él y su organización como socia de los medios de comunicación durante los últimos 11 años. La última vez que me reuní con él como hombre libre fue el 28 de septiembre de 2010. Lo dejé en Berlin, en la Alexanderplatz, donde lo conocí para trabajar en los registros de la guerra de Afganistan, y despues de ese encuentro nunca he vuelto a ver a Julian Assange como un hombre libre: fue hace diez años.  Y siempre he trabajado con él como una socia de los medios de comunicación confinados bajo arresto domiciliario, confinados en la Embajada del Ecuador, y ahora en la cárcel.

Es inaceptable para mi: mi periodico y yo hemos publicado las mismas revelaciones y, sin embargo, nunca me han puesto en la cárcel o arrestado. Decenas de periodistas publicaron los mismos documentos por los que él está ahora en prisión: ninguno de nosotros ha tenido ningún problema. Asi que me siento en el deber de hablar, para denunciar su trato atroz y explicar a ustedes por qué debemos salvar a Julian Assange y WikiLeaks.

En los ultimos 10 años, él y los periodistas de WikiLeaks han tratado de buscar un lugar para ser protegidos, no para esconderse, y no han encontrado ninguno. Julian Assange lo intentó con Suecia, debido a las famosas leyes suecas cuando se trata de la libertad de expresión. Y no funcionó. Trató de refugiarse en la embajada, que funcionó durante 7 años, siempre y cuando Rafael Correa le concedió asilo, sin embargo pagó un precio enorme: se quedó en la embajada durante 7 años sin acceso a un tratamiento médico adecuado, sin luz solar, ni siquiera una hora al aire libre por día. Quiero decir que nosotros los italianos damos una hora al aire libre por día a algunos de los peores asesinos de la mafia que han matado a niños de la manera más horrible. Julian Assange no tenía una hora al aire libre durante sus 7 años en la embajada.

Entonces ni siquiera el asilo funcionó: Lenín Moreno lo anuló y permitió que lo arrestaran. Julian Assange intentó todo lo que pudo para protegerse después de la publicación de los documentos secretos de Estados Unidos, lo intentó con las Naciones Unidas y tuvo éxito: el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria estableció que Suecia y el Reino Unido lo detuvieron arbitrariamente desde 2010.

Tuvo éxito, pero las autoridades británicas ignoraron la decisión de la ONU, luego lo intentó con el relator especial de la ONU sobre la tortura, Nils Melzer, y de nuevo tuvo éxito. El relator especial de la ONU sobre la tortura, Nils Melzer, estableció que Suecia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Ecuador lo han torturado psicológicamente, pero una vez más, Estados Unidos y Gran Bretaña ignoran completamente al relator especial de la ONU sobre la tortura.

Así que Julian Assange trató de encontrar un lugar para protegerse a sí mismo y a WikiLeaks, pero no encontró tal lugar. Esta es la cosa mas aterradora que he experimentado en este trabajo como socia de los medios de comunicacion. No me asustaba que me siguieran con fines de intimidacion. No me molestó que tuviera que dejar mi periódico, la Repubblica, para seguir haciendo mi trabajo en WikiLeaks, no me asustó que me amenazaran y robaran documentos muy importantes.

No, lo que más me ha aterrorizado es descubrir que en nuestras democracias no hay lugar para proteger a los denunciantes, fuentes periodísticas y organizaciones de medios de comunicacion como WikiLeaks, y periodistas como Julian Assange: han sido puestos en prision, torturados psicologicamente como Chelsea Manning y Julian Assange, han sido forzados a escapar como Edward Snowden, se arriesgan a terminar en prisión como Sarah Harrison por ayudar a Snowden, se arriesgan a ser extraditados como los periodistas de WikiLeaks, han sido brutalmente espiados dentro de la embajada, como yo.

Lo que he visto en la última década de este trabajo me ha aterrorizado. He visto a los Estados Unidos, las autoridades del Reino Unido, las autoridades suecas, las autoridades australianas, las autoridades ecuatorianas destruyendo a Julian Assange y a los periodistas de WikiLeaks poco a poco, día tras día, la muerte por miles de heridas. Esto es de gran preocupación para mí.

Es por eso que estoy hablando con ustedes acerca de por qué debemos salvar a Julian Assange y a los periodistas de WikiLeaks: debemos salvarlos, si queremos vivir en una sociedad en la que se pueden revelar los crímenes de guerra, la tortura, el asesinato con drones sin terminar en la cárcel como Chelsea Manning, sin ser obligado a escapar como Edward Snowden, sin tener su vida destruida como Julian Assange. Esto es lo que una sociedad democrática es para mi.

Stefania Maurizi es una periodista de investigación italiana, que actualmente trabaja para el principal diario italiano Il Fatto Quotidiano, después de haber trabajado 14 años para el diario italiano la Repubblica y para la revista italiana l’Espresso. Ha trabajado en todas las publicaciones de documentos secretos de WikiLeaks, y se asoció con Glenn Greenwald para revelar los archivos de Snowden sobre Italia. También ha entrevistado a A.Q. Khan, el padre de la bomba atómica paquistaní, reveló el acuerdo de indemnización por muerte entre el gobierno de los Estados Unidos y la familia del cooperante italiano Giovanni Lo Porto, asesinado en un ataque de aviones no tripulados de los Estados Unidos, e investigó las duras condiciones de trabajo de los trabajadores paquistaníes en una importante fábrica italiana de ropa en Karachi. Ha iniciado un litigio multijurisdiccional de la FOIA para defender el derecho de la prensa a acceder a la totalidad de los documentos del caso de Julian Assange y WikiLeaks. Es autora de dos libros: «Dossier WikiLeaks. Segreti Italiani« y «Una Bomba, Dieci Storie«, este último traducido al japonés.

Fuente: Consortium News